Analítica12 mayo, 2025
Vivimos en un estado de anomia: una falta de normas claras que nos guía y que genera confusión y desorden.
En las calles de nuestro país lo vemos a diario. Muchos motorizados y conductores tratan la luz roja no como un alto obligatorio, sino como una oportunidad para cruzar más rápido.
Lo mismo pasa con el llamado hombrillo: en lugar de servir de sitio seguro para las emergencias, algunos los usan para adelantar a la fila. Y qué decir de la “viveza criolla” en el banco, donde colarse se convirtió en regla no escrita para llegar antes al cajero.
Esta desobediencia nace de la idea de que nunca habrá castigos. Sin embargo, los mismos que ignoran nuestras leyes viajan al extranjero y, allí, cumplen las normas como buenos ciudadanos.
La salida está en el ejemplo de nuestros gobernantes: si ellos respetan y aplican la ley sin excepciones, recuperaremos el sentido de lo justo. Así lo hemos logrado en el pasado, aunque de forma imperfecta. Hoy puede volver a funcionar si todos, autoridades y ciudadanos, decidimos que las reglas importan.
Tomada de: analitica
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