Eran de varias fuerzas y cada uno tenía habilidades distintas, pero eso no fue suficiente para poder enfrentar la guerra de guerrillas que comienza a recrudecer en el suroccidente del país
Por Carola Briceño Peña / Cima News Digital -abril 28, 2021
Este martes nueve familias venezolanas se vistieron de luto. Por los reportes de la prensa sabían desde el fin de semana que las cosas no andaban bien en Apure, pero no fue sino hasta este martes que pudieron conocer la temida noticia de la cruenta emboscada realizada por una facción de las FARC.
El parte de guerra en principio no lo dio el Ministerio de la Defensa, tampoco el Comando Estratégico Operacional (Ceofanb) ni el Ministerio de Comunicación del régimen de Nicolás Maduro, la información nuevamente la reveló la prensa, esos mismos medios a la que el chavismo ha atacado y ha tratado de acallar por todas las vías.
Finalmente, el régimen ha publicado un obituario en la página web del Ministerio de Defensa, en la que se pueden leer los nombres de los 8 militares fallecidos. Con esta información son ya 16 los militares de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) muertos desde que comenzaron los enfrentamientos el 21 de marzo.
De manera exclusiva, la Alianza Informativa de The Latam Post y Cima 360 informó sobre la cantidad de fallecidos en combate, los involucrados y las condiciones en las que sucedieron los hechos.
Crueldad extrema en Apure: sin lengua y sin ojos
Fuentes militares revelaron que algunos cuerpos habrían quedado con evidentes signos de macabras torturas: no tendrían ni lengua ni ojos. Un mensaje claro enviado por el enemigo sobre lo que son capaces de hacer.
Los guerrilleros no entienden del respeto a la dignidad del enemigo, ellos se manejan con otros códigos muy distintos a los que tienen los militares, incluso en la guerra.
Los militares habrían sido enviados con unas coordenadas erradas y eso fue lo que facilitó que los guerrilleros, quienes además tienes escaneadas las comunicaciones de los funcionarios venezolanos, les emboscaran en dos tiempos y les obligaran a replegarse.
El enfrentamiento fue desproporcionado. Los militares venezolanos representaban menos de 10% de los enemigos que estaban desplegados en la zona. La información que se conoce hasta ahora es que unos 300 guerrilleros, que ocupaban varios campamentos, mantenían un dominio absoluto del lugar, del que no entra ni sale nadie sin que ellos puedan saberlo.
Ante la intensidad y prolongado tiempo del combate, a los militares venezolanos, por instinto de supervivencia, no les quedó otra alternativa que tratar de huir y en ese repliegue el comandante de la unidad se habría resguardado en una finca cercana, según fuentes militares.
Una parte de esta versión ha sido difundida por el exdiputado Walter Márquez, quien además señala que los cuerpos fueron recuperados por un sacerdote de La Victoria, porque el comandante de la unidad se encontraría aún escondido a la espera de un rescate.
Fueron 12 los cuerpos levantados y trasladados de la Capilla a Guasdualito por el padre Luis Roa
párroco de La Victoria a petición de Farc. Resaltamos valor civico de ROA y repudiamos actitud cobarde de comandante unidad militar que abandono a soldados en campo de batalla .
— Walter Márquez (@walter_marquez) April 27, 2021
Entre los militares se comenta que los comandos que entraron en acción habían pedido que se realizaran operaciones combinadas aire-tierra, pero se les negó el bombardeo y se les habría convencido de que ir en modo incógnito para atacar uno de los puntos clave desprotegidos sería la mejor estrategia.
Lo que no esperaba la treintena de funcionarios venezolanos era que las coordenadas no fuesen las correctas y hubiesen sido enviados derechito a la cueva del lobo sin planificación de operaciones de apoyo y refuerzo.
Los caídos de los combates en Apure
Aunque algunos políticos han señalado que la cifra total de militares fallecidos en la emboscada podría ubicarse entre 12 y 18, hasta ahora fuentes militares solo han confirmado nueve fallecidos en Apure.
- Teniente de Fragata Naiwil José Torres Moreno (Armada).
- Sargento Mayor de 2da Wilmer de Jesús Ferrobús Garabito.
- Sargento Mayor de 1ra Ronal José Marcano Castillo (Ejército).
- Sargento mayor de 2da Andy José Miranda (Ejército).
- Sargento Mayor de 1ra Santiago del Jesús Reyes Farfán (Ejército).
- Sargento 1ro Álvaro Rafael Nariño Ostos (Armada).
- Sargento 2do Michael Miguel Medina Sequera (Armada).
- Sargento 2do Luis David Lira Negrón (Armada).
- Un funcionario militar sin identificar.
Fueron enviados en una operación suicida a una guerra que no les correspondía. Foto: The Latam Post |
En Apure no se libra una guerra convencional y el pasado fin de semana los militares venezolanos lo comprendieron en toda su dimensión.
La lucha es contra un enemigo con una visión incomprensible si le mira con la óptica tradicional, hombres feroces, con métodos y razonamientos que están más cercanos a las mafias o las temibles bandas delictivas de Centroamérica que a las de un cuerpo armado tradicional.
Los militares, además, no tendrían un motivo sólido para esta confrontación contra un grupo narcoguerrillero mientras a los demás se les permite que sigan operando. Eso saben los uniformados a los que han llamado a combatir y se están negando.
La ferocidad de los guerrilleros al asumirte un adversario es mayor cuando te sabe enemigo no por tu naturaleza, tu razón de ser (la institucionalidad que resguarda soberanía de la nación), sino porque le estás disputando el negocio, te le estás metiendo en las cuentas. Eso se paga caro, ese es el código en las mafias.
Esa actuación es bien conocida por Iván Márquez y Jesús Santrich, líderes de la narcoguerrilla que, al entrar en la negociación del proceso de paz, se ha atomizado en subgrupos que trabajan por su cuenta y sin aceptar las decisiones impuestas por el comando central.
La Segunda Marquetalia no sufre bajas ni consecuencias
Esos grupos han establecido sus propias jerarquías, tienen poder, dominio de territorio y todo el botín del negocio en el que se han involucrado, ya no lo tienen que compartir con nadie. Ese estatus ya no lo quieren perder, reagruparse otra vez en la misma estructura de lo que fueron las FARC-EP les resulta molesto y muy poco rentable. No hay incentivo para que piensen en unirse y plegarse a un solo mando.
El escenario de la unión solo sería factible si no tienen alternativas, si las circunstancias los obligan y si les coaccionan.
Márquez y Santrich también conocen a la perfección esa realidad, que corre paralela a las exigencias de su negocio de eliminar a la competencia y dominar solos el mercado. Ambos guerrilleros entienden la necesidad de que sus enemigos, justamente la facción a la que enfrentan los militares venezolanos, queden en debilidad para poder rendirlos sin mayor esfuerzo.
Pero, como avezados estrategas de la guerra y de las tácticas de sometimiento, los líderes de la llamada Segunda Marquetalia mueven sus piezas para ganar la partida sin tener que echar ni un tiro ni exponer a sus hombres.
Prefieren que el conflicto lo libren otros por ellos: sus aliados, que estos les hagan el trabajo sucio, para ellos tranquila y cómodamente cobrar el triunfo.
Los hombres de Santrich y de Márquez no están gastando su tiempo en el conflicto, al contrario lo maximizan en su negocio, en avanzar en tener más dominio y territorio para su beneficio. Las pérdidas en esta guerra por diezmar a sus enemigos, las asumen otros, ellos cómodamente solo cobran los dividendos que, como ocurre normalmente en un proceso de este tipo, tendrán que compartir una parte con quienes se encargaron de hacerles el trabajo sucio.
Información redactada por las periodistas Carola Briceño y Beatriz Galindo.
Tomada de: El Nacional
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