domingo, 19 de julio de 2020

Reflexiones "Anacrónicas". La historia de "Una" oposición venezolana (II parte)


JHONAS RIVERA RONDÓN / Ideas en Libertad 19jul2020
Como dijimos en la primera entrega de este escrito disponible en http://ideasenlibertad.net/reflexiones-anacronicas-la-historia-de-una-oposicion-venezolana-i-parte/ : “las palabras de ayer pueden servir para las experiencias de hoy”, pero no necesariamente tiene que ser ortodoxamente aplicable. Esto solo es un modo de comprender el propio presente a partir de lo que nos enseña el pasado; en este caso analizar la experiencia política de la oposición de antes, la antigomecista, con la de ahora, la “oposición” al régimen chavista. Destaquemos un último aspecto con el que quedamos pendiente.
 

De la subestimación al reconocimiento del enemigo
 

En un texto el filósofo francés Michel Foucault, se preguntaba ¿Qué es el autor? Allí decía que:
 

“En una palabra, el nombre de autor funciona para caracterizar un cierto modo de ser del discurso: para un discurso, el hecho de tener un nombre de autor, hecho de poder decir ‘esto fue escrito por Fulano de tal’, ‘Fulano de tal es el autor de esto”, indica que dicho discurso no es una palabra cotidiana indiferente, una palabra que se va, que flota y pasa, una palabra que puede consumirse inmediatamente, sino que se trata de una palabra que  debe recibirse de cierto modo y que debe recibir, en una cultura dada, un cierto estatuto,” [Resaltado nuestro][1]
 

Para nuestro propósito, quisiera hacer una adaptación de lo planteado por Foucault; el nombre de un político funciona para caracterizar un cierto modo de hacer política. De esta forma. nos atrevemos a apreciar el nombre de Juan Vicente Gómez (y sin ningún sentido comparativo, el de Nicolás Maduro también), para indagar sobre el autor-concepto para referir a un tipo de práctica política.
 

En una obra en particular, el historiador venezolano Manuel Caballero, llegó a decir lo siguiente cuando se preguntaba ¿Qué es Gómez?: “Gómez no es un hombre cualquiera: es una manera de actuar  y una manera de gobernar, o sea, es una manera de hacer política. Por lo tanto, resulta prácticamente imposible ser neutral frente a él”[2]
 

Esta neutralidad también sería imposible al preguntarnos ¿Qué es Nicolás Maduro? Sería muy osado decir que es un modo de hacer política, más bien todo lo contrario, es un modo de hacer antipolítica. Esto tampoco quiere decir que Maduro no sea una manera de actuar y gobernar la crisis en Venezuela.
 

Conocer la naturaleza del adversario es una tarea que correspondería a todo opositor. Lo que supone, más que un ejercicio político, una actividad intelectual. En cierto punto de la historia, esto fue necesario para la oposición al régimen gomecista. Gómez no solo era el caudillo bárbaro de los andes que se entronizó en el poder, junto a él lo respaldaba un sistema.
 

En la documentación de la oposición al régimen, especialmente en el transcurso de 1914 a 1927, en los rastros lingüísticos de Gómez, como autor-concepto, observamos el desplazamiento semántico de la referencia a su sola persona hasta que es más relevante su asociación con el gomecismo, entendiendo este como el sistema de poder que gira en torno a su figura; siendo este sistema precisamente el principal problema a afrontar.
 

Dimensionado así el enemigo, sus proporciones son otras. Gómez contó con el apoyo de casi todos los venezolanos (1908-1913); a él se le aceptó, básicamente, porque se le subestimó. Pocaterra le decía, un “presidente de a empujones”, por ejemplo. Pero una vez que Gómez comenzó a actuar directamente desde la cúpula del poder; fue desplazando progresivamente a muchos, a quienes luego les tocó enfilarse en las líneas de la oposición en el exilio, teniendo mejor suerte que aquellos que les toco una larga estadía en la cárcel, como Delgado Chalbaud.
 

Después de cimentado el régimen gomecista se le fue reconociendo ciertas cualidades intuitivas, propias de su condición bárbara, tal como lo entendían los de la oposición antigomecista, a Gómez. Así llegó a decir el escritor José Rafael Pocaterra:
 

“De aquí en lo adelante hay que hacerle justicia a Gómez. Se nos ha dicho que conocemos la psicología de los venezolanos mucho. No: el general Gómez la conoce mejor. Ni comparación. Entre nosotros y él, la verdad, debe fallarse por él… Él sabe que ciertos compatriotas son capaces de hacer lo que otros no creemos. Saber vale más que creer.” [Resaltado nuestro][3]
 

Saber políticamente vale más que creer: ciertamente esto es significativo cuando se cree en la minusvalía del contrincante, y se cree que se le conoce. Pero esa ausencia de saber, algo inevitable porque tampoco es que el hombre recuerde el futuro, puede costar muy caro cuando no se actúa adecuadamente por subestimar al adversario.
 

Este mismo error podría reprocharse la “oposición” al régimen chavista, si es que de verdad es consciente de su rol histórico. El saber es una acción que se asocia al necesario esfuerzo intelectual por conocer, donde los desatinos deberían ser menores que cuando se parte desde una creencia: “creo que el enemigo que confronto es un bruto que no conoce los Estados de su país”; esta fue la impresión que dio Maduro en la campaña presidencial del 2013. Tampoco podría llegar al extremo de pensar que lo hizo premeditadamente, esto casi le costó el banco presidencial, el sistema chavista lo tuvo que rescatar. Esto, sin embargo, ya era un indicador de las dimensiones del enemigo que se debía confrontar, el problema no era Chávez ni Maduro, sino todo un entretejido de relaciones de intereses conjugado en un bloque político con un proyecto sedimentado, conteniendo dentro de sí, una programación que podría desplegar operativamente una variación de poder totalitario[4]. Y ahí radica la diferencia entre saber y creer. Cuando no se sabe la verdadera naturaleza del enemigo, los desatinos en la toma de decisiones como oposición pueden abundar y llevar a falsos “dilemas”.
 

Recordemos algunas acepciones con las que Nicmer Evans, a quien lo citamos la vez anterior, utilizó para referirse a su enemigo: tiranía, neo-dictadura, otros decían narco-dictadura, así como otras acepciones que abundan en las declaraciones de la oposición como neodictadura o solo dictadura, inclusive despotismo o, simplemente, populismo. Pero cuando entiendes que te estas enfrentando a un poder totalitaria, ¿las acciones no serían diferentes? La importancia de conceptualizar al otro radica precisamente en las líneas de acción que yo, como oposición, tendría que emprender. No es lo mismo saber que detrás del arbusto hay un perro rabioso a punto de atacar que un lobo hambriento que recién se escapó del zoológico. En uno y otro caso, ni la acción de defensa y ataque es la misma, incluso ni la retirada estratégica es igual en cada uno de los casos.
 

***
Lo que podría causar desaliento de estas reflexiones anacrónicas es que esta oposición antigomecista tuvo que esperar la muerte de Gómez para luchar políticamente. Nunca le ganaron. Juan Vicente Gómez resultó verdaderamente ser un enemigo formidable, pero ¿Acaso tendremos que esperar a que muera Maduro para que exista un cambio político “pacífico” en Venezuela? Como en casi todos los casos las cualidades proféticos no se le dan muy bien a los historiadores, de todo lo dicho en estas reflexiones preferiría quedarme con una lección, que aplica tanto para ciudadanos como políticos: pensemos por nosotros mismo para comprender la significación histórica de nuestros tiempos, para así no desestimar nuestras acciones y decisiones que construyen futuros.
 

Referencias
[1] Michel Foucault, «¿Qué es un autor?”.», en Dávila, Jorge (comp.): Literatura y Conocimiento (Mérida-Venezuela: Universidad de Los Andes. Consejo de Estudios de Postgrado. Facultad de Humanidades y Educación. Instituto de Investigaciones Literarias “Gonzalo Picón Febres”, 1999), p. 108.
[2] Manuel Caballero, Gómez, El Tirano Liberal (vida y muerte del siglo XIX), 2. da (Caracas: Monte Ávila, 1994), p.19
[3] José Rafael Pocaterra, Memorias de un Venezolano de la Decadencia, vol. I y II (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1990), p. 193.
[4] Este planteamiento es desarrollado ampliamente por el politólogo José Javier Blanco Rivero en: Repensando la teoría política del totalitarismo (Caracas: Equinoccio, 2019). Igualmente, se pueden consultar los artículos publicados por él aquí, en Ideas en Libertad. p. 19
Imagen: obra «Self-Portrait with Reflections » de Lovis Corinth (Franz Heinrich Louis)

Tomada de: Ideas en Libertad

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