domingo, 26 de enero de 2020

23 de enero ¿acaso una fecha ritual?/Américo Martín domingo 26ene2020

@AmericoMartin
En condiciones normales la celebración del 23 de enero de 1958, transcurridos 62 años del derrocamiento en esa fecha de la dictadura militar que incautó brutalmente la democracia y la libertad, conserva su importancia histórica y pedagógica, pero convengamos que con creciente desgaste emocional. La pregunta es ¿por qué en esta ocasión el recuerdo del aniversario ha sido tan especial y pertinente?


El azar en la historia es, como dijera Sartre para rebatir la supuesta dialéctica de la naturaleza, mucho más frecuente en los movimientos naturales que las llamadas leyes científicas pregonadas por Marx y Engels, “no se desarrolla”, permanece inerte, es un “estado permanente” que se mueve por medios mecánicos. Las piedras no se auto aniquilan, son desgastadas mecánicamente por factores depredadores.

A lo que voy, si el azar es lo predominante, la historia sencillamente no se repite y menos al carbón. Lo que induce a creer lo contrario es que entre los infinitos hechos humanos aparecen con asiduidad actos que se materializan en fenómenos tan parecidos a otros del pasado que generan juicios erróneos aunque comprensibles. No obstante, no creo que sea correcto descartarlos a las primeras, por el contrario, es importante estudiar tales similitudes a fin de no incurrir en errores ya cometidos.

No es en nada desaprovechable este conocido refrán de la vida corriente: “El hombre es el único animal que se da dos veces con la misma piedra”. Aunque no sé si es el único, el consejo es bueno. Si no favorece la unidad es la primera piedra del refrán, romperla es la segunda y definitiva.

El 23 de enero de 2020 ocurrió en circunstancias que en mucho recuerdan las del 23 de enero de 1958. En mucho, sí, pero con interesantes originalidades. Si bien ambas se sitúan en el marco autocrático-represivo, en la de Pérez Jiménez los factores internacionales no incidían con la misma intensidad, ni fue tan fuerte la disuasión de las violaciones de los DDHH.

Las dictaduras de Gómez, Trujillo, Pérez Jiménez no soportaron como ahora la insistente presión de los defensores de los DDHH.

Han crecido gremios, iglesias, estamentos sociales e institución armada. Civiles y militares pueblan las cárceles. Por supuesto, quedan áreas a medio hacer, tareas pendientes. Las Universidades no terminan de hacer valer su tradicional papel de vanguardia pese a estar amenazadas en su condición autonómica y asfixiadas presupuestariamente. Obviamente lo harán. Ex presidentes y presidentes de las Federaciones de Centros de la manera más incondicional se han puesto en acción. Un deber de conciencia me lleva a resaltar el tenaz y excelente trabajo universitario de Caracciolo Betancourt, activo defensor de la Autonomía amenazada e insomne luchador democrático.

Entendamos que programas y líneas cristalizan en las manos confiables de estos luchadores.

La unidad nacional cimentada en la variedad y el pluralismo es lo que acerca más las dos fechas. Sin el pacto de Nueva York y la Junta Patriótica, el tránsito democrático habría sido mucho más doloroso y cruento. La unidad vuelve a ser hoy la gran premisa del cambio. Su impacto, creciendo continuamente, pasó a ser la fuerza más vigorosa en la lucha por la democracia, combinada con el visible y contagioso respaldo del planeta, más consistente y amplio que nunca, en un mundo más unido en su solidaridad con Venezuela, con su Asamblea Nacional y sobretodo en la comprensión del histórico rol de su presidente, Juan Guaidó, quien es percibido con razón, como el líder más popular y en mejores condiciones para dirigir el anhelado viraje hacia la democracia, la prosperidad y la libertad.
Tomada de: TalCualDigital

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