viernes, 12 de agosto de 2022

Restablecer las relaciones con Colombia no es tan sencillo como Maduro espera

 

Luisa Quintero|Agosto 12, 2022

Nicolás Maduro ha ordenado acercamientos para concertar posiciones en cuanto a seguridad, pero Gustavo Petro se inclina por mejorar la institucionalidad entre ambos países, rota formalmente desde 2019. Politólogos coinciden en tres puntos fundamentales para llevar adelante las relaciones con Colombia: normalizar las relaciones diplomáticas, protección de los migrantes venezolanos y reactivar las actividades económicas y comerciales. En todo caso, ninguna de ellas se concretará de la noche a la mañana


La asunción del izquierdista Gustavo Petro a la presidencia de Colombia mueve las piezas en el tablero de relaciones en América Latina, un evento que esperaba la administración de Nicolás Maduro que cuenta con pocos aliados regionales. 


Desde 2019, tras el reconocimiento de Juan Guaidó como mandatario interino venezolano, se rompieron formalmente los lazos entre ambos países. El intercambio desde el gobierno de Maduro se limitó a denuncias de conspiraciones, mientras que el «interinato» se encargó de la embajada en ese país para la atención de migrantes. 


Con Petro en el poder, que reconoce como gobernante a Nicolás Maduro, se apuesta por una “normalización gradual de las relaciones”, como señaló el canciller colombiano Álvaro Leyva en julio pasado, y que incluye abrir pasos fronterizos, aunque no se sabe el estado actual de todos, además de restablecer oficinas consulares. 

Los politólogos Ana Carolina Crespo y Carlos Romero coinciden, en conversación con TalCual, que esto no será «de la noche a la mañana». Además, hay tres puntos fundamentales para llevar adelante los nexos entre ambos países: normalizar las relaciones diplomáticas, protección de los migrantes venezolanos y reactivar las actividades económicas y comerciales.


Fiscalía capturó seis policías por contrabando en Cúcuta. Los uniformados, según la Fiscalía, integraban una organización criminal al servicio del contrabando desde Venezuela. – Foto: León Darío Peláez


Crespo, parte de la directiva del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri), destaca que es probable empezar a ver manifestaciones «de esta gradualidad en los primeros 100 días de gobierno, especialmente en el periodo previo a las elecciones intermedias de los Estados Unidos».


En ese periodo, espera que se discutan temas como la apertura de la frontera, los vuelos directos entre ambos países e incluso temas de cooperación binacional en cuestiones comerciales o de seguridad. 


La politóloga considera que estas acciones «pueden empezar a manifestarse como acciones orientadas al cultivo de la confianza hacia Petro como gobernante».


El profesor Carlos Romero, por su parte, señala que la resolución de estos temas puede extenderse hasta finales de 2022. «Este es un gobierno distinto. Un gobierno que busca cooperar con Maduro, y no un gobierno como el anterior (Iván Duque) que estaba prácticamente dedicado a entorpecer las relaciones por su planteamiento político, relaciones con la oposición venezolana, entre otros». 


Asegura que se está «comenzando de cero», lo que representa un gran reto desde el punto de vista logístico e institucional. «Ese es el problema. ¿Cómo se aborda una relación bilateral positiva con las limitaciones que se han venido construyendo en los últimos años?».


Mientras que Socorro Ramírez, integrante de Puentes Ciudadanos Colombia-Venezuela, comentó en un evento del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro que es crucial que se logren construir metas de corto, mediano y largo plazo para lograr el objetivo de retomar las relaciones fronterizas. 


Uno de los imperativos, a su juicio, es que se revivan mecanismos de resolución de problemáticas, como la Comisión Binacional de Fronteras (Combifron). La última vez que ambos países se reunieron bajo esta modalidad fue en 2009, en una reunión en Caracas. 


Crespo apunta que un indicio en la búsqueda de consensos o de escuchar a los actores de la frontera fue la participación de los ministros de Comercio, Agricultura e Industria del gobierno, en el encuentro sostenido el pasado 5 de julio entre actores empresariales de ambos países denominado «El Acuerdo de la Frontera».


Diplomacia con trabajo

Las relaciones diplomáticas entre ambos países pasan por retomar tanto el control de las Embajadas como reabrir los 15 consulados presentes en Venezuela, al igual que los ocho en Colombia.


El profesor Carlos Romero estima que entre el nombramiento de embajadores, la reapertura de los consulados y algunos temas de carácter comercial, se pueden tardar un semestre. 


La noche del 11 de agosto, los gobiernos de Petro y Maduro adelantaron un primer paso del aspecto diplomático: El excanciller venezolano Félix Plasencia pasará a ser el representante venezolano en Bogotá, mientras que Armando Benedetti será el embajador colombiano en Venezuela.


En ese nombramiento de embajadores y reapertura de embajadas y consulados se debe tomar en cuenta el factor económico. La mayoría de las oficinas funcionaban en espacios arrendados y todo el personal diplomático fue enviado a otras misiones. «Hay muchos puntos que tejer para que se vaya construyendo ese marco institucional. En 2023 podría iniciar una nueva dimensión de las relaciones entre Colombia y Venezuela», dice Romero.


Ana Carolina Crespo señala que la normalización gradual de estas relaciones diplomáticas forma parte de los objetivos de la agenda Petro, «acción que buscará acometerla en torno a intereses comunes, como el comercio binacional, el tránsito de bienes y personas, la migración y el diálogo regional».


Pero, advierte, el éxito de estas negociaciones no solo depende de la voluntad de ambas naciones. «No podemos olvidar la influencia que pueden tener otros actores clave que afectan las acciones en este escenario: los grupos irregulares que hacen vida en ambas naciones y las relaciones con los EEUU».


Para Crespo, es necesario tomar en cuenta el «factor armonizador» que puede significar Gustavo Petro en un posible diálogo entre Venezuela y Estados Unidos. «Este rol nos daría cuenta del pragmatismo de Petro como jefe de Estado».


Migrantes y refugiados en Colombia

Hasta el 31 de julio de 2022, según cifras de Migración Colombia, hay 2.448.215 personas que han completado el Registro Único de Migrantes Venezolanos (RUMV). Más de un millón 500 mil han tramitado el Estatuto Temporal de Protección (ETP).


Ambos politólogos coinciden en que es un tema delicado y difícil de eludir debido a la repercusión que tendrá en las nuevas políticas migratorias de Colombia, que ya anunció unos nuevos visados para ingresar a su territorio. 


«Su vigencia (del ETP) puede ser percibida como un elemento de buena voluntad para la población migrante y para la región, velando por el bienestar de nuestros connacionales y en respeto de las convenciones internacionales, hacemos votos por su mantenimiento», dice Crespo.


Tampoco descarta que este tema pase a un segundo plano en la agenda de ambos países,  «en la medida en la que otros temas vayan ocupando espacio en la agenda binacional y empiecen a manifestarse señales de recuperación económica y estabilidad en la región, mientras se manifiestan las prioridades del Gobierno Petro».

Venezolanos en Colombia migrantes

Según cifras de Migración Colombia, hay 2.448.215 personas que han completado el Registro Único de Migrantes Venezolanos (RUMV)


Un punto que menciona el profesor Carlos Romero es la situación de los asilados políticos venezolanos. Uno de los más famosos es Julio Borges, a quien la administración Maduro acusa de estar involucrado en un intento de magnicidio y por el cual ya se le emitió una orden de captura. 


Consideras que ha habido «una especie de fake news» al considerar válidas estas deportaciones. «No olvidemos que el canciller Álvaro Leyva es uno de los expertos latinoamericanos más importantes en derechos humanos. Para él, seguramente, será un principio de honor proteger a estos asilados en tanto no hagan política interna y respeten los cánones del derecho internacional».


Seguridad, ¿ante todo?

La última vez que los ministerios de Defensa de Colombia y Venezuela se reunieron fue el 30 de junio de 2016, para tratar temas de lucha contra el narcotráfico y el contrabando. Un año antes, las discusiones entre ambos países sobre la seguridad común se vieron interrumpidas, mientras que para agosto de 2015, Nicolás Maduro ordenó cerrar el paso fronterizo con Colombia.


El pasado 9 de agosto, durante la entrega de mando en varios viceministerios, el ministro de la Defensa venezolano Vladimir Padrino López informó que, por órdenes de Maduro, había iniciado los contactos para restablecer relaciones militares con Colombia. 


Quien salió al paso fue el mismo Gustavo Petro. Consultado por medios colombianos, el presidente aseveró que «primero deben restablecerse las relaciones institucionales, comerciales, sociales, culturales, familiares incluso. Son comisiones que ya existían, ya existía una institucionalidad desde hace décadas y ahora hay que volver a reconstruir».


Ana Carolina Crespo refiere que la cooperación en materia de seguridad «es lo deseable», pero se debe tener en cuenta que, aunque los Estados parecen compartir participación, «se multiplican los dolientes y actores y cada cual tiene su agenda».


«Antes de adelantar pronósticos, es necesario entender la lógica y la idea que tiene el nuevo gobierno sobre seguridad y defensa. Este es un caso sui generis ya que es la primera vez que la izquierda está en el poder en el vecino país, toca configurar su rol, uno que pasa de ser doliente, en el caso de la insurgencia, a ser decisor desde la jefatura del Estado. Dependiendo del enfoque y las prioridades brindadas en la agenda de seguridad como en defensa, tocará ver cómo Petro puede afrontar el tema de la seguridad fronteriza», explica la politóloga.


Reactivación comercial con Colombia

Luis Alberto Russian, presidente de la junta directiva de la Cámara de Integración Económica venezolana colombiana (Cavecol), ha dicho que la relación de intercambio comercial está muy disminuida, aunque ha tenido ciertos signos de incremento a partir del segundo cuatrimestre del año. 


En todo caso, es necesaria la revisión de los puentes y pasos autorizados en toda la frontera compartida, que se extiende por más de 2.200 kilómetros.


«La infraestructura en Maicao y Paraguachón nunca fue tan robusta como la de la frontera tachirense, que estaba preparada para recibir el 60% de toda la importación», dice Russian. 


Por esta frontera se comercializa principalmente alimentos, productos textiles y de primera necesidad. «Más adelante entrarán en la discusión aspectos arancelarios, logísticos o de actualización de acuerdos comerciales», opina la politóloga Crespo.


«Es importante el respeto de los temas de agenda pendientes, el establecimiento de una agenda de trabajo, establecer acuerdos de cooperación entre los estados y las fuerzas vivas de la frontera, especialmente los gremios privados, para establecer los pasos a seguir para el restablecimiento de la relación», señala.


Tomada de: TalCualDigital

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