Valentina Rodríguez Rodríguez Publicado mayo 12, 2020
Tras la llegada de la covid-19 a Latinoamérica, miles de migrantes venezolanos se han visto en la necesidad de regresar al país, muchos de la misma forma como se fueron: improvisada, a pie y sorteando cientos de obstáculos y peligros. Regresan a una Venezuela que no los ha recibido de la mejor manera, pero es el único lugar donde pueden estar ahora
Hasta el 05 de mayo de 2020 esa era la cifra, unos 45.800 migrantes venezolanos habían regresado al país, según informó el director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa. La mayoría vienen de Colombia, Perú y Ecuador y han emprendido el viaje a pie; la mayoría ha vivido un calvario durante la vuelta y la repatriación; la mayoría comparten los motivos del regreso: la llegada de la covid-19 a Latinoamérica, las medidas para evitar su propagación y la vulnerabilidad en la que se encontraban en esos países vecinos, sin papeles, empleo o ingresos fijos.
La precaria situación de muchos venezolanos en el exterior empeoró con las medidas de cuarentena y de aislamiento tomadas por los gobiernos de Colombia, Ecuador y Perú para combatir la pandemia. El cierre de los comercios y el confinamiento obligatorio han afectado duramente a los migrantes venezolanos, muchos de cuales viven de la economía informal.
«De estos más de 27.000 salieron en los primeros días del cierre de las fronteras, y son ciudadanos venezolanos que, por su lugar de residencia, pudieron retornar hacia el vecino país a pie. Y más de 20.000 lo han hecho de manera organizada, algunos a pie y otros a través del transporte terrestre coordinado con las alcaldías», señaló Espinosa.
Migrantes venezolanos
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), hasta febrero de 2020, 5.093.987 conforman la diáspora venezolana. El país con más connacionales es Colombia: 1.825.687. Le siguen Perú con 861.049; Chile, 455.494; Ecuador, 366.596 y Brasil, 253.495.
En marzo comenzaron a registrarse los primeros casos de covid-19 en Sudamérica. Los positivos dieron paso a los cierres de frontera y orden de cuarentena y confinamiento. El primer país en anunciar las medidas fue Venezuela, el 16 de marzo comenzó la cuarentena (desde el 14 se ejecutó el cierre de fronteras). Le siguió Perú; Ecuador y Argentina, los tres el 16 también; Colombia, el 17 de marzo; Chile, el 18; Brasil, el 19; y Bolivia, el 20. Todos han tenido que prorrogar la medida.
Cifras de la covid-19 en sudamérica
Hasta este 10 de mayo, según los datos recopilados por la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos (EEUU), Brasil (156.862 contagiados y 10.739 fallecidos), Perú (65.015 contagiados y 1.814) fallecidos) y Ecuador (29.559 contagiados y 2.127 fallecidos) eran los países de la región las afectados por la pandemia del siglo XXI. Le siguen Chile con 28.866 positivos y 312 fallecidos; Colombia con 10.495 positivo y 445 fallecidos; y Argentina con 5.776 contagiados y 300 muertos. Venezuela reporta 402 contagiados y 10 fallecidos.
I- Los primeros migrantes retornados
Tras el cierre de fronteras, el pasado 14 de marzo, los primeros connacionales en retornar al país lo hicieron por los caminos verdes, o como se conocen popularmente en Táchira, las trochas.
Muchos de estos fueron atendidos por la alcaldía del municipio Bolívar de Táchira, que junto a los organismos de seguridad y personal sanitario de la entidad, estableció un punto de control en la zona sur Llano de Jorge, para atender a los ciudadanos que ingresaban a territorio venezolanos por estos caminos, reseñó La Nación, dos días más tarde del inicio de la cuarentena en Venezuela.
La frontera colombo-venezolana cuenta con siete cruces oficiales: Paso de frontera Puente Internacional Francisco de Paula Santander (Cúcuta); Paso de frontera Internacional Simón Bolívar (Cúcuta); Paso de frontera Puente Internacional La Unión (Cúcuta); Paso de frontera Puente Internacional José Antonio Páez (Arauca); Paso de frontera Paraguachón (Guajira); Muelle para pasajeros y carga ubicado en la margen derecha del río Inírida, en jurisdicción del municipio de Inírida, Departamento de Guanía; y Muelle para pasajeros y carga ubicado en la margen izquierda del río Orinoco, frente al municipio de Puerto Carreño, Departamento de Vichada.
También abundan los pasos ilegales (trochas).
Pasos permitidos
Actualmente Venezuela sólo está permitiendo el ingreso de ciudadanos venezolanos hacia el país por el Puente Internacional Simón Bolívar, en Villa del Rosario – Norte de Santander (200 personas diarias) y por el Puente Internacional José Antonio Páez, en Arauca (Apure), 100 personas diarias; según Migración Colombia.
Los que ingresaron por Táchira en marzo, se dirigían al terminal de pasajeros de San Antonio. En el puerto terrestre, pasaban por el protocolo de seguridad sanitaria y eran son sometidos a la prueba rápida de despistaje covid-19. Luego emprendían viaje a sus lugares de origen. Para ese entonces las autoridades regionales indicaban que por la frontera estaban ingresando entre 400 y 700 ciudadanos al día; informó La Nación el pasado 1 de abril.
Por Zulia, lo hicieron por las trochas de la Guajira y luego fueron llevados a albergues habilitados para recibirlos en los municipios Guajira y Mara. Y quienes entraron por Brasil permanecían en Santa Elena de Uairén.
El 25 de marzo, La Parada (Cúcuta), donde está ubicado el principal paso fronterizo con Venezuela, fue militarizada, para tratar de controlar el tránsito por las trochas. Sin embargo, seguían arribando venezolanos que huían de las medidas contra la covid-19 en el exterior. Posteriormente, el gobierno colombiano ha ido habilitado corredores humanitarios, con medidas de control sanitario para facilitar el paso de los migrantes que regresan.
Una semana más tarde, el panorama cambió. Los retornados se seguían multiplicando, y quienes llegaron de abril en adelante, al ingresar al país debían permanecer aislados y nuevamente en manos del gobierno de Nicolás Maduro. Volvieron al mismo país quebrado económicamente, metido en un conflicto político interminable y con una infraestructura sanitaria en ruinas, pero a la única que pueden acceder.
Luego de pasar por los controles sanitarios en la frontera y en el terminal de San Antonio: prueba rápida de despistaje covid-19, otros chequeos médicos y solicitud de información por parte de Migración Venezuela; tuvieron que cumplir un protocolo de aislamiento social en un espacio gestionado por el gobierno: Puntos de Asistencia Social Integral (PASI), instalados en escuelas y liceos.
Las imágenes y condiciones de los primeros aislados dejaron mucho que desear: improvisación, irrespeto e irresponsabilidad rojita. Tomás Guanipa, embajador en Colombia del gobierno interino, denunció que los aislados se encontraban en “condiciones infrahumanas”.
Para el 17 de abril la entidad andina contaba con 18 PASI, distribuidos entre los municipios Bolívar, Ureña, Junín, Michelena, San Cristóbal y García de Hevia. También, comenzó el plan de ubicar a los retornados en PASI por estados, y los que tuvieran como destino final otras regiones del país sólo pasarían en los primeros días del aislamiento en Táchira, culminarían el protocolo en un centro de aislamiento de su localidad.
Cientos siguen en lo que en Táchira denominaron PASI, otros ya pudieron volver a sus hogares y reunir se con sus familiares.
II- La vuelta nunca es fácil
La mayoría de los venezolanos que se encontraban en Perú, Colombia y Ecuador que regresaron al país tras la contingencia covid-19, lo hicieron de la misma forma en que se fueron: caminando y con su morral (en algunos casos hijos) a cuesta.
Unos cuantos se toparon con ayudas de los países vecinos; por ejemplo, quienes llegaron a Cali (Colombia) desde Ecuador contaron con asistencia: la alcaldía de Cali gestionó autobuses y camiones para el traslado de los migrantes hasta Cúcuta y Arauca, hasta la frontera. También les dieron kits de alimentación, de aseo y de bioseguridad.
Asociaciones de atención y ayuda de venezolanos en Colombia han colaborado y asesorado el regreso.
El director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa, manifestó que el retorno voluntario de venezolanos se está implementando con un protocolo coordinado con las alcaldías y gobernaciones del país para evitar que haya multitudes en los puntos de salida.
Otros pocos lograron tomar líneas de buses piratas, unos tantos consiguieron hacer autostop.
Casi todos han pasado penurias, han tenido que esperar para poder cruzar, unos tantos han sido víctima de asaltos, o han sufrido accidentes; algunos no pudieron llegar para contar la travesía: el pasado 28 de abril murió un venezolano que viaja en uno de los autobuses que se trasladaban a la frontera; el autobús chocó contra un árbol en el municipio de Palmira, en el departamento del Valle del Cauca (Colombia). Dos días más tarde, un grupo de 12 migrantes venezolanos fue arroyado por un camión mientras dormían al borde de una carretera en Barranca, Perú. Dos murieron.
III – Centros de aislamiento para migrantes
En un liceo de San Antonio y en instalaciones militares en Ureña, “sin agua, sin comida, sin abrigo”, dijo en su cuenta de Twitter la diputada Gaby Arellano, el pasado 8 de abril; ubicaron a los primeros aislados en Táchira. Situación similar denunciaban en Lara: los retornados aislados en Villa Bolivariana (complejo construido para alojar deportistas) en varias oportunidades hicieron huelga reclamado comida y condiciones sanitarias.
En Táchira los PASI fueron instalados en escuelas y liceos. El Liceo Nacional San Antonio, una de las cinco instituciones habilitadas en el municipio fronterizo de Bolívar, es una de las instituciones educativas que hoy aloja aislados. Instalaron duchas, lavaderos y los baños portátiles. Ubican 11 personas por aulas en las que sustituyeron pupitres por colchonetas.
Los retenidos tienen horarios de ducha, para el uso de las instalaciones deportivas del plantel y para retirar la comida: desayuno, almuerzo y cena. Y algunos de los connacionales alojados han aportado han aportado su oficio en pro de la institución; según un reportaje de La Nación, publicado el pasado 28 de abril.
Sin embargo, estos centros controlados no escapan de la criminalidad. El pasado 2 de mayo, el “protector” del Táchira, Freddy Bernal, aseguró que algunos retornados “pretendieron” convertir los PASI en unos «retenes». Esto, luego de que un hombre resultara gravemente herido, con arma blanca, durante una riña que se desató en un refugio temporal de migrantes retornados, situado en La Fría, municipio García de Hevia.
En Carabobo los retornados procedentes de Táchira culminan el aislamiento en la Villa Olímpica del estado; los de Anzoátegui en hoteles como: el Maremares y el Paradise de Puerto La Cruz; los de Aragua, en el gimnasio 12 de Febrero del Complejo Julián Landaeta Robles, ubicado las adyacencias del Instituto Regional del Deporte de Aragua; los de Bolívar, en sedes ministeriales, posadas y campamento; y los de Falcón, en escuelas y liceos.
IV – El amargo recibimiento de los migrantes
Protestas y barricadas se registraron el pasado 6 de abril en la comunidad de Llano de Jorge (Táchira), por el ingreso y uso de las instalaciones públicas de la comunidad para el aislamiento de los retornados.
“No es por ser inhumanos, pero esta escuela no está apta para albergar a nadie”, dijo a La Nación una de las profesoras que participó en la manifestación. “Que usen otros sitios como el aeropuerto Juan Vicente Gómez”, propuso otro.
En Libertadores de América (Táchira) los vecinos también se opusieron a que las escuelas sean utilizadas como sitios de aislamiento. Los vecinos salieron a manifestar su descontento por la decisión emanada del Gobierno nacional.
En la capital de la entidad andina, San Cristóbal, habitantes de zonas populares soldaron las cerraduras de las escuelas para impedir el ingreso, temen que se produzca un contagio masivo. Proponían que se los lleven a las unidades militares.
El mismo panorama se presentó en Mene Mauroa (Falcón). El pasado 10 de abril, luego de que una comisión evaluadora del Ejecutivo regional verificara las instalaciones del plantel educativo, un grupo de residentes de la localidad protestaron frente a una sede de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) e hicieron un llamado al alcalde del municipio, Ramón Figueredo a evaluar la decisión y encontrar otra alternativa.
También en el municipio Los Taques (Falcón), expresaron su rechazo ante la posibilidad de que la casa comunal de esa comunidad sea utilizada como albergue para un grupo de falconianos provenientes de Colombia, reseñó La Mañana.
El rechazo no ha sido sólo de vecinos, también de funcionarios.
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