Expertos analizan el impacto que tiene el ajuste del tipo de cambio oficial en la determinación de los salarios, los cuales están muy debajo de la canasta básica. Esta es la otra «brecha».
En Venezuela, la cambiaria no es la única «brecha» que existe. También existe una brecha salarial.
Se sabe que en el país existe una dolarización de facto, que, según el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) ya no es posible desmontar. Pues bien, mientras por un lado el precio que paga el consumidor por los productos que compra en dólares sube, su salario en dólares permanece igual.
La gente –que todo lo coloquializa- habla de la “inflación en dólares”.
Al arrancar 2022, la FED resolvió empezar a elevar las tasas para controlar la inflación. Desde entonces hasta ahora, la inflación en Estados Unidos bajó de modo sostenido, pasando desde un máximo de 9,1% (la mayor en casi cuatro décadas) a un 2,5% en la actualidad.
Es otra cosa la que pasa en Venezuela con el dólar.
Para desentrañar la maraña anteriormente descrita, Banca y Negocios conversó con dos expertos conocedores del asunto.
Un fenómeno monetario
Iván Acosta es director general de PGA Group. Además, es director de Taurel, Galac, Nena y VenAmCham.
Dice que la “inflación en dólares” en Venezuela es un fenómeno esencialmente monetario que tiene que ver con tres situaciones que convergen al mismo tiempo.
“En primer lugar, un período prolongado de devaluación (muy por debajo de la inflación), lo que hace que hagan falta más dólares para compensar el precio de los productos y servicios, por lo cual las personas tienen la sensación –y es real- de que necesitan más dinero en dólares para pagar las mismas cosas», indica Acosta.
El fenómeno número dos, es que la demanda ha superado la oferta de dólares disponibles. Había una necesidad de divisas, igual o mayor a períodos anteriores, pero la oferta no ha satisfecho esa demanda.
Por lo tanto, las empresas y los particulares han recurrido a un mercado negro, que sí les satisface determinada cantidad de dólares, pero a un valor mayor. Esto también hace que el precio referencial en dólares de productos y servicios tienda a aumentar.
«Por último, la insistencia en mantener un valor de cambio oficial rígido ha hecho que –en esa dinámica- haya una demanda mayor de dólares, y el precio de los productos aumente, ya que no se puede hacer por la tasa oficial”, se explaya el analista.
Iván Acosta de PGA Group advierte que los salarios no son la causa de la crisis.
«Las empresas van a ser muy cautelosas a la hora de subir los salarios en dólares, porque esto puede afectar su ganancia»: Iván Acosta (PGA Group).
Acosta dice que el 60% de economía informal es más proclive a ajustar sus precios en dólares, que el 40% de economía formal.
– ¿Por qué aumenta el precio en dólares de los productos, pero eso no se traslada a los salarios?
-Porque ese aumento en dólares no significa que tengo más productos. No genero un excedente. Por esa distorsión monetaria necesito generar un excedente. Hay que esperar que el mercado metabolice esta coyuntura, porque Venezuela sigue siendo muy sensible a los precios, por su baja capacidad de compra.
«Las empresas van a ser muy cautelosas a la hora de subir los salarios en dólares, porque esto puede afectar su ganancia. El mercado va a metabolizar este proceso, y se verá si a través de precios o volumen, se puede trasladar a un aumento de los salarios en dólares», indica Acosta.
El caso de Argentina
Iván Acosta, director general de PGA Group, dice que la referencia más reciente, en la región, es Argentina.
“Es conocido el fenómeno que allí se dio entre el dólar oficial y el llamado ‘blue’. En el caso de Argentina existía un relativo control cambiario –con algunos márgenes de maniobra, pero control cambiario al fin-, donde había incluso 10 tipos de cambio; por dar un ejemplo, un tipo de cambio para la soja, otro para el turismo, y así”.
Dice que había restricciones movilizadoras, y había una relación 3 a 1, entre el precio oficial y el blue. Mientras el oficial estaba en 350 pesos, el blue estaba en 1300 pesos por dólar. Hoy –apunta- la relación es uno a uno, el oficial 1018 y el blue 1025, a partir de políticas que se aplicaron.
En otro orden de ideas, Iván Acosta señala que los salarios de los trabajadores están afectados, más allá del dólar negro.
La nuez del asunto –dice- es el costo de los bienes y los servicios. Ese precio está siendo afectado por la distorsión monetaria; en unos casos, de modo más profundo, y, en otros, menos.
Expone que 70% del ingreso de los trabajadores se paga en bolívares, y el otro 30% en dólares.
“Ese 30% ha tenido al menos una semi-indexación a nivel oficial; el gobierno reaccionó entre octubre y noviembre, y ahora el aumento del dólar oficial es mayor que el del mercado negro”, desmenuza.
Tasa ponderada
Según Acosta, cuando se analizan el mercado formal y el informal, y se saca una tasa ponderada, es de alrededor de 47 bolívares por dólares al cierre de esta nota. La pérdida no es tan grave en términos de la divisa.
El reto para el asalariado es tener la suficiente agilidad en el uso de los bolívares para consumir lo que necesita. Las empresas se tardan en metabolizar estas cosas, sentencia, por toda estocada final.
La otra «brecha»: Cómo impacta el ajuste cambiario al poder de compra de los salarios en el país
«Una de las cosas más graves que está ocurriendo es la desalarización»: Luis Crespo (Economista y docente).
De su lado del ruedo, el profesor Luis Crespo, da clases en la Escuela de Economía, de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Faces) de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
“Cuando los economistas decíamos que no había inflación en dólares, es porque estábamos inmersos en la hiperinflación. Luego transcurrieron dos años de inflación alta, de tres dígitos, pero no incidía en los precios. Existen las inflaciones en dólares cuando el alza de precios incide en esa moneda, y, sí, lo marca la Fed», explica
En Venezuela –dice Crespo- tenemos una economía multimoneda, porque hay áreas donde el peso colombiano opera. Lo que ocurre con el tipo del cambio son distorsiones del mercado que se potencian por la baja intervención del Banco Central de Venezuela.
La incertidumbre del 28J incrementó la demanda de divisas, junto con la temporada de fin de año, pero no tenemos la oferta suficiente, advierte.
Por lo tanto, calibra, el precio del dólar sube en la medida en que no se puede conseguir en el mercado oficial. Eso potenciará la inflación. ¿Por qué? Porque los comercios marcarán el precio en niveles más cercanos al cambio paralelo.
– ¿Hay algún precedente, parecido a esto, en América Latina?
– Cuando hablamos de brecha salarial, hablamos de trabajadores de sector público versus privado. Pero una de las cosas más graves que está ocurriendo es la desalarización. Los trabajadores requieren incentivos materiales, como buenas remuneraciones. Brasil, Perú y Ecuador han vivido situaciones similares. Acá lo que hemos hecho es reconversiones. Desde 2018 hasta ahora, el gobierno le ha quitado al bolívar 11 ceros.
Reconstrucción del salario
El profesor de Faces-UCV dice que es indispensable la reconstrucción del salario.
“El método del equilibrio debe tener en cuenta las condiciones macroeconómicas de Venezuela, y las necesidades salariales. El salario en Venezuela, con los problemas que tenemos, no puede ir de 2.9 dólares a 500 o 1000 dólares de un golpe, porque la economía no aguantaría ese ajuste. Por eso debe establecerse un proceso de reconstrucción que tome en cuenta un salario de arranque, por ejemplo, 200 dólares”, plantea.
El economista Luis Crespo enfatiza que después de la pandemia la economía venezolana salió de la fase depresiva y arrancó con un crecimiento modesto.
“Discutir el tema de los salarios es fundamental. Podemos revisar la página de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Hoy se habla del ‘trabajo decente’, que va más allá de lo material, y se dirige a las condiciones del trabajo, y la familia de los trabajadores”, da con un punto magnético.
Para cerrar, señala que el salario mínimo tiene más de 971 días sin ser ajustado. Durante ese lapso hubo inflación de tres dígitos durante dos años, y hoy tenemos inflación de dos dígitos.
“Podemos imaginar la precariedad a la que están sometidos los trabajadores, que no pueden costear la cesta alimentaria, ni la cesta básica”, da el tiro de gracia.
Tomada de: bancaynegocios
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