Como es lógico suponer, lo sucedido ayer entre el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, y el presidente Maduro nos indica a las claras que el gobierno de Venezuela está pasando por uno de sus peores momentos en el escenario internacional, que nos llena, simultáneamente, de tristeza y de rabia, de pena y de asco porque hoy somos objeto de burlas y reproches por la manera grosera y bufa en que estamos manejando nuestras relaciones con otros países, cuando incluso durante el mandato de Chávez manteníamos lazos cordiales o, cuando menos, “civilizados”.