La entrega de petróleo iraní se perfila como una posible fuente de una nueva escalada diplomática entre Washington y Teherán
DW
El Clavel, el Forest, el Faxon, el Fortune y el Petunia. Esos cinco nombres, que bien podrían hacer referencia a lujosos cruceros caribeños, son el nuevo foco de confrontación diplomática entre Estados Unidos e Irán, Venezuela mediante. Un buque por cada dedo de la mano transportando gasolina y derivados valorados en al menos 45,5 millones de dólares estadounidenses.
Los petroleros partieron la segunda semana de mayo rumbo a Venezuela. La oposición al presidente Nicolás Maduro, encabezada por Juan Guaidó -reconocido como presidente interino por más de medio centenar de países, entre ellos Alemania- ha asegurado que el potencial arribo es ilegal y llamado a la cooperación internacional para evitar que llegue a materializarse.
«Me parece que es un gran error pedir ayuda internacional para impedir que los buques lleguen”, afirma a DW Benedicte Bull, experta en estudios latinoamericanos de la Universidad de Oslo. «La Asamblea Nacional no tiene facultades para impedir que entren buques con petróleo”. Además, añade la investigadora, «es bastante inhumano, porque hay un enorme sufrimiento en la población por la falta de gasolina”.
La sempiterna crisis económica de Venezuela, golpeada como el resto de economías por la pandemia del nuevo coronavirus, se ve agravada por las sanciones estadounidenses. Desde su llegada al poder, la administración de Donald Trump ha aplicado mano dura con el régimen chavista aunque no ha logrado desalojarlo. Irán, también ahogado por las sanciones de Washington, sale así al rescate de un aliado en apuros.
¿Ayuda, oportunismo, provocación? «Termina siendo varias cosas”, dice en entrevista con DW Víctor Mijares, profesor de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, en Colombia. «Hay una situación de auxilio por parte de un aliado”. Irán y Venezuela mantienen relaciones muy estrechas desde la época del fallecido Hugo Chávez. «Ahora bien, es también una oportunidad en un mercado que está deprimido, pues Irán está sufriendo las consecuencias de esa depresión”, agrega Mijares. Nadie dijo nada de altruismo.
Para Leonardo Bandarra, investigador en seguridad internacional del Instituto de Estudios Regionales GIGA, con sede en Hamburgo, el estrechamiento de las relaciones entre Caracas y Teherán puede entenderse como una «externalidad” del viraje de Trump respecto a la época de Barack Obama en la Casa Blanca, que buscó un relajamiento de las tensiones. «Los dos adversarios de Washington se unen para apoyarse ante la política de la superpotencia”, dice Bandarra a DW, «buscando mantenerse más estables en situación de crisis”. Podría decirse que EE. UU. los empuja a unirse: «Venezuela tiene pocas alternativas”.
El envío de los buques, sin embargo, sería algo más que un gesto humanitario y un buen negocio, opina Mijares: «Termina siendo una provocación inevitable”. Inevitable porque se adentra en el área de influencia directa de su gran rival geopolítico en la región latinoamericana. Y, en su opinión, no con absoluta inocencia: «Creo que Irán está tratando de testear cuáles son las reacciones que el Gobierno de Trump puede tener en estas circunstancias. Y Venezuela también”.
La gran pregunta es cómo reaccionará Trump y si esta respuesta puede llegar a la enésima escalada entre Washington y Teherán, esta vez con el ingrediente adicional de Maduro. «Se ha pronunciado en contra, pero dudo que tome acciones, eso me sorprendería”, sostiene la noruega Bull. Mijares coincide, argumentando que el Gobierno de EE. UU. ya tiene bastantes problemas económicos, políticos y sanitarios en casa «como para arriesgarse”, especialmente en año electoral.
Un puente entre el Golfo Pérsico y el mar Caribe
«La situación mezcla dos teatros de operaciones diplomáticas y militares para Estados Unidos, que son el Golfo Pérsico y el mar Caribe, Irán y Venezuela”, subraya Mijares. La ecuación de política exterior se complica, lo que a su juicio «haría que cualquier tipo de retaliación fuese políticamente muy costosa para Estados Unidos”.
¿Y los países europeos, muchos de los cuales reconocen a Guaidó como presidente interino, dónde están? Bull cree que «la COVID-19 va a evitar que otros actores internacionales se involucren”. Algo que podría evitarles enfrentarse a un escenario nada fácil. «El problema para la Unión Europea es que, si dice algo, estaría criticando las sanciones de Estados Unidos, porque esa es al menos una de las razones de la falta de gasolina”, continúa la investigadora de la Universidad de Oslo. «Pero creo que los europeos deberían enfatizar siempre la situación humanitaria”.
«La UE y Estados Unidos tienen un acuerdo en el asunto venezolano, pero un desacuerdo en el asunto iraní”, incide Mijares. «¿Qué es esto, un asunto iraní o venezolano? ¿A cuál de las dos cuestiones se corresponde?”. Siendo todos los buques propiedad del Estado o de compañías estatales y teniendo bandera iraní, el experto se inclina por un enfoque como parte de la cuestión iraní. «En ese desacuerdo, creo que la UE más bien tendería a inclinar a permitir este tránsito de buques tanqueros hacia Venezuela”.
A la espera de que los buques lleguen -o no- al Caribe, Mijares subraya que estos movimientos en el tablero geopolítico poco cambian la situación del contexto local venezolano. «Con o sin tanqueros iraníes, creo que la situación está bastante estancada en cuanto a la negociación política en Venezuela”.
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