RAMÓN RIVAS AGUILAR / IDEAS EN LIBERTAD 09AGO2020
“El gobierno republicano fue el primero porque es más conforme a la naturaleza del hombre”.
“Viene al mundo el mesías prometido, no con la idea de fundar monarquías, sino una república de salud eterna”
Juan German Roscio. obras, Tomo III, pág. 87
«Se equivocaron en absoluto los sociólogos del pesimismo. Venezuela,… tiene la perfecta capacidad de organizarse en el orden económico, político y social. Somos un pueblo que puede gobernarse impersonalmente, no por régulos imperiosos, no por gente despótica, sino por hombres que en la gestión de la cosa pública actúen apegados a textos legales. Somos un pueblo cuyo ejército no sirve ya a hombres, sino que está dispuesto a respaldar las instituciones. Somos un pueblo que está irrevocablemente resuelto a encontrar su propio camino, que está dispuesto a hacer su propia historia, que ya no quiere seguir más en esa actitud contemplativa ante el pasado, quemando incienso ante los retratos de los libertadores y comportándonos como nietos indignos de ellos; un pueblo que se están enrumbándose hacia la realización de una obra de la nueva América» (Rómulo Betancourt. Política Educacional. Conferencia y discursos. Publicaciones del Ministerio Educación. Imprenta nacional, Caracas, 1947, pág. 14.).
«Quieren obligar a Venezuela a imitar el estilo de Cuba. Somos venezolanos y aquí implantaremos los métodos y los sistemas que libremente nos hemos dados, expresó el Presidente Constitucional». (Rómulo Betancourt, Diario Últimas Noticias, 24 de octubre de 1960)
Hoy se decide en el suelo venezolano el destino de la civilización occidental. En esta tierra caribeña, tan exuberante en el espíritu republicano de Don Cecilio Acosta, pugnan a muerte las fuerzas del bien contra las fuerzas del mal, las fuerzas republicanas y civilistas contra las fuerzas del totalitarismo, la libertad contra la barbarie.
Para bien o para mal están delineando potencialmente el futuro del resplandor o el futuro del ocaso de la historia universal. Un reto en las manos de la Venezuela civilista, del poder republicano y libertario de los EEUU y de las naciones democráticas, en una aventura histórica que permanecerá eternamente en el corazón del universo.
“Nos han quitado todo: el agua, la luz, el gas, la gasolina, la república”. Palabras del periodista Julio Balza. Sí, todo pero no han podido borrar en nuestra mirada el resplandor primigenio de la explosión inicial; el brillo del gigante astro y el coqueteo lumínico que despliega la luna en su correr entre la oscura sombra de la noche.No se atreven. Son mortales. Asimismo, no han podido con todos los medios políticos a su alcance destruir el espíritu republicano y civilista que lleva el venezolano en su ánima.
Es cierto que han demolido la república; que han destruido la industria petrolera del país y su rol geopolítico en el escenario mundial de la energía, que ha socavado las bases productivas nacionales. A pesar de ello, permanece de forma absoluta en el alma de los venezolano su pasión libertaria, republicana y civilista.
La pasión republicana y civilista, una fuerza vital consustancial en el quehacer vital del proceso histórico nacional. Sus enemigos, unas minorías de civiles y militares, con el apoyo de vastos imperios, de gobiernos totalitarios, autoritarios, mesiánicos y fundamentalista, en ese afán febril de socavar en la Provincia de Venezuela el fervor republicano de miles y miles de hombres y mujeres, perteneciente a esta geografía caribeña, atlántica, amazónica y andina. Han fracasado, rotundamente. Es decir, convertir a la sociedad venezolana en esclavos y siervos al servicio del gran amo: el Estado.
Es el intento más audaz en la historia de Venezuela, en la que unos fanáticos y revolucionarios pretenden destruir la capacidad libertaria y empresarial de la nación conformada por hombres de carne y hueso. Lo que no comprenden esos hombres, adoradores de la utopía, es de la libertad y la empresarialidad, una mutua inmanente. Insisto, en el espíritu del hombre. Más atrevido: el espíritu capitalista está en la naturaleza humana y requiere de un marco institucional liberal para potenciar su capacidad productiva, en el ámbito de un orden espontáneo de mercado.
La historia de Venezuela revela una lucha constante por la libertad contra toda forma de autoritarismo de origen celestial y terrenal. Desde 1498 hasta el 2020, han transcurrido cinco siglos y dos décadas, en la que reyes y monarcas, caudillos, dictadores, tiranos, totalitaristas, respectivamente, han desplegado inmensos esfuerzos históricos por socavar en los venezolanos su amor por la libertad. Han fracasado en esa faena política. Han desaparecido gobiernos y generaciones en el tiempo, quedando en la nación de forma absoluta la vitalidad del republicanismo y del civilismo. En esa vitalidad histórica, reside la grandeza y la dignidad de la Provincia de Venezuela, conectada vitalmente con los valores de la civilización Occidental. Uno de sus aliados más poderosos de la historia de la humanidad, los Estados Unidos, el portador intelectual, espiritual y religioso, la cuna de la libertad. La estatua de la libertad, el símbolo histórico y cultural, que devela el único camino que hace digno a las naciones. Francisco De Miranda, el genio de la libertad, quedó fascinado de esa cultura libertaria, republicana y empresarial del pueblo de los Estados Unidos. Un aliado natural en esa aventura por mantener y preservar en las naciones su condición republicana, democrática, liberal y civilista.
En menos de una década y tres años, el vasto imperio español se vino abajo (1811-1823). Por más de tres siglos, mantuvo con las armas, el tesoro y la cruz la dominación de la Provincia de Venezuela, bajo el manto sagrado del Derecho Divino de los Reyes. Se creían sus gobernantes, sus familias, sus amigos y sus sacerdotes, herederos del reino de dios en la tierra. La vanidad, la arrogancia y la soberbia imperial y clerical desaparecieron en segundos. Como el día y la noche: resplandor y ocaso. Es cierto que la Provincia de Venezuela quedó en total bancarrota. Sin embargo, quedó impreso en el ánima de la geografía venezolana la fuerza histórica del republicanismo, del liberalismo y del civilismo.
El espíritu republicano y civilista retrocedió históricamente a lo largo del siglo XIX, como resultado del poder del caudillismo, del personalismo y del militarismo. Con la justificación de una nueva doctrina del derecho divino del poder en la imagen del libertador. Somos los herederos del prócer Simón Bolívar para continuar su obra inconclusa en los tiempos venideros. Dicho de otra manera, fin de la soberanía popular que encarna la naturaleza de la Constitución Federal de 1811. Los nuevos monarcas y los nuevos príncipes, disfrutaron del poder con la bendición del Libertador.
Lo que no entendieron esos herederos del poder ilegítimo, era que se levantaba silenciosamente el fervor republicano y civilista que estalló con la Guerra Larga (1859-1863), cuyas consecuencias institucionales se plasmaron con el Decreto de Garantías, promulgado, por el General Juan Crisóstomo Falcón, en el mes de agosto de 1863. El resultado final de esa dolorosa guerra, que diezmó al país, la constitución de 1864, que expresa en esencia, la visión capitalista y burguesa que debía encauzar la nación hacia un futuro promisorio.
En todo caso, en perspectiva histórica, la Guerra Federal significó el fin de los rezagos de la estructural colonial que había dejado la monarquía española, en la Provincia de Venezuela. El fulgor republicano, federal, liberal, democrático, capitalista y burgués en el alma de los venezolanos. Por supuesto, tuvo sus avances y límites con la figura estelar del General Antonio Guzmán Blanco, quien modernizó al país; pero que también contribuyó a fortalecer y consolidar el caudillismo y el personalismo en detrimento de la nación. Fue el responsable intelectual del culto a Bolívar, como religión de estado para perpetuarse en el poder. Vanidad, arrogancia y soberbia histórica que desapareció con el 18 de octubre de 1945.Es decir, el fin de la ideología bolivariana y génesis de la democracia en Venezuela.
Sin duda alguna, el ciclo andino 1899-1945 tiene como aval histórico la creación del Estado moderno, el nacimiento del capitalismo, bajo la impronta del petróleo. Pero, las elites militares y políticas, que encarnaban el poder, las armas, el tesoro y las ideas, eran radicalmente opuestas a la democracia. En ellos predominó el racismo y horror a perder el poder, el monopolio, en una contienda electoral, de preferencias, de gustos y proyectos, a la cual no estaban acostumbrados. La democracia es el invento más maravilloso que haya develado el hombre para barrer con cualquier pretensión de político y militar alguno de perpetuarse en poder. Basta dos minutos para depositar en la urna el fin del más poderosos de los hombres que tenga el afán de permanecer en el poder hasta la eternidad. Todos se han equivocado con las más picaresca triquiñuela electoral con ese deseo ferviente de quedarse con el poder. El día más inesperado se le puede ver a orilla del otro frente.
Pues, bien, entre 1928 y 1945 brotó de forma espontánea el fervor republicano, liberal y civilista. La pasión libertaria, en un nuevo contexto político e ideológico, madurando y renovando esa fuerza republicana y civilista contra toda forma de autoritarismo, bajo el manto bolivariano.
El 18 de octubre de 1945, el acontecimiento político que recoge en su ánima el fervor republicano que se estampó en la constitución de 1811. La constitución del 5 de julio de 1947, con la firma del Más grande estadista de Hispanoamérica, el padre de la democracia don Rómulo Betancourt. Sin embargo, el temperamento jacobino que picoteaba a esa generación de espíritu civilista, entre otras razones, aceleró la caída de tan gigantesca obra republicana hacia la sombra del mañana con la imposición de la bota militar. Una dictadura que duró una década, (1948-1958), cuyos gobernantes intentaron imponer la cultura del militarismo y bolivarianismo para perpetuarse en el poder hasta eternidad. Tamaña equivocación histórica. En un instante, en unos pocos segundos, el tirano, su familia, amigas y amigos, en vuelo hacia las aguas caribeñas, para evocar sus privilegios que derivaban del poder, con unos de sus protectores de la República Dominicana: el dictador de los viejos cañaverales.
El 23 de enero de 1958, una fecha histórica que le devolvió al venezolano su pasión por la libertad. Entre 1958 y 1998, expansión, fortalecimiento, consolidación y declinación histórica del sistema democrático venezolano. La frivolidad y la irresponsabilidad históricas de las élites y sus multitudes,contribuyeron hacia el deterioro del régimen de libertades que disfrutó la nación, por unas cuantas décadas, cuyas consecuencias fueron grave para el futuro político de la Provincia de Venezuela. En efecto, entre 1999 y 2020, se impuso un nuevo orden político e ideológico de origen revolucionario y bolivariano, con la tarea histórica de demoler la República liberal, civilista y democrática y capitalista para echar cimientos de una sociedad socialista, que denominaron socialismo bolivariano del siglo XXI.
Los resultados históricos están a la vista: la demolición de la república con todas sus notas y características políticas, ideológicas, jurídicas, económicas, sociales y culturales. La nación en total bancarrota. Aun así, ni rastro de socialismo, de colectivismo, del hombre nuevo, de utopía, y de toda esa variedad de modelos y fórmulas políticas que implementaron contra la libertad, la democracia, el capitalismo.
Lo que sorprende es como en ese estado de destrucción y barbarie, con la complacencia de los imperios y gobiernos totalitarios y autoritarios y mesiánicos, los venezolanos no pierden su fe por la democracia, por la república, por el civilismo, por el liberalismo y el deseo de mejorar su vida material y espiritual en el ámbito del capitalismo. Una fuerza vital los anima en esa faena histórica por recuperar la república, cuyas consecuencias políticas e ideológicas serán gigantescas en el escenario mundial.
El triunfo de la libertad sobre la barbarie, el libro que inmortalizará a la provincia de Venezuela, posa en los nuevos tiempos, la responsabilidad sobre Juan Guaidó y su compromiso con la nación civilista. aunado a la poderosa potencia republicana y libertaria de los Estados Unidos y a los otros pueblos republicanos y democráticos del mundo. Es una de las más gigantes batallas históricas de la humanidad, que marcara el destino de la civilización, en los próximos siglos. No es una exageración.
Ese es el tema central que se está picoteando política e ideológica: el escenario mundial más allá de la vieja tradición de la geopolítica convencional. Se perfila en esa dinámica histórica que se está desarrollando en la otrora provincia de Venezuela una geopolítica de la libertad versus una geopolítica del totalitarismo, del mesianismo y del fundamentalismo que pretende en definitiva, destruir la civilización occidental.
Tal vez sea la insensatez de un mortal, quien solo mira con cautela el desarrollo de los acontecimientos políticos en una Venezuela que trasciende sus fronteras naturales, geográficas e históricas, cuya mirada planetaria ya no le es indiferente.
En otras palabras, el triunfo de la libertad sobre la barbarie en la provincia de Venezuela, representa en el horizonte vital de la geografía mundial el resplandor republicano, liberal, civilista, democrático y capitalista, por un lado; y por el otro, el fin de todas las formas de autoritarismo que se tejieron a lo largo del siglo XX. Como diría el más grande historiador de todos los tiempos: se escriben los hechos históricos para la inmortalidad (Tucídides).
Pues bien, esa provincia de Venezuela, una historia, una circunstancia, unos hombres, unas mujeres, unas minorías, unas multitudes, un proyecto de vida, un destino vital, una fuerza libertaria, una fuerza liberal y civilista, una fuerza empresarial, una república indestructible e inmortal.
Referencias
Imagen: obra «Hercules as Heroic Virtue Overcoming Discord» de Peter Paul Rubens
Tomada de: Ideas en Libertad
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