Analítica22 febrero, 2024
A inicios de 1974 Portugal estaba en una situación complicada, con una dictadura que ya llevaba 48 años en el poder, con un amplio rechazo popular y librando una guerra encarnizada en África para tratar de mantener el control sobre sus provincias, que hoy son Guinea Bisáu, Cabo Verde, Angola, Mozambique y Timor Oriental.
En abril de ese año ocurrió la sublevación militar de toda la Fuerza Armada, que como todo el país estaba hastiada de la situación y de tener que librar una guerra sin sentido. Entonces, la dictadura se cayó como un castillo de naipes.
En Lisboa, y ante la marcha de los soldados por las calles, la ciudadanía rendía tributo al movimiento y la gente comenzó a llevar claveles –la flor de la temporada– a los militares, quienes los colocaban en los cañones de sus fusiles como un compromiso de cambio sin violencia.
Con motivo del 50 aniversario de la Revolución de los Claveles, João Pedro Fins do Lago, embajador de Portugal en Venezuela, recordó recientemente que: «La caída de este régimen autoritario dio paso a un Portugal moderno, que se alineó con las democracias europeas. Los cambios fueron inmensos, no sólo en el sistema político y en la economía, sino también en la forma de vivir y actuar de la sociedad portuguesa. Fueron cambios nacidos de la conquista de la libertad y de la recuperación de derechos que la dictadura había usurpado«.
Tomada de: Analítica
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