domingo, 30 de agosto de 2020

Opinión: Un barco a la deriva: La falta de estrategia política de la oposición Venezolana

 


LEONARDO OSORIO BOHÓRQUEZ  / IDEAS EN LIBERTAD 30AGO2020

Los principales partidos de oposición han firmado un acuerdo según el cual se niegan a participar en el actual proceso electoral parlamentario a realizarse el 6 de diciembre. Con las juntas directivas de las organizaciones políticas prácticamente secuestradas y con un CNE completamente parcializado deciden que no hay condiciones para votar.

 


El asunto es mucho más complejo que participar o no en las elecciones parlamentarias, sobre todo debe existir una estrategia o ruta alternativa de propuesta política para alcanzar algún resultado. Ya algunos han planteado la posibilidad de la continuidad administrativa de la Asamblea Nacional al no poder votar, no falta quienes hayan establecido un dilema constitucional sobre la materia.

 


Sin entrar en esos vericuetos, el asunto va más allá de lo meramente jurídico, la situación venezolana es muy compleja. El punto es que de procederse con la continuidad administrativa, igual eso no destranca el juego político, el gobierno de todas formas  instalará su propio parlamento.

 


Irse al exilio puede ser una alternativa, pero desde el exterior es poco lo que se puede hacer. Aunque internamente han tenido la misma dificultad, cumplen solamente un rol simbólico y diplomático, sin posibilidades reales de ejercicio del poder. Entonces el dilema va más allá de simplemente mantener el control de la Asamblea, es necesario definir el camino a seguir para enfrentar al régimen.

 


La oposición ha tenido serios problemas en primer lugar para entender al adversario que enfrentan, y luego para definir una estrategia y táctica apropiada. Esto implica algo más complejo que solo declamar consignas vacías de contenido o las clásicas convocatorias a manifestaciones, elecciones o nuevos intentos de diálogo.

 


Todo parece girar en torno a los mismos puntos como si la política se agotara en esas tres posibilidades solamente. Guaidó en los últimos días ha señalado nuevamente la posibilidad de realizar nuevas formas de protestas y acciones de calle para retomar la presión  interna, pero no parece despertar el entusiasmo de la gente. Plantea una ruta para lograr la transición que todavía no está clara ni ha sido expuesta.  Hay una falta de estrategia, incompresible a estas alturas, con una oposición siempre sorprendida ante un gobierno que va hacia adelante en la consolidación de su proyecto político.

 


Así solamente se cae en una inercia política, donde el tiempo transcurre sin que pase nada que cambie el curso de los acontecimientos. Esos llamados factores imprevistos no se han hecho presentes, ni la llamada implosión social a la cual algunos apuestan.[1] El tiempo favorece al chavismo, cada vez más fortalecido ante la inacción e ineptitud de sus adversarios.

 


Indudablemente hay un mérito propio por parte del régimen de Maduro, que ha sido constantemente subestimado, a pesar de haber demostrado ser sumamente hábil en el manejo de los tiempos y las medidas a aplicar para consolidarse en el poder, en contraposición a una oposición predecible en sus acciones. Este tema  ha fue abordado en la segunda parte de la serie de Jhonaski Rivera, «Reflexiones anacrónicas. La historia de una oposición venezolana (II parte)» , publicado previamente en Ideas en Libertad.

 


La toma de los partidos políticos por parte del chavismo los hizo retroceder en sus aspiraciones de participar en las elecciones, por lo menos a las organizaciones principales, aunque Capriles Radonski después de decir que no participaría, ahora ha cambiado la retórica a favor de la votación. María Corina Machado por su parte propone una intervención humanitaria extranjera para deponer al régimen de Maduro.

 


En Venezuela hay múltiples oposiciones, no solo la representada por el G4, no hay unidad de estrategias y hay diferentes pugnas entre los mismos partidos políticos por asumir un liderazgo. Lamentablemente Juan Guaidó no ha sido capaz de aglutinar a las diferentes tendencias, su liderazgo parece haber sido meramente coyuntural.

 


Queda la disyuntiva de que ahora el chavismo con el control que va a tener de la nueva Asamblea Nacional, si Guaidó seguirá siendo reconocido como presidente interino de Venezuela por la comunidad internacional. Mucho depende del reconocimiento de Estados Unidos, a partir de allí otros Estados toman posición.

 


Aunque EEUU y otros países ya han manifestado que no reconocerán las elecciones legislativas en Venezuela, ningún apoyo es perenne. Si en Estados Unidos gana el candidato demócrata Joe Biden, es posible que haya un cambio drástico en la política exterior americana.

 


Aunque Guaidó parece tener el apoyo de ambos partidos en EEUU, la política siempre es cambiante, tal vez USA opte por eliminar algunas sanciones y restablecer parcialmente relaciones con Maduro, aunque el hecho de estar en la lista de narcotraficantes solicitados por el Departamento de Justicia dificulta que eso pase.

 


La estrategia política esta dictaminada desde hace un par de años por EEUU, esto no es garantía de éxito tampoco, apostaron a que las sanciones agotarían al régimen y causarían su caída, pero esto no ha ocurrido. A menudo ha habido mucha incomprensión de la realidad venezolana y latinoamericana. El chavismo ha sido subestimado interna y externamente.

 


A lo interno hay sectores de oposición que se oponen a las sanciones internacionales aunque abiertamente no lo expresen. Apuestan por Biden como una alternativa para establecer una nueva política hacia Maduro. Hay otros que han planteado la vía electoral como la única salida.

 


Se debe entonces participar en las elecciones parlamentarias de diciembre, luego en la de gobernadores y alcaldes del año próximo, hasta finalmente realizar la convocatoria a un referéndum revocatorio en el 2022. Nada dicen sobre como obligar al gobierno a aceptar resultados, o como evitar que se suspenda nuevamente el revocatorio como en el 2016.

 


No se pueden trazar objetivos sin las estrategias idóneas, sostener simplemente que con una participación masiva se logrará ganar un proceso electoral es ingenuo, las elecciones parlamentarias del 2016 son puestas como la panacea de tal postura. Olvidan mencionar que en realidad a los pocos días fueron suspendidos los diputados de Amazonas, y la asamblea nunca pudo ejercer funciones.

 


Esto demuestra que victorias electorales no se traducen realmente en mayores posibilidades políticas de lograr un cambio. No parece haber una clara salida, la población venezolana no está pendiente de las disyuntivas entre unos dirigentes de partidos que han dejado de ser líderes políticos.

 


En el corto plazo no parece vislumbrarse una salida al problema político venezolano, sin una estrategia clara, actuando de manera ingenua y predecible no se va a dar el tan anhelado cambio de gobierno. Aun así nunca es tarde para intentar explorar otras alternativas al problema nacional.

 


Referencias

[1] Sobre este punto, véase nuestro trabajo  Leonardo, Osorio  «Venezuela dentro del contexto de la pandemia. ¿Es posible una implosión social? Consultado en:  https://ideasenlibertad.net/4909-2/.

Imagen: obra «The Shipwreck» de  Adolphus Knell

Tomada de: Ideas en Libetad


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