Alexandra Álvarez[1] e Irma Chumaceiro[2] / Ideas en Libertad 26jul2020
Venezuela enfrenta una descomunal y amenazante crisis humanitaria que afecta a todo el subcontinente. Más allá de la emigración masiva propiciada por la precaria situación económica, ahora se añaden los nuevos desplazamientos de aquellos connacionales retornados quienes, a causa del Covid 19, han tenido que enfrentar la miseria y el rechazo en los países en los que se habían precariamente asentado.
Desde la más alta cúpula del gobierno se da lugar a un proceso lingüístico-discursivo de estigmatización, que acarrea la discriminación y el rechazo (verbal y físico) de los desplazados, despojados, de manera arbitraria y premeditada, de su condición de ciudadanos, para limitarles el derecho de volver a su país de origen.
Como producto de esta estrategia verbal descalificadora y abiertamente discriminante, se ha empleado la palabra “trocheros” para hacer referencia a los venezolanos que regresan, pasando a pie nuestras fronteras. Así mismo se les ha presentado como “armas biológicas”, seres contaminados, que traen consigo un virus “importado”. En este sentido, Nicolas Maduro ha afirmado que el contagio es consecuencia de una acción hostil de Colombia: “Nosotros tratamos de atender a los retornados […] pero el gobierno colombiano se puso a abrir trochas por todos lados para meter a gente que nos contagie a todo el país.”[3] Declaraciones como esta equiparan, sin aportar pruebas, la enfermedad con una acción planificada y criminal.
Detengámonos en la expresión “trocheros”, empleada en el discurso oficial, de manera generalizada, para aquellos que se desplazan por las trochas.[4] Si bien dicha palabra era usada como venezolanismo para denominar a quienes cobran por transportar ilegalmente, personas y mercancías, a través de los pasos fronterizos —controlados por grupos irregulares, guerrilleros, paramilitares, “colectivos” e incluso militares,[5] ahora se emplea para designar peyorativamente a la migración venezolana que retorna desde los países vecinos. El empleo del término “trochero” en su sentido cambiado, es un nuevo aporte de la neolengua chavista.[6] Mediante este recurso semántico, se presenta a la víctima (el retornado) como el victimario que trae la enfermedad y la muerte a sus connacionales.
Todos hemos visto desarrollarse de manera abrumadora y efectiva la neolengua en los discursos de Hugo Chávez y, ahora, en los textos de Nicolás Maduro. “Escuálidos”, “majunches”, “cachorros del imperio” “oligarcas”, “bioterroristas” son algunas de sus expresiones más comunes. Estos términos aplicados al adversario cumplieron, entre otras, las funciones de dividir, engañar y confundir (Cánova González 2020)[7] Recordemos que el concepto de neolengua fue creado por Orwell en su novela 1984 y es una traducción del inglés Newspeak. En la novela, la neolengua sustituye la viejalengua (Oldspeak), la lengua habitual, y tiene como función descontrolar el pensamiento de los ciudadanos. Se caracteriza por tener un vocabulario reducido y por la ausencia de doble sentido. Un buen hablante de neolengua necesitaría sólo pocas palabras para expresar pocas ideas, aquellas que desde la cúpula se procura que interioricen y expresen sin reflexionar.
A la novela de Orwell, que fictiviza una realidad totalitaria, la precedieron los diarios de Viktor Klemperer, publicados en 1947, como LTI – Lingua Tertii Imperii: Notizbuch eines Philologen. Klemperer, un profesor alemán de origen judío casado con una aria, logró sobrevivir el Reich dentro de Alemania, pero fue despojado, como era de esperarse, de su cátedra universitaria y obligado a trabajar en una fábrica. Klemperer recogió pacientemente las expresiones características del nazismo, empleadas como propaganda contra los judíos. Entre ellas: Konzentrationslager ‘campo de concentración” por ‘campo de exterminio’; “Sonderbehandlung” ‘tratamiento especial’ por ‘asesinato’; “verschärfte Vernehmung” ‘interrogatorio intensificado’ por ‘tortura’.
En nuestros días, la desestimación y crítica de la neolengua no es un asunto purista. No se trata de mantener nuestra lengua impoluta, libre de contaminaciones. El problema de la neolengua es, como dice Cánova (2020) que sirve para dividir, engañar y confundir.
Divide, porque en el caso de los retornados los distingue de los otros venezolanos, los “patriotas”, los que no se han ido, o los que se han ido pero han logrado mantenerse en el exterior. Crea, en otras palabras, un estigma. Se les estigmatiza lingüísticamente como pobres, derrotados, apátridas y , ahora, como agentes de contaminación mortal.
Engaña, porque evidentemente ni todos los retornados están contaminados, ni son la causa del incremento exponencial de la epidemia en el país. Todos conocemos las carencias estructurales que se sufren en Venezuela. La desnutrición y las malas condiciones sanitarias en la que se encuentra la población la hace aún más vulnerable a cualquier enfermedad.
Confunde, porque la población adopta el término que se le impone desde arriba, a través de los voceros gubernamentales y de algunos medios. En este caso, “trochero” se asocia semánticamente a ‘retornado’ y a su vez este vocablo se relaciona arbitrariamente con agente contaminante, crisis sanitaria e, incluso, muerte.
Recordemos como, de la misma forma, a través del discurso del poder, se resemantizó y extendió escuálido como sinónimo de “opositor”. De “escualo” ‘pez del grupo de los selacios’ y ‘flaco, macilento’; ‘sucio, asqueroso’ (significados que originalmente esta palabra tiene en español) pasó a denominar para los chavistas e, incluso, para algunos opositores a aquellos que adversan al régimen. Los juicios de valor de chavismo dirigente se colaron subrepticiamente a la lengua de los opositores, quienes emplearon el término sin resistencia, incluso, para autodenominarse. Así, lejos de presentarse como una fuerza políticamente fuerte y con opción de poder, la oposición venezolana adoptó sumisamente la denominación fuertemente descalificadora que le adjudicó el adversario.
Como vemos, estamos ahora frente a otra palabra encubridora y estigmatizante: “trochero”. Su empleo confunde no solo a los venezolanos de adentro, que tienen pocas posibilidades de informarse por la censura y la falta de conexión a internet, sino también a los que nos quieren bien desde afuera.
Rechacemos conscientemente la neolengua. Los retornados no son trocheros, son ciudadanos que no están al margen de la ley, que solo ejercen su derecho de volver a la nación a la cual pertenecen. Salieron del país, obligados por las circunstancias, buscando mejores condiciones de vida. No lo lograron. No merecen nuestro desprecio, sino nuestra acogida.
Referencias
[1] Inicié mi carrera docente en la Universidad Central de Venezuela. Ahora, soy profesora jubilada e investigadora de la Universidad de Los Andes, en Mérida. Mis áreas de trabajo abarcan el análisis del discurso, la teoría y praxis de la cortesía y la sociolingüística del español americano; me interesó la ascendencia afroamericana de algunos dialectos del español. Sobre estos temas versan mis artículos y libros. Actualmente estudio la identidad de la mujer merideña desde la colonia hasta nuestros días, así como la discriminación, en sus diferentes formas, evidenciada en los documentos coloniales. Igualmente investigo sobre el discurso político y su vinculación con el poder, especialmente en los gobiernos autoritarios de las últimas décadas en Venezuela.
[2] Profesora titular jubilada, e investigadora. Activa como docente en la Escuela de Letras UCV. Áreas de trabajo: lingüística hispanica, discurso y literatura, sus vinculaciones e intedependencias. Me he dedicado al estudio del discurso literario y en ese campo son varias de mis publicaciones. Igualmente, he investigado y publicado sobre discurso político, en especial sobre la caracterización y usos del discurso politico en Venezuela. En estos momentos, es mi mayor interés la relación interdependiente y enriquecedora entre lectura (literaria) y ejercicio de la ciudadanía. Sobre este tema: ciudad y ciudadanía en el cuento venezolano de lo que va de este siglo, versa el curso que había iniciado este interrumpido semestre en la Escuela de Letras.
[3] El Nacional 21-07-20.
[4] Según el DLE en su primera acepción, “Vereda o camino angosto y escusado, o que sirve de atajo para ir a una parte”
[5] Frontera viva, 20 de junio 2020. https://www.fronteraviva.com/cidh-rechaza-discurso-de-odio-del-regimen-hacia-los-migrantes-venezolanos/
[6] Además, se emplea el neologismo “bioterrorista” para calificar a los retornados, de quienes se sugiere están infectado con coronavirus. El término “bioterrorismo” define el empleo de microorganismos patógenos, toxinas o sustancias dañinas contra la población, con propósitos criminales.
[7] Cánova González, Antonio. 2020. Propaganda y neolengua política en Venezuela (1999-2014) UN instrumento eficaz para dividir, glorificar, engañar y confundir. En Canova González, Antonio. La neolengua del poder en Venezuela: Dominación política y destrucción de la democracia. Editorial Episteme. Kindle Edition.
Imagen: obra «Discrimination» de Merlyn Oliver Evans
Tomada de: Ideas en Libertad
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