domingo, 1 de noviembre de 2020

Significado histórico del Pacto de Punto Fijo (31 de octubre de 1958-31 de octubre de 2020

 


RAMÓN RIVAS AGUILAR / IDEAS EN LIBERTAD 01NOV2020

Un 31 de octubre de 1958, hace seis décadas y dos años, tres figuras históricas de la Venezuela republicana y civilista, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, fundadores de los partidos políticos de Acción de Democrática, Copei y de URD, respectivamente, firmaron con puño y letra el célebre documento político Pacto de Puntofijo, en la quinta del mismo nombre,propiedad de Rafael Caldera.

Uno de los documentos de mayor trascendencia política del proceso histórico venezolano. En efecto, a lo largo del devenir nacional resultó frustrante que los venezolanos encaminaran su destino vital  hacia la ruta de la democracia, de la libertad, del bienestar. En fin, de la convivencia pacífica  para resolver sus problemas materiales y culturales en el marco del respeto, la tolerancia y la responsabilidad  de construir día a día el futuro de una nación, que ha dado al mundo lecciones de dignidad, de coraje y de heroísmo  para vivir en libertad.

 


SÍ.El Pacto de Puntofijo recoge en su espíritu el fundamento que hace posible que las naciones alcance el progreso  en un  mundo en  el que las instituciones libres permanecen como salvaguarda de la libertad. El Pacto de Puntofijo, es el documento que revela el compromiso político de unos hombres y de unas organizaciones políticas en la defensa de la democracia y de la constitucionalidad contra toda forma de tiranía. Un esfuerzo  político y pedagógico para inculcarle a los venezolanos que el fin último de los regímenes de fuerza de cualquier naturaleza, tiránico, dictatorial, colectivista, comunal y totalitario, es la de suprimir el amor del hombre siente por la libertad. Los jerarcas  de la tiranía justifican su actuación  como gobernante mediante la cultura del mandón, del continuismo, del militarismo, del mesianismo y del fundamentalismo con toda la carga simbólica de  los valores patrios.

 


En la Venezuela del siglo XX, en sus primeros 58 años de vida republicana, se propagó la teoría del cesarismo democrático, del culto bolivariano, de la ideología bolivariana, de la  evolución orgánica de la democracia y de la doctrina  nacional, respectivamente (1899-1945; 1948-1958).El gendarme necesario y su transformación  conceptual etimológica y filológica con la pretensión última que los venezolanos no estaban preparados  para vivir en democracia.

 


En  ese sentido, el Pacto de Puntofijo es la respuesta histórica contra la mentalidad y la praxis del poder que se fundamentó  en la doctrina  cesarista. En definitiva, el  camino para Venezuela: la democracia. No cabe la menor duda, que en  estas décadas (1958-2020) la democracia como creencia, era  un valor absoluto en el espíritu de la nación. Por supuesto, la república y sus componentes esenciales fueron destruidos en los gobiernos revolucionarios y bolivarianos. Sí. Sus estructuras y sus morfologías. Pero, no murió lo vital: el fervor, la pasión y el amor por la democracia y la libertad, que se cultivó en la era democrática. Allí, precisamente, reside el valor histórico del pacto: representó  la unidad de un país en defensa de la constitucionalidad y de la democracia contra toda  forma de tiranía. Asimismo, con repercusión  significativa para las naciones de América Latina, bajo la impronta del sable y la bota militar. Mientras la nación del insigne liberal y civilista Carlos Rangel, recuperaba su democracia; los pueblos latinoamericanos,  en sus mayorías,  fondeaban las banderas del militarismo.

 


Sin duda alguna, la Venezuela civilista,  enemigo número uno de todos esos tiranos y dictadores esparcidos en la Colombella de Miranda. Sin exagerar la Venezuela republicana contribuyó con la muerte  de las dictaduras en América Latina. De igual modo, impulsó su fervor libertario y el poder de las instituciones libres para encauzar su destino vital en el ámbito de la libertad. América Latina, en deuda histórica, con la nación de Andrés Bello.Es decir, la Venezuela civilista exportó la democracia  hacia América Latina  para sacudirse la vergüenza histórica de las dictaduras y de la subversión.

 


Dentro de ese contexto histórico-doctrinal, que sintetiza el Pacto de Puntofijo, dos retos tuvo que enfrentar la democracia venezolana: primero, responder  con contundencia civilista y militar los más diversos intentos de golpes que se fraguaron  en los primeros años de la década de los sesenta. Se impuso el civilismo. El poder militar al servicio del republicanismo; y segundo, la subversión  comunista con el propósito de liquidar la democracia  y el capitalismo para echar los cimientos del comunismo. Una guerra internacional, en el territorio venezolano, contra la hoz y el martillo,  esplendor del comunismo mundial. Fueron derrotados, salvando en el país la democracia. Una derrota histórica que contó  con el esfuerzo gigantesco de los EEUU, cuna de la libertad.

 


El Pacto de Puntofijo, faro luminoso y resplandeciente, cuyas ideas-fuerzas fueron clave para preserva la democracia en Venezuela mediante una poderosa unidad nacional de propósitos y fines en aras de la libertad y el bienestar. De igual modo, para entusiasmar a los latinoamericano a sacudirse  las dictaduras  y develar la ruta civilista. Al mismo tiempo, impedir la instauración del comunismo. Y, finalmente,  un aliado histórico de los EEUU para combatir  el comunismo a escala mundial. El Pacto de Puntofijo, ideas-fuerzas, que revela en su contenido no solo la defensa de la democracia sino también la preservación del capital humano y su impacto en el crecimiento económico,  lo que  expresa una unidad dialéctica entre la libertad y el progreso, en la que  el estado y la renta  jugaron un papel  en el desarrollo nacional.

 


Dentro de esa perspectiva, un logro histórico que la nación en menos  de 60 años, un desarrollo económico, social y cultural  espectacular, excepcional en la historia universal. Caso único en la historia económica y social del mundo. Basta señalar que los venezolanos  con el conocimiento, el capital y la tecnología universal jugaron un papel importante en el nacimiento y expansión de una de las industrias petroleras más importante del hemisferio occidental.

 


De igual modo, la creación de la OPEP (1960) y su impacto fundamental en el nacionalismo tercermundista; en la creación de los derechos económicos y  sociales del tercer mundo(1973);  la nacionalización de la industria petrolera (1976) abrió los caminos que permitió  a los venezolanos levantar  una corporación de energía,  una de las más importante del mundo con una presencia gigantesca en el escenario energético global; con la Conferencia del Mar celebrada, en el año de 1974, las naciones  del Tercer Mundo  se posesionaron legalmente sobre la zona exclusiva económica del mar, más de 200 millas  en manos de los Estados nacionales.

 


Asimismo,  una inmensa infraestructura física, sanitaria y educativa, configurando antropológicamente un venezolano fuerte, saludable, alfabetizado  con un espíritu abierto al mundo. Sin  negar la importancia cultural de la Fundación Ayacucho (1974), de las orquestas sinfónicas de Venezuela (1974) y la Biblioteca Ayacucho. Y, tal vez una de las fundaciones más significativas que despejó con sus investigaciones  las características físicas y espirituales  de una sociedad en evolución, transformación, desarrollo  y progreso material y cultural: El Centro de Estudios sobre y Crecimiento y Desarrollo de la Población Venezolana (Fundacredesa), 1974, bajo la presidencia del eminente médico venezolano Hernán Méndez Castellano. El Proyecto Venezuela constituye el estudio más ambicioso que se haya realizado sobre el conocimiento del venezolano desde las distintas disciplinas del saber. Una investigación científica sobre la sociedad venezolana  en la que se  demostró  el grado de desarrollo de los venezolanos desde el punto de vista físico, antropológico, sociológico, económico, educativo, sanitario y psicológico. Lo que demolió todos esos mitos culturales  que inventaron  los positivistas y los marxistas sobre la incapacidad estructural de que los venezolanos no podían  alcanzar  la civilidad y el bienestar en un esquema de vida democrática. Para esos arrogantes y soberbios y vanidosos intelectuales, la superación del subdesarrollo  solo era posible en el marco del cesarismo y la utopía. Fracasaron en ese intento histórico. Mi respeto y admiración  para esos hombres, de pasión  venezolanista,  que echaron  por tierra tantas mentiras  históricas sobre  una Venezuela  que no podía alcanzar   la civilidad y el progreso. El “Estudio  nacional  de crecimiento  y desarrollo humanos de la República de Venezuela” (FUNDADECRESA), un modelo de investigación científica  a la altura de cualquier investigación que se haya producido en cualquier nación en el primer mundo. Nada que envidiar.

 


Sin ir más, lejos,Ciudad Guayana, en menos de 15 años,  se levantó con  la inteligencia criolla, con la ayuda de   capital y tecnología  internacional. Es decir, el dominio del poderoso rio Orinoco y el Caroní que electrificó la nación y a unas cuantas de América del Sur. Una proeza histórica de la democracia venezolana. Sería mezquino negar el aporte histórico de los gobiernos  anteriores  al 23  de enero de 1958, que hicieron sus contribuciones de importancia en el desarrollo de la infraestructura física, educativa y sanitaria. Merecen su reconocimiento histórico, independiente del ejercicio y formas de gobierno. Toda esa gigantesca proeza histórica en defensa de la democracia, su irradiación hacia América Latina y la presencia de la nación  en los organismos internacionales en aras de los derechos humanos, contra los gobiernos tiránicos y contra el comunismo, contó con el fervor libertario de su liderazgo político y de la inmensa mayoría de los venezolanos  y de los EEUU, portador de la libertad, de la democracia y el progreso. Aún  más:  con unos recursos económicos y financieros que no llegaron a los trecientos cuarenta y cinco mil millones de dólares que percibió el Estado por impuesto sobre la renta y regalías y otros(1958-1998)

 


“La revolución bonita,” capturó más  de dos billones de dólares  que “sembró” a lo largo y ancho  del planeta sin ningún tipo de beneficio material y espiritual para la nación. ¡Qué ironía! La abundancia fiscal (1999-2020) propició  la bancarrota total de la nación. En efecto. Como fue posible  que la Venezuela  que tuvo su  inspiración histórica en esas ideas-fuerzas que representó el Pacto de Punto Fijo,   fuera destruida  material y espiritualmente, en aproximadamente dos décadas (1999-2020). ¿Cómo fue posible?. ¿Cómo la destruyeron con la complacencia y la cobardía de los imperios y naciones  tanto de Occidente como Oriente?. Pero también con la complacencia, la frivolidad, la irresponsabilidad de las élites políticas, empresariales y culturales que contribuyeron con el deterioro  de las instituciones democráticas y, como consecuencia, el camino para ser demolida  con todos los efectos  que los venezolanos conocen. Es vital un examen de conciencia.

 


Eso es lo que explica la grandeza histórica de Rómulo Betancourt, de Rafael Caldera  y Jóvito Villalba,  quienes  examinaron   en distintas perspectivas  los efectos  positivos y negativos del 18 de octubre  de 1945, que desembocó el 24  de noviembre de 1948. El jacobinismo, la intolerancia, la vanidad, la soberbia y la arrogancia de una  revolución extraordinaria para el futuro republicano y civilista de la nación, no contuvo el 24 de noviembre de 1948. El resultado: una dictadura que perduró por una década. Esa circunstancia dolorosa y trágica,  es la génesis y la proyección gigantesca  del Pacto de Punto Fijo. Un acuerdo nacional para la convivencia democrática con espíritu de dialogo y racionalidad en la que los venezolanos gozarían de instituciones libres. Es el espíritu  que debe predominar  hoy,  en una Venezuela  invertebrada, sin ideas-fuerzas,  donde viejas y nuevas generaciones con un  apetito irracional por la silla de Miraflores. No. Ese no es el camino. Ese afán generacional  es el mayor obstáculo que impide que los venezolanos recuperen su democracia, su libertad y su bienestar. De allí, la desunión cuyos motivos son más de personalismo y de afán presidencialista.

 


Por tanto, es vital en perspectiva histórica  un examen crítico sobre la naturaleza, el alcance  y los límites históricos que se derivaron del célebre  documento Pacto de Puntofijo,  para  mirar en el horizonte  cuán vital es una reflexión intelectual que nos permita develar  nuevos caminos para superar  la situación  histórica en la que vive la Venezuela actual, sin que eso signifique  que perdamos la conciencia histórica. No. Espíritu civilista, democrático  y progreso,  en el marco de una nueva forma de ejercer el poder,  en perspectiva liberal, federal y de libre mercado en sintonía con las gigantes transformaciones que se están gestando  en el escenario planetario.

 


Ante nuestros ojos se erige un proceso civilizatorio que está delineando el futuro de una sociedad global, como resultado de la acción humana, de la empresarialidad, de la creatividad y de la  innovación de millones y millones de seres humanos, de carne y hueso, que lleva en su ánima  su pasión por la libertad y el deseo de superación personal, en el marco de un mundo libre y abierto  a la magia y a los misterios  que depara un universo en expansión. Libertad, civilismo, republicanismo, federalismo, libre mercado,  cultura, religiosidad y nuevo paradigma energético, los signos de una era civilizatoria  que nación  alguna  podrá dar la espalda. Es el sentido histórico que irradia la firmeza y la voluntad de millones de venezolanos que están construyendo su destino vital día a día con sacrificio, coraje, heroísmo y empresarialidad, más allá  de esas pretensiones frívolas de una clase política que solo la mueve el negocio  sin importar la vida de los venezolanos. Negocios  con la  cobardía y la complacencia de algunos países europeos que embriagan  la vanidad y la soberbia de unos cuantos aventureros que se creen  heredero del libertador.

 


Por lo tanto, la llamada provincia de Venezuela, republicana, civilista y liberal,  tradición, conciencia e historia,  en esta fulguración de la más bella civilización  que haya gestado   hombres y mujeres  desde su aparición en la tierra: la civilización occidental con su grandeza y miseria ha dado a la humanidad  los valores que le dan sentido a   la existencia humana: libertad, igualdad, dignidad y responsabilidad para que cada uno de nosotros labre su destino vital sin  la cultura del subsidio con toda esa gama de ideologías que desean salvar al hombre mediante el estatismo, el intervencionismo, el planismo, el populismo, el proteccionismo, el nacionalismo, el ecologismo, la sustentabilidad, el culturismo y  el generismo. Nada de eso.

 


Así, la provincia de Venezuela  a la altura de la circunstancia histórica. En sintonía con los tiempos. En correspondencia con un orden civilizatorio  cuyo eje central  es el hombre de carne y hueso, fuente de todo proceso civilizatorio.  Sí las viejas y nuevas generaciones no están atenta a esa dinámica civilizatoria, el tiempo los borrará, inexorablemente. Sí continúan en ese afán de figurín, de afán personalista, presidencialista, arrogante y soberbio,  tiene los días contados. Recuerden con modestia y serenidad las lecciones  del 18 de octubre de 1945 y  del Pacto de Punto fijo. Lecciones históricas que enseñaron  a una generación de hombres  dignos y responsable  ante destino  vital de la República, que la nación está por encima de los afanes personalistas, hedonistas y mercantilistas.

 


En ese sentido, esfuerzo unitario para recuperar la libertad, promover un gobierno de transición e impulsar elecciones presidenciales  e impulsar una reforma estructural  que recoja en su seno los postulados  del republicanismo, del federalismo y del libre mercado.  Una sociedad  libre de todo prejuicio histórico de origen estatista  y cesarista. Una sociedad abierta al hombre libre sin temores de ninguna naturaleza al mundo de la globalización. Una sociedad libre que abra las puertas a un mundo que en que el saber, el conocimiento,  la ciencia y la tecnología sean clave del progreso material y cultural de la nación. Sin miedo alguno atento a un mundo que está cambiando el destino histórico de la humanidad.

 


Referencias

Portada Revista Momento.  31 de enero de 1958. Rafael Caldera, Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt.

Tomada de: Ideas en Libertad

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