viernes, 11 de agosto de 2023

Tras el arresto de los 33 de Carabobo, ¿cómo es una noche en un local Lgbti en Caracas?

 

Brian Contreras|Agosto 11, 2023

La movida nocturna para las personas de la comunidad Lgbti no se detiene en Caracas, a pesar del precedente de persecución y represión que dejó el arresto e imputación de los 33 hombres que ocupaban un sauna en Valencia hace dos semanas.

El equipo de TalCual visitó La Fragata VIP para constatar el ambiente que se vive en los espacios dedicados a las personas sexodiversas después de que el Estado criminalizara la homosexualidad en Carabobo


El arresto de 33 hombres en un sauna de Carabobo encendió las alarmas en el seno de la comunidad Lgbti y despertó preocupación en los organismos relacionados con la defensa de los derechos humanos, pues los procesos policiales y jurídicos que originaron las detenciones parecen apuntar a la criminalización de la orientación sexual y las libertades individuales.


Los 33 detenidos fueron acusados por la Fiscalía 5ta de Carabobo y la Fiscalía 28 Nacional y posteriormente imputados por los delitos de ultraje al pudor, agavillamiento y contaminación sónica, en medio de una amplia lista de irregularidades que se presentaron durante todo el proceso.


A raíz de los atropellos e irregularidades evidenciadas en la detención y procesamiento de estas personas, diversas organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos y grupos dentro de la comunidad Lgbti se manifestaron en defensa de los detenidos.


Entre los grupos que se pronunciaron destacó la ONG País Plural, con un comunicado en el que advertían con preocupación que este procedimiento marcara un precedente mediante el cual se instaurase una «política de Estado» de persecución y represión contra las personas de la comunidad Lgbti.


En este contexto se ubica, por un lado, un Estado que considera las actividades de la comunidad Lgbti en locales privados como «ultraje al pudor»; por otro, personas en el espectro de la diversidad sexual que ven con consternación cómo sus preferencias sexuales y espacios seguros son vulnerados.


Por estas razones, el equipo de TalCual acudió la noche de un sábado a La Fragata VIP, uno de los locales nocturnos más populares dentro de la comunidad Lgbti ¿Hay una menor disposición a asistir a estos espacios por miedo al accionar policial? ¿Estos locales son lugares donde el «ultraje al pudor» y los delitos son comunes? Esto fue lo que evidenció TalCual.


Una noche en La Fragata VIP

La Calle Villaflor, a escasos metros de la estación de metro de Sabana Grande, empieza a ser concurrida con el caer de la noche. Una hilera de bares con mesas y sillas en sus fachadas contribuyen para captar a las personas que buscan actividad nocturna.


La Fragata es el último local nocturno de la calle, le anteceden tres bares y un bodegón, que tienen como elemento en común el expendio de alcohol a precios económicos en comparación con los que usualmente manejan las discotecas.


Por eso, desde las 8:00 p.m. hasta las 11:00 p.m., los bares que anteceden a La Fragata captan a la mayor parte de los clientes de las inmediaciones del bulevar. No es inusual que las sillas y mesas estén ocupadas. Decenas de personas son vistas con cervezas en mano, manteniendo conversaciones y disfrutando de la música que se cuela desde el interior de los locales.


Aunque La Fragata abre sus puertas desde las 7:00 p.m., se trata de un local de dos ambientes. En el piso inferior se encuentra el bar, con una enorme barra y uns pista de baile que se entrega a la música electrónica.


En el piso superior, que abre a partir de las 11:00 p.m., hay una mayor variedad musical de la mano de la DJ Alejandra Escorihuela, encargada de seleccionar canciones de géneros idóneos para bailar. También se caracteriza por contar con una tarima desde la cual se realizan eventos y se interactúa con el público.


Es por ello que La Fragata suele recibir mayor afluencia de clientes cerca de la medianoche y en el transcurso de la madrugada. Para las 11:30 del sábado, con ambos pisos habilitados, ya más de un centenar de personas ocupaban el lugar entre los dos ambientes.


Al momento de ingresar, el personal del lugar coloca un brazalete en la muñeca de todo aquel que atraviese la puerta y los trabajadores de seguridad hacen un breve cateo para verificar que ningún cliente porte armas.


La primera imagen que se percibe al ingresar al pasillo de acceso al lugar es un girasol caricaturizado, que ilumina con luces de neón cada pétalo con un color de la bandera Lgbti, lo que da una idea del tono del lugar. A su lado, una puerta que conduce al primer ambiente con bar y música electrónica, al otro, una segunda puerta con escaleras que llevan al segundo nivel con tarima y música latina bailable.


Las lámparas led instaladas desde el techo iluminan el salón superior con una luz que invade toda la habitación, mientras otro equipo de iluminación con lámparas giratorias disparan haces ocasionales de múltiples colores.


Bajo el festival de luces, decenas de cuerpos mueven sus caderas al ritmo de las canciones de reggaetón que la DJ reproduce durante la mayor parte de la noche.


Los estereotipos, roles de género, prejuicios y señalamientos quedan de lado. Para muchos, es un espacio seguro. Aquí hay de todo.


Por eso, no hay reglas preestablecidas al momento de encontrar una pareja de baile. Pese a ser un local de ambiente, no es restrictivo que hombres bailen con hombres y mujeres con mujeres. Las combinaciones son tan fluidas como el concepto de sexualidad que promueve la comunidad Lgbti.


Cumplida la medianoche de aquél sábado, dio inicio uno de los eventos diarios que organiza La Fragata. Se trató de un show fonomímico protagonizado por Shayna y McKenzie Rosse, quienes interpretaron canciones del género pop e interactuaron con la audiencia durante unos 30 minutos.


El primer turno en la pequeña tarima —que apenas se eleva del resto del suelo— fue para McKenzie Rosse, quien realizó su performance con la canción «Firework» de Katy Perry. El juego de luces iluminó su rostro, gracias al fuerte maquillaje, casi parecía que sus mejillas resplandecían de rojo y sus párpados de amarillo. Una blusa de franjas amarillas y negras, pantalón negro ajustado, tacones altos y guantes de tela con piedras preciosas incrustadas completaban su outfit.


Tras su interpretación, invitó a la tarima a su compañera de la noche, Shayna Vespoli, quien deslumbró al público con un vestido corto blanco abierto en el abdomen con detalles de escarcha y tacones altos. Su interpretación tuvo como base musical «Diamonds», de Rihanna.


Al terminar, las artistas fonomímicas en conjunto se encargaron de animar la noche interactuando con la audiencia. Invitaron a la tarima a cumpleañeros y mantuvieron conversaciones desinhibidas, preguntando sin tapujos por preferencias y roles sexuales, siempre desde el respeto y despertando las risas de un público que dejó de lado el baile para presenciar el show.


La participación del par de animadoras fue corta y para las 12:30 el volumen de la música se apoderó nuevamente del salón. La DJ soltó las piezas de reggaetón más populares del momento y el baile retomó el protagonismo mientras cada vez más personas llegaban al segundo piso de La Fragata.


En el local los baños son mixtos. Al margen de la música alta, destacaban las conversaciones alegres, amistosas y aquellas que buscaban algo más que una amistad. Pese al sutil coqueteo que en ocasiones surgía, ninguna interacción observada en la noche tomó un tono sexual.


Tampoco se apreció consumo de estupefaciente ilícito alguno ni ninguna otra ilegalidad. Durante más de cinco horas, La Fragata destacó por ser un ambiente de esparcimiento sano y seguro.


A las 4:00 a.m. el piso superior es desalojado por empleados. Toca cerrar esa parte, aunque continúa activo el bar de la planta baja hasta el amanecer. A la salida, el Metro recibe a varios, otros parten en busca de desayuno.


La vida nocturna Lgbti permanece activa

A pesar del precedente que marcó la detención de los 33 de Carabobo, las personas que integran la comunidad Lgbti siguen ocupando sus espacios.


Mientras La Fragata operaba con normalidad en la noche de un sábado, otros locales nocturnos de ambiente también abrieron sus puertas y diversos eventos de la comunidad se llevaron a cabo.


Esa misma noche, por ejemplo, se celebró una nueva edición de Kiki House of Fantasy, un espacio de promoción de la cultura del ballroom —un movimiento nacido el siglo pasado como un medio de liberación y expresión para la comunidad Lgbti—, donde se ofreció un show de pasarelas y bailes drag.


De hecho, la agenda para las próximas semanas sigue plagada de actividades y eventos para el disfrute de la comunidad. El club nocturno Sunday in Ibiza XXL, Rajatabla Teatro y Café, las discotecas Copas y Revo, son solo algunos de los locales que planifican shows dirigidos para las personas Lgbti en las próximas semanas.

Tomada de: TalCualDigital

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