domingo, 8 de noviembre de 2020

La Venezuela post-rentista: Hacia una República Liberal, Federal, Civilista, Democtática y de libre mercado


RAMÓN RIVAS AGUILAR / IDEAS EN LIBERTAD 08NOV2020

La Venezuela de hoy, en total bancarrota. Una Venezuela desintegrada física y moralmente perdió el horizonte vital. Confusa y desconcertada que no  sabe qué hacer y a qué atenerse. Carece de ideas-fuerza para entusiasmar  a una nación que prendió en su ánima su amor por la libertad. Allí reside la grandeza y la fortaleza espiritual que jamás gobierno alguno ha  podido arrebatarle incluso en los momentos históricos más difíciles y complejos. Un poco de historia.

 Los criollos, unas minorías y unas generaciones en conexión vital con unas multitudes fundaron la república  federal y liberal (1811). En menos de trece años (1811-1823) con unas ideas-fuerza erradicaron los fundamentos políticos, jurídicos, filosóficos y teológicos  que justificaron el poder del vasto imperio basado en la doctrina del derecho divino de los reyes. El imperio español  con sus familias  y herederos, de origen alemán  y francés, se  repartieron  la riqueza material, territorial  y cultural,  entre hijos e hijas, mediante matrimonios endogámicos,  se esfumaron como la espuma del mar. Cuando se revisa con sumo cuidado los testamentos en los que aparecen  los repartos territoriales dentro y fuera  de Europa, se comprende cómo el proceso emancipador en la Provincia de Venezuela fue tan violento, tan brutal y bárbaro. Su repercusión en Hispano-América fue gigantesca y extraordinaria  para poner fin así al imperio  que había recibido las bendiciones sagradas del poder divino. Todo se vino abajo. Sí, el poder de las ideas-fuerza republicana, en el espíritu de unas élites políticas e intelectuales  fue fundamental  para socavar aquella España imperial,  que no  solo  se mantenía  a través de las armas y el tesoro sino también con el evangelio  y las oraciones que  la iglesia, el papa y sus  sacerdotes legitimaban: el poder del absolutismo y la monarquía.

 


Así, la herencia histórica  de unas ideas-fuerza,  la república liberal,  se irradió entre la luz y la sombra a lo largo del siglo XIX venezolano. En efecto, los levantamientos  y las pugnas  entre los caudillos, falsificando el orden institucional  con el objetivo de mantenerse en el poder,  con consentimiento según ellos, del pensamiento del Libertador. El resultado  histórico fue la destrucción material y  vidas  que impidió  la constitución  de una auténtica república, federal, liberal, civilista,  democrática, de libre mercado y libre comercio (Constitución de 1864). Aún más: con pérdidas significativas del territorio  nacional  cuyas consecuencias políticas se han  prolongado a lo largo de los siglos hasta hoy.

 


En esas circunstancias tan complejas y difíciles, que derivaron  del siglo XIX,  no fue viable el camino republicano y civilista para alcanzar el progreso  material  y espiritual. Un siglo sin Estado, sin gobierno y sin sociedad, en manos tribales que hicieron imposible la dinámica  de la modernización para estar a la altura de los tiempos históricos.

 


No obstante, ese siglo de tanta violencia y barbarie, recibió el influjo del pensamiento positivista  que abrió los caminos para explorar desde una perspectiva científica una nueva manera de abordar los fenómenos históricos nacionales. En efecto, historiadores, sociólogos y antropólogos, propiciaron un clima intelectual en la que delinearon las ideas-fuerza sobre la configuración de un estado moderno, garantía y seguridad y estabilidad  para un orden social  que permitiese incorporarse al mundo de la civilización occidental.

 


Las élites políticas y la doctrina del positivismo,  en la obra magna del cesarismo democrático (1919), la clave para echar los cimientos del Estado moderno en la Venezuela del siglo XX. El Leviatán criollo, una imagen para retratar las razones por las que fue vital la construcción de una maquinaria estatal  con el control de las armas, del tesoro y del espíritu,  condiciones para  que el  capitalismo fuera el agente fundamental de la riqueza pública en Venezuela. Ese papel histórico  le correspondió a las élites políticas y militares que condujeron  la Venezuela moderna entre 1899 y 1945: los generales, Castro, Gómez, López y Medina.

 


El mérito histórico, la construcción del Estado moderno  y su  evolución institucional y el tránsito político de un gobierno  autoritario y absolutica (1899-1935) a  un gobierno de legalidad (1935-1945).

 


El proceso de modernización que propiciaron las élites y los hombres del ciclo andino, sin duda alguna, fue fundamental  para que otras generaciones  y otras minorías de tendencias marxistas y reformistas despertaran su entusiasmo republicano y civilista:  con la semana del estudiante  y con la muerte de Gómez, para encauzar a la nación  hacia constitución  de la democracia. En ese sentido,  los hombres  del ciclo andino, no creían en la democracia. Su límite histórico, lo que desató una pugna generacional entre los defensores de la democracia y los defensores de la teoría de la democracia orgánica. Es decir, estos últimos, convencidos que psíquica y emocionalmente los venezolanos no estaban aptos pata vivir en democracia. Por lo tanto, había que educar el cuerpo y el espíritu  con el  ABC de la democracia. Una mentira  histórica. El problema era todo lo contrario: no tenían la menor idea de cómo competir en un mercado político,en donde las preferencias y los gustos por  los candidatos  eran diversos  y plurales. Tenían temor  a la competencia política en un mercado de confrontación de ideas y proyectos. Provenían de la cultura del monopolio que heredaron por 45 años.

 


Por lo que fue inevitable  el 18 de octubre de 1945.Un acontecimiento político que demolió la cultura del gendarme, del mandón y del cesarismo. En esos tres años,   se establecieron  los cimientos de la democracia venezolana. Un aporte histórico de una revolución, de una generación, de un partido, de unas ideas-fuerza democráticas y civilistas. No es casual que Rómulo Betancourt, sea considerado padre de la democracia. De  igual modo, el 18 de octubre de 1945, una revolución política que se proyectó por América Latina, causando malestar a cuantos tiranos y dictadores que intentaron derrocar el nuevo orden político instaurado por el ese día.

 


No obstante, una revolución política de tal naturaleza, generó la reacción del viejo orden político cuya consecuencia fue su caída con el 24 de noviembre de 1948. Sin negar el papel del jacobinismo y la intolerancia  de una generación que asumía por primera el poder para destruir el viejo orden, en su caída histórica. Una  revolución política sin ninguna contemplación con un pasado personalista, militarista, cesarista y bolivariano, sin fe en el espíritu civilista del venezolano. El costo político una dictadura  que duró una década.

 


El 23 de enero de 1958, una pedagogía sobre la importancia política de la unidad  cívico-militar contra una tiranía que contó con  el sable y la bota militar  de unos cuantos países de América Latina. Además, con el consentimiento de los EEUU.

 


Dentro de ese contexto político,  la firma del pacto de punto fijo (23 de octubre de 1958) y la “Declaración de Principios  y Programa mínimo de Gobierno suscritos  por Rómulo Betancourt, el Contralmirante Wolfang Larrazábal y el Dr. Rafael Caldera, candidatos a la Presidencia de la República, en la sede  del Consejo Supremo Electoral el  6 de noviembre  de 1958”, revela la importancia histórica de encaminar a la provincia de Venezuela  hacia la conquista de la democracia, de la libertad  y hacia  el fortalecimiento del capital humano y su impacto en el desarrollo material  y cultural de los venezolanos. En ese sentido, el rol del Estado, la planificación y la renta petrolera en  el desarrollo económico, social y cultural  del país: democracia y capitalismo, bajo la impronta  del estatismo  y el rentismo,  con sus aciertos, límites,  contradicciones y paradojas que se vio  a lo largo del tiempo.

 


En efecto, la clase política cometió el gran pecado histórico el no haber  profundizado  y consolidado el sistema político  mediante la  gran reforma. Es decir, romper la columna vertebral del centralismo, del presidencialismo, del estatismo y del planismo  que se acentuó  y aceleró  a lo  largo  de los 40 años de democracia (!958-1998).Lo que hubiese significado en perspectiva política la importancia de La  COPRE y las reformas políticas y económicas en el segundo gobierno de CAP. Con sus  aciertos y sus errores, la nación habría alcanzado  en el tiempo la configuración de un Estado  liberal, federal, de libre mercado, de libre comercio. No retornó el viejo orden estatista y antifederal, nacionalista y proteccionista, alcanzando su esplendor histórico con la revolución bonita 1999-2020): Estado colectivista y comunal. Sus consecuencias históricas a la luz  del día. La nación en total destrucción. ¡Qué ironía!. El gobierno de Maduro, implementando una serie de medidas supuestamente neoliberales, una especie de vuelta  a un modelo político y económico privatizador y anti estatista. El artículo del padre Luis Ugalde: “Capitulación Revolucionaria, 30 de octubre 2020 (Portal de noticias. Emisora Costa Sol, 93.1). Un  retrato  exacto de esa  política de viraje, contradictoria y paradójica, que nunca debió ocurrir  cuando la Venezuela republicana y civilista  se encaminaba hacia una  perspectiva  liberal, federal y de libre mercado, en el segundo gobierno de CAP (1889-1993). El país  se trazó un camino histórico, dentro de esa perspectiva, que la clase política, empresarial y cultural, se opuso radicalmente  hasta provocar la caída política  de CAP,  cuyos resultados  lo vive  hoy una Venezuela  en total destrucción.

 


Tanto nadar para llegar a la orilla. Un adagio popular. El país oficial, con sus gobernantes y gobernados, subsidiado con el poder del estatismo y el rentismo, los responsables ante  la histórica  de aquella vasta conspiración política, institucional, empresarial y cultural   de poner fin  a un Gobierno constitucional, presidido por el señor Carlos Andrés Pérez, 1989-1993, que propició  al mismo tiempo  la reforma política y económica. La reforma política  tuvo el objetivo  de desmantelar  el presidencialismo y el centralismo para devolverle a las provincias su espíritu descentralizador y federal. Es decir, el país vital requería en ese sentido,  la elección de un primer ministro con un consejo de Estado con unas funciones  que reforzaría  y fortalecería  el poder de las provincias.  El presidencialismo y todas sus notas al cesto. Lo que liquidaría las célebres campañas presidenciales  y los apetitos  por la silla de Miraflores. Y, la reforma económica  se trazó como objetivo  desmantelar el capitalismo de Estado  y echar los cimientos institucionales  de una economía de competencia. Fin del estatismo y el rentismo. Reforma y apertura económica.

 


En ese sentido,  CAP,  una figura histórica, tal  vez una de las  figuras políticas más significativas de la Venezuela  moderna del siglo  XX,  con una proyección importante en el escenario mundial. Un hombre de firmeza y voluntad civilista y democrática. A pesar  sus errores  y sus límites  como político y gobernante, no se le puede negar que luchó cuerpo a cuerpo por la defensa de la democracia  y su proyección en América Latina. Su obra histórica que desplegó en sus dos gobiernos constitucionales, revelan los dotes de un político  en sintonía con  los tiempos históricos. El V plan de la Nación (1976) y el Octavo Plan de la nación (1990),  expresa  la naturaleza  y  la capacidad de un hombre  a tono con su circunstancia histórica. En ese sentido, capitalismo de Estado y libre mercado en el pensamiento y la praxis  de la política de CAP.  Corrigió  el rumbo  histórico de un país  que iba hacia el  precipicio,  en  que él  no negó su responsabilidad. Hombre  con  los tiempos de la historia. Lamentablemente,   la clase  política  no lo acompaño en esa dinámica histórica, por qué  se impuso el odio, la envidia y la mezquindad. No  le perdonan que fuera un hombre exitoso como político y gobernante  en la Venezuela del siglo pasado.

 


En todo caso,  nos encontramos  con una Venezuela devastada material y espiritualmente. El fracaso histórico de un modelo  político, económico y cultural que se sustentó en una cultura del subsidio, del intervencionismo, del estatismo, del planismo, del capitalismo de estado, del colectivismo, socialismo. Lo que impidió en horizonte una  auténtica  sociedad libre  sin los atavismo históricos del estatismo y todas sus notas,   enemigo  de todo  lo que tuviera que ver con la acción humana, con la creatividad, con la innovación  y la empresarialidad, fundamento último de la riqueza  material y cultural de las naciones.

 


Por lo tanto, para salir de ese atolladero  histórico,  la Venezuela del insigne liberal  Domingo Briceño, debe encauzar sus energías hacia la constitución de una auténtica república liberal, federal, civilista, democrática y de libre mercado en sintonía  con un  orden civilizatorio  que delineando el futuro de la humanidad mediante  un paradigma energético más allá de los fósiles convencionales.

 


Por ello, pensar en la Venezuela post-rentista  es pensar en una Venezuela que debe   olvidar la imagen del dorado del oro negro y de la interrogante de los arrogantes expertos petroleros: “Entonces, de qué vamos a vivir”.

 


La Fundación Empresas Polar presentó al país el más hermoso atlas geográfico que revela la diversidad y la pluralidad histórica, demográfica y natural de cuánto existe en el suelo venezolano para impulsar la riqueza material y cultural. Es decir, la Venezuela post-rentista en un ámbito republicano, liberal, federal, civilista, democrático y de libre mercado, ´más allá de esa fantasía histórica que  enloquece a los venezolanos: el dorado de la faja. Las provincias que conforman el territorio nacional, Libre e independiente, del presidencialismo, del estatismo, del centralismo, del planismo y el rentismo, para impulsar con el espíritu de empresarialidad de los venezolanos el bienestar material y cultural de todos.

 


Los  venezolanos,  manejando la riqueza  del país  con  empresarialidad, creatividad e innovación sin la injerencia  del Estado, basado en el artículo 1 del decreto del Libertador (Quito,24-10-1829), tan olvidado por los políticos y expertos  petroleros, que reza, así:

 


Conforme a las leyes, las minas de cualquier clase corresponden a la República, cuyo gobierno  las concede en propiedad y posesión a los ciudadanos, que las pidan, bajo las condiciones expresadas en las leyes y ordenanzas de minas, y con las demás que contiene ese decreto.

 


Como se puede apreciar,  en el ánimo de Bolívar  predominó  la imagen privatizadora y empresarial de los ciudadanos. Aún más: Bolívar, con esta visión empresarial leyó con detenimiento  las Ordenanzas de las Minería de Nueva España, promulgada por Carlos III, en el año de 1783. Los dos primeros artículos que corresponde al Título Primero, Título 5,  Del dominio Radical  de las Minas  y su concesión  a los Particulares, y sus derechos, que por este deben pagar,… fueron importantes para el pensamiento económico del Libertador. El reza así:

 


Las Minas son propias  de la Corona  Real, Así, por su Naturaleza  y Origen, Como por su reunión, Dispuesta  en la Ley Cuarta, Título Trece, libro  Sexto de la Nueva Recopilación.

Sin Separarse del Real Patrimonio, Se le Conceden a  Los Vasallos, en Propiedad y Posesión, de tal manera  que puedan  Venderlas, Permutarlas, Arrendarlas, Donarlas, Dejarlas en Testamento Por Herencia o Mando, o de  Cualquier manera  Enajenar el derecho, que ellos tienen, en los mismos términos, que lo tiene en personas que puedan adquirirlos…

 

En otras palabras, en ambos decretos se refleja el espíritu  de empresarialidad tanto de la Corona como la República. Continuidad histórica. Solo cambia  la naturaleza  del poder.En un caso la Corona y en el otro la república. Lo que sorprende es el olvido  de estas disposiciones institucionales que rigen el marco de la minería, en la que se les confiere el derecho a los ciudadanos que puedan tomar en propiedad y posesión las las minas, otorgadas  por la corona o la república.

 


En la Venezuela post-rentista, republicana, liberal, federal, civilista, democrática y de libre mercado debe prevalecer el espíritu de empresarialidad implícito en este decreto del 24 de octubre de 1829. En este sentido, el experto petrolero Quiroz Corradi deja esta reflexión que recoge en esencia este decreto:

 


El decreto del Libertador de 1829 –no le trasfirió las minas de la corona al Estado. Las colocó en la cabeza de la república. Hay varias diferencias. La corona era el Estado, era el gobierno, era lo individual, (el rey), mientras el concepto de república para Bolívar era igual al de nación que somos todos los ciudadanos venezolanos. Tan es así, que el artículo 2 [1] de ese decreto le permite a la República ceder o vender la propiedad de las minas a los venezolanos que cumplan con ciertos requisitos. De manera que ese decreto no estatiza el petróleo, al contrario, permite que se les ceda la propiedad del petróleo a los ciudadanos, como siempre ha debido ser. Creo que hay que rehabilitar a Bolívar y no seguir atribuyéndole la estatización del petróleo[1]

 


Referencias

[1] Quiroz Corradi. Periodista y experto petrolero. Blog Píldoras de un mismo frasco. “Tips petroleros: 3-12-2014

Imagen: obra «The Fates Past, Present, Future» de Egron Sillif Lundgren

Tomada de: Ideas en Libertad

 

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