Hizo bien el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, al exigir al Consejo Nacional Electoral que frene sus prácticas deleznables y deje que los venezolanos puedan ejercer su derecho al revocatorio presidencial.
Da pena ver como en casi toda nuestra América los ciudadanos sienten asco, por no apelar a otra palabra más castigadora, ante la manera en que cuatro señoras de amoratado prestigio se inclinan servicialmente ante el Poder Ejecutivo, haciendo a un lado y sin que le quede un ápice de vergüenza el hecho público de que ellas, por desgracia para la democracia, constituyen un poder independiente de los deseos del señor Maduro y su desastrosa camarilla de civiles y militares.
Al servir e integrarse a la auténtica vida democrática, estas señoras deberían mantener la debida distancia y entregarse a su importantísimo trabajo que, desde luego, no es poco ni fácil, pero que guardando las apariencias y aplicando la honestidad en todo momento, contribuiría al fortalecimiento institucional del país, algo que el señor Maduro ha pateado con el desprecio propio de quienes carecen de luces y de un mínimo entendimiento político.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, no actúa en comandita con nadie ni con nada que no sea su experiencia y su conciencia democrática. A pesar de los modales vulgares y groseros de la que hoy funge de canciller de Venezuela, experta en insultar a quien le contradiga sus disparates, Almagro no ha perdido en ningún momento la serenidad ni el comportamiento correcto, respondiendo siempre con un discurso basado en hechos concretos y apelando a los dictados de la ley y de las normas internacionales.
Solo una persona loca de remate puede olvidar que Almagro ha sido uno de los pocos funcionarios de altísimo nivel que se ha negado valientemente a respaldar el juicio en Brasil contra Dilma Rousseff, exigiendo de paso que se le respeten sus derechos y se anulen los actos judiciales y parlamentarios en su contra. Y vaya si es difícil mantener una posición como esa sin que le ladren día y noche los sabuesos de la izquierda y la derecha. No es por supuesto un gesto para subir los puntos de su simpatía en Brasil y Venezuela, sino una muestra de la inquebrantable rectitud de sus principios.
Siguiendo los despachos de las agencias de noticias, en especial Efe, llama la atención que haya apelado a su jefe de gabinete, Gonzalo Koncke, para comunicarse con los periodistas “después de la reunión del secretario general con los representantes opositores venezolanos Luis Florido y Carlos Vecchio en la sede de la OEA en Washington”. Es obvio que decidió reservarse para ulteriores declaraciones en los próximos días, en especial cuando se produzca la gran marcha de la oposición el 1° de septiembre destinada a sostener y reforzar la convocatoria el referéndum revocatorio.
Para un hombre de trayectoria política impecable y a la vez cabalmente lúcida como Almagro, no se le escapa que esta gran marcha del 1° de septiembre marcará un hito e incrementará la fortaleza de la oposición. La mirada del mundo estará centrada en nuestra amada Venezuela.
Fuente: El Nacional
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