domingo, 9 de agosto de 2020

La construcción de un nuevo empresariado en Venezuela

 

LEONARDO OSORIO BOHÓQUEZ / IDEAS EN LIBERTAD 09AGO2020

El chavismo a lo largo de los años se propuso acabar con la empresa privada, los ataques fueron perpetuados de forma sistemática a través de expropiaciones, nacionalizaciones, controles cambiarios y de precios, entre otras medidas para limitar  u obstruir  la libertad de empresa.

 


Los resultados fueron los esperados por ellos, quiebre del aparato productivo, escasez de bienes y servicios y encarecimiento de la cesta básica en el país. Dentro del discurso marxista-socialista, el chavismo siempre planteó la idea de la lucha de clases, de ver al empresario como un enemigo de la nación.

 


La escasez y la inflación eran producto de la especulación y abuso de los comerciantes, esto justificaba toda clase de medidas arbitrarias como las intervenciones a empresas con el fin de obligarlas a vender a precios regulados, lo cual no les permitía obtener un margen de ganancia.

 


Sin embargo, dentro de ese contexto de ataques a las empresas, no dejaron de haber sectores oportunistas que intentaron sacar beneficios a través del Estado. En Venezuela vincularse al poder político le ha permitido a algunos grupos privados ver prosperar sus negocios por medio de subsidios, políticas de financiamiento, proteccionismo económico o asignación de dólares preferenciales.

 


Son los vicios de una economía sin real libertad de mercado, donde el estatismo siempre ha estado presente, pero durante el chavismo se llevó al extremo la intervención estatal en economía. Llegaba un punto en el cual para mantener operativa la empresa era necesario pactar con el gobierno.

 


La alta demanda de dólares preferenciales durante los tiempos del extinto CADIVI demuestra como muchos empresarios buscaron obtener jugosas ganancias por medio de los beneficios otorgados por el poder político. Esto al margen de todo emprendimiento e innovación como debería ser la norma en una economía de mercado, en su lugar los vínculos con el chavismo ayudaron al enriquecimiento de algunos.

 


Los dólares preferenciales solo eran entregados a  algunas empresas, por lo cual son privilegios en sí mismos. Los empresarios por lo general se han resistido a las políticas de libertad económica,[1] con la excusa de no tener capacidad de competir con las grandes multinacionales. Grupos privados apoyaron a Chávez en sus inicios porque pensaban garantizaría la permanencia del proteccionismo.

 


En parte fue así en sus comienzos, pero el real objetivo del chavismo era desplazar a los empresarios tradicionales para ellos pasar a monopolizar varios negocios en el país. Por medio de funcionarios y gente vinculada al poder político, abren sus puertas nuevos comercios destinados a la venta de diferentes bienes y servicios.

 


Siempre y cuando sus dueños se mantengan leales al gobierno, no les será afectado ninguno de sus negocios. El deber ser es que existan múltiples empresas con capacidad competitiva, con seguridad jurídica y respeto a la propiedad privada de los nuevos emprendedores.

 


Las crisis son oportunidades, el declive de la producción petrolera en el país, principal bien de exportación, ha sido dramático en los últimos años. Recuperar la industria requerirá de un esfuerzo de varios años y apoyo fundamental del capital privado transnacional. Esto implica una economía menos dependiente del gasto público, ya que la deuda externa imposibilitará al gobierno aun en un supuesto escenario de transición,  seguir siendo un financiador de primer orden de la producción nacional.

 


Ante esa realidad se deben dar mayores concesiones al capital privado, dentro de ese contexto de transición política y económica, es necesario formar un nuevo empresariado en Venezuela. Hay que volver a la raíz del término, y entender que ser empresario implica convertirse en un emprendedor e innovador.

 


Un empresario para ser exitoso no debe depender de subsidios estatales, no solicitar al Estado financiamiento para sus negocios o evitar la competencia externa. La globalización trae importantes beneficios para todos aquellos que estén dispuestos a abrirse  a la economía internacional, expande las fronteras y las posibilidades de venta de los productos a una escala global.

 


Es cierto que también trae grandes desafíos, no es fácil competir en un mercado donde existen muchos competidores, entonces se necesita de un nuevo marco jurídico que favorezca la producción y comercialización  en Venezuela con políticas de bajos impuestos y facilidades para el establecimiento de empresas. Los permisos y la burocracia para abrir negocios deben llevarse a su mínima expresión.

 


Menos burocracia a su vez ayudará a que disminuya la corrupción en el país, y se reducen los costos de transacción. Carlos Rangel explica que ese exceso de regulaciones ha estimulado prodigiosamente  el peculado público:

 


«Cada control, cada regulación, cada licencia, cada permiso da lugar a impedimentos a la actividad económica, removibles sólo mediante el soborno, la mordida, la corrupción. La tendencia es a que finalmente no se haga ninguna transacción o se inicie ninguna empresa sin de alguna manera pagar ese tributo»[2]

 


Esas prácticas históricas deben ser erradicadas, para que así las empresas puedan proliferar e instaurarse sin la necesidad de pagar sobornos o establecer relaciones con funcionarios. Hacia allá tiene que dirigirse la demanda del nuevo empresariado nacional, se debe exigir mayor libertad y transparencia.

 


Es fundamental incorporar nuevas tecnologías, estar al día con las exigencias del mercado internacional para superar el atraso económico actual. Implica también resignificar el concepto de riqueza, no asumido como abundancia de recursos naturales lo cual lleva a los venezolanos a creer ilusoriamente que viven en un  país rico que les debe satisfacer todas sus necesidades por medio del Estado.

 


Hay que creer en la capacidad de emprendimiento del venezolano, siempre y cuando existan las condiciones necesarias,  la sociedad será capaz de ser productiva y libre. Por su parte la población debe dejar de percibir al empresario como un enemigo, como alguien que se enriquece a costa de explotar a trabajadores y consumidores. Superar el discurso socialista es de vital importancia. Esto facilitará abrir las puertas al capital privado para finalmente lograr una prosperidad económica sostenible.

 


Referencias

[1] Véase mi trabajo llamado  «El miedo a la libertad económica en Venezuela» publicado en http://ideasenlibertad.net/el-miedo-a-la-libertad-economica-en-venezuela/

[2] Carlos Rangel, El tercermundismo. Venezuela. Monte Ávila editores.

Imagen: Obra » Elasticity de Umberto Boccioni


Tomada de: Ideas en Libertad



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