Por El Nacional -agosto 10, 2021
Es muy difícil de explicar para el que no le ha tocado la desgracia de vivir en el abismo chavista. Lo que pasa en Venezuela supera las mejores novelas de ciencia ficción o el muy galardonado y reconocido realismo mágico. Y no estamos hablando de las peleas entre los psuvistas para repartirse las candidaturas y el dinero de la campaña.
Es que ni los venezolanos pueden creer lo que les sucede. ¿Cómo enfrenta la vida un trabajador que gana 1,87 dólares mensuales si necesita 302,94 para comprar la comida para su familia? Es que ni que ponga a trabajar hasta al perro puede lograr cubrir la canasta alimentaria. Estos datos corresponden al mes de julio. Seguramente que para agosto este índice subirá, sobre todo después del anuncio con bombos y platillos del bolívar digital.
El Observatorio Venezolano de Finanzas hace estos cálculos todos los meses y mide la inflación de varios rubros, pero la comida, lo primordial, continúa siendo el centro de atención. Es sabido que muchos trabajadores del sector privado reciben una bonificación aparte del ínfimo salario mínimo que decretó el régimen para todos por igual. Pero esos “bonos” no llegan a cubrir los más de 300 dólares necesarios para una familia de 5 miembros.
Por supuesto que el rubro que más aumentó en julio fue el escolar. Esto debe ser una pesadilla para los padres, pues aunque no está claro aún si comenzarán las clases “presenciales”, hay que procurar tener todo lo necesario para que los niños comiencen el año escolar.
Es tan insólito lo que sucede en la economía venezolana, que incluso los servicios aumentaron en julio 22%. Y eso que no hay agua corriente y la electricidad se va a cada rato. Las tarifas por aseo urbano son exorbitantes y hay comunidades, como la de la capital del estado Miranda, Los Teques, en las que los recibos por la recolección de basura llegan por cifras astronómicas. En toda Venezuela hay gente que paga por la conexión telefónica, aunque tienen años sin línea. ¿Cómo explicarle eso a quien no lo ha vivido?
No hay manera de justificar el desorden y el caos económico que ha creado el régimen. Y como siempre, el venezolano sacrificado trata de sobrevivir, aunque los precios de la canasta alimentaria lleguen a la estratósfera. Se le va la vida sorteando las dificultades y se acuesta todas las noches con hambre. Poco le importa si en el PSUV se caen a golpes o si el número tres quiere arrebatarle el poder al inquilino usurpador de Miraflores.
Ese ha sido el objetivo de la cúpula rojita, distraer a la gente con los problemas más inmediatos para que los dejen hacer y deshacer a su antojo. Esperemos que se den cuenta de que, así como el pueblo no respondió en las primarias, así tampoco se comerá el cuento electoral que solo sirve para los intereses de los mandamases.
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