Zulvyn Díaz|Julio 8, 2022
El equipo de Venezuela Biónica, que fabrica prótesis en el país, regala alegría y esperanzas a quienes aprenden a caminar de nuevo a través del proyecto Dibujando Sonrisas que rifa varios dispositivos al año, como parte de un compromiso social, una promesa personal y un homenaje póstumo que construye finales felices
La promesa que Juan Carlos Restrepo hizo a su hermana Noris López de fabricarle una prótesis luego de que esta perdiera una pierna tras un diagnóstico de sarcoma (cáncer en los huesos, tejidos y músculos) fue el inicio para que muchas más personas amputadas en el país tuvieran la oportunidad de caminar de nuevo con paso firme. Así nació Dibujando Sonrisas, un proyecto social que lleva a cabo Venezuela Biónica, «la primera casa de fabricación de prótesis del país».
Tras la amputación de Noris, la familia logró reunir con esfuerzo un dinero para comprarle una prótesis, «pero esta nunca se le adaptó y no podía usarla porque le quedaba grande, era muy pesada, fea y asimétrica; así que para animarla le dije que yo le haría una», comenta Juan Carlos, un ingeniero en mecatrónica que entonces no tenía conocimientos de biomecánica o prótesis.
Poco después, el ingeniero hizo mesas de trabajo con fisiatras, diseñadores industriales, protesistas, especialistas en biomecánica y amputados, para empaparse en la materia y trabajar en los diseños. Luego vino la adquisición de maquinarias y materiales.
«Empezamos con el desarrollo del proyecto mientras su salud se deterioraba. Había pasado un tiempo de haber empezado a fabricar, cuando me dijo: ‘¿ Y entonces? Me voy a morir y no voy a ver la prótesis que me estás haciendo’. Ocho días después falleció en brazos de toda la familia y no alcanzó a usarla», relata Juan Carlos.
Destaca que la promesa, luego del fallecimiento, pasó a ser esperanza para muchos en situaciones similares, «que caminarían en nombre de Noris». Así nació Venezuela Biónica, una empresa dedicada desde hace cinco años a la fabricación de prótesis con materiales nacionales, a bajos costos y con rehabilitación pre y post protésica para los ajustes necesarios, además de evaluación gratis.
La Zona Biónica, como también se le conoce, está conformada por un equipo con varios integrantes amputados, desde los del área administrativa y de consultas hasta los que fabrican en el taller ubicado en Los Castaños del sector El Cementerio, en Caracas, lo que da como resultado un trabajo más humanizado, hecho por quienes entienden de primera mano las necesidades de cada usuario.
Proyecto Dibujando Sonrisas
«Esta labor nace hace seis años y mucha gente se ha involucrado en la causa. Cada aniversario del fallecimiento de mi hermana sorteábamos una prótesis en conmemoración a la fecha», explica Juan Carlos. Destaca que, desde la pandemia por la covid-19, sorteaban una al mes. «Llegaremos a un año de sorteos mensuales entregando dos prótesis: una para niños y otra para adultos, y luego haremos sorteos trimestrales». Añade que están próximos a abrir una sucursal en la ciudad de Cúcuta, Colombia.
Pequeños pasos, grandes logros
A los 14 años de edad, Keyling Caldarella es una sobreviviente de cáncer (sarcoma). Usa prótesis desde los siete, luego de haberle sido amputada una pierna a los cuatro años para poder salvar su vida. «Un día, mi mamá iba por la calle paseando con la niña y se les acercó Juan Carlos y les entregó su tarjeta para que nos comunicáramos con él», recuerda Ediannie Figueroa, madre de Keyling.
Tras reunirse con el ingeniero y conocer la historia de su hermana, que era similar a la de su hija, y la propuesta de hacer una prótesis para Keyling, Ediannie dio su consentimiento y el equipo se puso manos a la obra.
«Le propuse que nos diera tres oportunidades para probar, porque no me imaginé que esto fuera tan complicado. Si a la tercera no funcionaba iríamos a una casa de prótesis, le compraría una y cumpliría la promesa a mi hermana, de hacer caminar a alguien en su nombre», recuerda el ingeniero.
Pero sí funcionó, y la de Keyling se convirtió en la primera prótesis que el equipo montó y en la piedra fundacional de Venezuela Biónica. Para Keyling fue la alegría más grande, porque al fin tendría una pierna y se la podía llevar a su casa. Para Juan Carlos fue una gran experiencia llena de nervios y emoción por los resultados.
Ediannie destaca que existe una conexión especial mutua entre Keyling y Venezuela Biónica más allá de las prótesis. La similitud en las historias de Noris López y Keyling Caldarella, crearon lazos entre las partes «y más que clientes y proveedores, aquí hay unión, somos familia. Ellos se metieron en mi historia y yo me metí en la de ellos», asegura Ediannie.
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Humanizar hace la diferencia
Omi Ribas fue amputado hace 22 años. Perdió una pierna luego de un accidente en moto y durante las terapias de rehabilitación se interesó por el tema de las prótesis, al ver que quien ensambló la suya era amputado de ambas piernas.
«Hice curso en el Inces y pasantías en la ortopedia de un profesor. Trabajé allí 10 años», dice Omi, uno de los protesista de Zona Biónica, a donde llegó tras conocer su labor a través de las redes sociales.
De eso han transcurrido cuatro años y Omi asegura que desde entonces se ha humanizado más. A diferencia de lo netamente comercial de otras ortopedias, según dice, en Venezuela Biónica lo fundamental es humanizar a los usuarios.
«Aquí he encontrado, más que un empleo una familia maravillosa. El poder motivar, animar y ayudar a personas como yo es algo maravilloso porque, quién más que uno que también es usuario y sabe que necesita sentir toda esa comodidad».
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Tomada de: TalCualDigital
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