domingo, 16 de agosto de 2020

La miseria del socialismo: Sobre la pobreza en Venezuela

LEONARDO OSORIO BOHÓRQUEZ / IDEAS EN LIBERTAD 16AGO2020
A muchos ha alarmado la reciente publicación realizada por Encovi sobre los altos niveles de pobreza en el país, las estadísticas son ciertamente desgarradoras, con base en el informe se demuestra que el 96% de las familias sufren de pobreza de ingreso, y 79, 3% no  puede costear la canasta alimentaria. [1] Estas cifras  aunque trágicas, no deberían sorprender a nadie a estas alturas.
 

Desde el  mismo momento que el chavismo comenzó su ataque a la propiedad privada y alababa al régimen cubano como un ejemplo a seguir, era claro el camino por el cual transitaría Venezuela. Esa realidad fue maquillada por una alta bonanza petrolera, con un precio del barril de petróleo por encima de los 100 dólares, hubo la ilusión de prosperidad con un aumento del consumo pero que nunca estuvo acompañado de mayor productividad. A pesar del incremento del PIB, se demuestra como las estadísticas pueden ser engañosas si no se saben leer correctamente.
 

Desde el inicio el chavismo levantó la bandera de los pobres y los excluidos del sistema capitalista, algo muy común a toda retórica socialista conocida hasta ahora, su promesa fundamental era acabar con la pobreza en el país por medio de políticas asistencialistas lideradas por el Estado.
 

Así nacen las misiones sociales con la promesa de proveer a las poblaciones marginadas de acceso a la educación y salud de manera gratuita. De igual forma los subsidios alimenticios dados a través de Mercal o Pdval, buscaban masificar el consumo de diferentes productos de la dieta nacional.
 

Todas esas políticas le permitieron al chavismo dar la ilusión de estar ayudando a los pobres, de realmente ser un gobierno comprometido con políticas sociales asistencialistas para los más desfavorecidos. Nuevamente surgía la esperanza de que el experimento del socialismo del siglo XXI pudiera ser exitoso esta vez.
 

Nada más alejado de la realidad, el discurso chavista siempre estuvo marcado por la división social, la creación de alteridades negativas y la condena a la riqueza. Si ser rico es malo,  entonces ser pobre les da un aire de nobleza y superioridad moral a las personas. Un país no puede prosperar donde el empresario es visto como un enemigo de la nación, se vendió la idea de la economía como resultado de un juego de suma cero.
 

No había nada de novedoso en esa retórica, era un discurso que la izquierda política había manejado durante años, pero que la gente asimiló, si había escasez de bienes o los productos eran muy costosos la culpa era del empresario. Sin incentivos para la innovación y el nacimiento de nuevas industrias, la pobreza debía ser el resultado esperado.
 

Nuevamente las cifras maquillaban la situación, PDVSA aumentó considerablemente su nómina, así como las demás empresas públicas. Esto llevó a la falsa creencia de estarse creando más empleo, pero sin correspondencia con un aumento en la productividad. Lo mismo pasaba con los incrementos del sueldo mínimo decretados por el gobierno al margen de la realidad económica, impulsado por los altos precios del petróleo.
 

Ya era evidente como la inflación era alta desde los inicios del chavismo, lo cual marcaba un problema estructural.  Hoy el sueldo mínimo equivale a unos dos dólares mensuales, esa es la mayor muestra de pobreza extrema de la nación. En Cuba el sueldo mínimo es de aproximadamente 16 dólares, eso muestra como los comunismos solo propagan miseria a sus pobladores.
 

Según el Banco Mundial una persona que viva con menos de dos dólares al día está en situación de pobreza extrema. En Venezuela ni mensualmente se llega a esos ingresos, por lo cual es trágico el descalabro económico lo que ha llevado a muchos a vivir del comercio informal.
 

Hace unos años tales resultados eran impensables, un país que siempre se ha creído rico por su abundancia de recursos naturales, eso también llevó a subestimar el hecho de que Venezuela pudiera convertirse en una segunda Cuba, pero los hechos hablan por sí solos. Como hemos advertido en otros trabajos, esto no es un resultado indeseado,[2] pensar de esa manera es seguir subestimando al chavismo.
 

Quien sufre la pobreza es la población venezolana, no la cúpula gobernante que a lo largo de los años saqueó empresas y malversó los fondos públicos. Esa situación a su vez le ha permitido montar toda una estructura de chantaje político, hoy refinado a través del carnet de la patria, instrumento creado en el 2017 para asignar subsidios de manera directa a la población.
 

Las sumas otorgadas son irrisorias, insuficientes completamente para revertir la situación de pobreza que aqueja a los venezolanos, pero son un paliativo ante un contexto de aguda crisis económica. Lo mismo pasa con las bolsas de comida dadas a través de los Comités Locales de Abastecimiento (CLAP), son solo un alivio precario para las familias que sufren hambre a diario.
 

El sueño de Chávez se hizo realidad, volver a Venezuela un país de gente completamente dependiente de las ayudas del Estado, que imitara el modelo de dominación aplicado por Fidel Castro hace más de medio siglo y que aún logra mantenerse en pie pese a las penumbras de su población. Una sociedad más igualitaria hoy pero sobre la base de la pobreza.
 

Tal realidad debería servir para entender que mayor igualdad no implica más prosperidad, todo lo contrario, sobre todo si las políticas están destinadas a saquear la riqueza de unos para repartirla supuestamente entre los más desfavorecidos. De esa manera no hay incentivos para producir ni para prosperar con base en los méritos y esfuerzo personal.
 

Lamentablemente tal situación no podrá arreglarse con informes de Comisiones de Derechos Humanos ni denuncias constantes sobre la crítica situación que viven los venezolanos, sino con un cambio político que a su vez permita una trasformación del modelo económico.
 

La pandemia del Covid-19 solo ha venido a agudizar una crítica situación, la hiperinflación que viven los venezolanos desde hace casi tres años ha destruido completamente la capacidad de consumo. El panorama es absolutamente desolador, la caída del PIB seguirá hasta que haya un cambio de políticas.
 

La experiencia reciente debe demostrar nuevamente que el socialismo es un modelo que reparte equitativamente la pobreza, es su resultado natural y es funcional a su proyecto de control por parte de la elite en el poder. Solo con una economía con libertad de mercado será posible resolver de manera estructural el problema del empobrecimiento de los venezolanos.
 

Referencia.
[1] Consultado en: https://eldiario.com/2020/07/07/encuesta-encovi-venezuela-se-asemeja-a-paises-de-africa-en-desnutricion-y-pobreza/.
[2] Leonardo Osorio. El socialismo totalitario en Venezuela: pobreza y control social. Iberoforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana. Nº 28. p. 126 – 158.
Imagen: obra «Grape Harvest in Arles» de Paul Gauguin

Tomada de: Ideas en Libertad


 

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