Abril 21, 2022 // Luis Oliveros
Varios economistas alertamos muchas veces lo inconveniente que era para Venezuela entrar en un proceso de dolarización. Advertimos que nuestro país era un candidato muy malo para dolarizar, por lo que era mejor hacer la “tarea”, buscar solucionar el problema de los crónicos déficits fiscales.
Recomendamos implementar, por ejemplo, reglas fiscales, fortalecer las instituciones, llevar a cabo una profunda revisión de la estructura fiscal de nuestra economía, realizar los ajustes correspondientes, etc.
El problema, es que cuando pasas cuatro años en hiperinflación, con un sistema de pagos destruido y una prácticamente inexistente confianza en la moneda nacional, la dolarización pasa de ser una opción de política a una tabla de salvación.
El mismo presidente Maduro le agradeció a Dios la llegada de esta dolarización, como usted la quiera llamar: desordenada, de facto, inducida, etc., poco importa el nombre que el economista de turno quiso darle.
Y es que la dolarización apareció para resolver muchos problemas en la economía venezolana, desde estabilizar el sistema de pagos, permitir a los agentes económicos planificarse, ancla de precios y hasta ayudó a que muchas empresas y personas pudieran tener excedentes de efectivo en una moneda que no les daba terror tener, porque, aunque en Venezuela el dólar también pierde capacidad de compra, lo hace a un ritmo mucho más lento que la moneda nacional.
Pero, una vez que Venezuela salió de la hiperinflación, casi a la semana siguiente, cuando todavía persiste el problema de la inflación y sin mayores políticas para generar confianza en la moneda nacional, al gobierno le parece que ha llegado el momento de “recuperar el bolívar” y por lo tanto generar incentivos para dejar de utilizar el dólar.
Que un gobierno quiera emprender un proceso de desdolarización es algo que puede ser entendido, recuperar su política monetaria/cambiaria es sumamente importante. Pero para lograrlo hay que llevar a cabo políticas que le devuelvan la confianza a la población en su moneda nacional, que la situación económica del país sea tal, que su gente no sienta miedo en, por ejemplo, ahorrar en su moneda.
Si bien, desde agosto del año pasado a la fecha, el bolívar se ha devaluado “apenas” un 7%, aún la gran mayoría de los venezolanos no siente confianza en tener sus ahorros y su patrimonio expresados en moneda nacional. ¿Por qué? No solamente por nuestro pasado hiperinflacionario reciente, sino porque aún hay mucha incertidumbre sobre el rumbo que pueda tener nuestra economía en el mediano y largo plazo.
Nadie discute que hoy nuestra economía crece, lo que preocupa es el intento apresurado del gobierno por desdolarizarla, cuando en buena parte fue gracias a la dolarización que esta economía consiguió una estabilización y varios sectores han empezado a crecer.
El remedio de la desdolarización puede ser mucho peor que la enfermedad que intenta curar con el restablecimiento de instrumentos de política económica. No criticamos la intención, el error está en que aún faltan muchas cosas por hacer para recuperarle sus atributos de dinero al bolívar.
La prioridad para esta economía hoy no es desdolarizar, de manera que el gobierno debería enforcarse en impulsar el crédito bancario, mejorar la calidad institucional, realizar cambios indispensables en leyes, como las de Hidrocarburos o la de Bancos, por menos sanciones -hacia el país- y mayor seguridad personal y jurídica.
* El autor es economista especializado en el área petrolera, profesor universitario.
Tomada de: Banca y Negocios
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