Fue una de las 15 mujeres a las que las SS obligaron a probar la comida que luego consumía Hitler para prevenir un posible envenenamiento.
Sentarse ante una mesa repleta de los manjares más exquisitos durante la Segunda Guerra Mundial era algo así como encontrar un oasis en medio de un desierto. La escasez de alimentos y la pobreza era tal, que muchos hubieran corrido verdaderos riesgos por encontrarse ante tal panorama.
Margot Wölk se encontraba con dicho escenario a diario. Sin embargo, no le resultaba igual de prometedor que al resto de sus vecinos. Todo lo contrario. Se jugaba la vida a cada mordisco. Y es que ella fue una de las 15 mujeres a las que las SS obligaron a probar la comida que luego consumía Hitler para prevenir un posible envenenamiento. Para el Führer eran sus cobayas y nunca las vio, se negaba a tener trato con ellas, pues no las consideraba más que animales de laboratorio.
Acabada la guerra, fue la única que sobrevivió, pues sus compañeras fueron fusiladas por los soviéticos, pese a nunca haber elegido desempeñar su trabajo. Estaban destinadas a vivir una realidad de lo más oscura. Wölk pudo esquivar tal fatalidad gracias a un teniente nazi con el que tuvo una relación, aunque no se libró de ser violada por los rusos. Tras este episodio, trató de vivir una segunda vida, guardando este secreto en lo más profundo de su ser.
En 2013, a sus 95 años, pensó que era hora de decir la verdad, y de no avergonzarse de quién era, pues ella nunca eligió su destino, sino que fue obligada a formar parte del "batallón" de las catadoras. Tan sorprendente revelación llegó a oídos de la escritora italiana Rosella Postorino, quien se interesó por la historia de la misteriosa anciana.
Durante mucho tiempo se dedicó a buscarla para poder escuchar la historia de primera mano. No obstante, Wölk falleció antes de que la escritora diera con ella. Eso no le impidió documentarse y, posteriormente, crear una novela inspirada en la vida de la alemana, que ha llegado recientemente a las librerías con el nombre de La Catadora. En Italia, se ha convertido en todo un fenómeno, pues ha sido galardonada con el Premio Campiello y ya tiene vendidos los derechos para dar el salto al cine.
El libro cuenta la historia de Rosa Sauer, claramente inspirada en Wölk, una secretaria que deja Berlín cuando un bombardeo destruye su casa. Tan desdichado accidente le obliga a mudarse a la casa de sus suegros, que se encuentra cerca del cuartel general de Hitler, en un pueblo de Prusia Oriental. Es ahí donde la acaban reclutando las SS.
Postorino asegura que no eran muchas las personas que conocían, al menos en profundidad, la figura de las catadoras. Eso le llevó a estudiarlas durante poco más de tres años, hasta el punto de obsesionarse buscando noticias y testimonios sobre aquellas mujeres, desconocidas para la gran mayoría. “Me pregunto qué habría hecho yo en su lugar. Cómo decir que no a las SS”, cuestionaba la escritora durante la presentación del libro.
La verdadera historia de Margot cuenta que al empezar la Segunda Guerra Mundial, Karl, su marido, fue reclutado para ir al frente. Ella, con 23 años, se quedó sola en Berlín.
Después de dos años sin recibir noticias de su esposo, abandonó su derruido departamento en Berlín, dañado por un ataque aéreo aliado, y se fue a vivir a la casa de sus suegros en Gross-Partsch (hoy Parcz, Polonia).
Un encantador pueblito en medio del bosque. Pero sin saberlo, uno de los lugares más peligrosos del mundo en aquel momento, ya que a tres kilómetros de su casa se encontraba la Guarida del Lobo (uno de los cuarteles generales de Hitler).
Pocos días después de arribar se presentó en su casa un pelotón de las SS que se la llevó a ella y a otras 14 mujeres del pueblo. Pasaron a ser el pelotón de catadoras de Hitler.
Nunca probaron carne. Hitler era vegetariano. Tras el atentado que sufrió Hitler el 20 de julio de 1944, cuando en su búnker estalló una bomba, las catadoras fueron llevadas a vivir en una antigua escuela abandonada.
Una noche entró al lugar un oficial de las SS y la violó. En 1945, ante el avance del Ejército Rojo, Hitler ordenó demoler con explosivos la Guarida del Lobo y abandonaron el lugar. Margot llegó a Berlín gracias a un oficial de las SS que la dejó escapar, y se escondió en la casa de un médico amigo suyo ya que las SS la buscaban para matarla.
Cuando los soviéticos entraron a Berlín su drama no terminó. Fue capturada por los rusos y violaba día tras día durante dos semanas, de manera tan brutal que tuvo lesiones que le impidieron tener.
En 1946 volvió a encontrarse con el oficial que le había salvado la vida en la Guarida del Lobo, el que le dijo que todas las catadoras habían sido asesinadas allá, en medio del bosque. Pero después de tanto drama, llegó una luz. Se reencontró con su marido y fueron muy felices largos años. En 1980 falleció Karl y en 2012 ella. Pero su historia no quedó en el olvido.
Diario La Vanguardia y Diario Clarín.
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