domingo, 13 de septiembre de 2020

Acción Democrática y el fin de la historia; Hace 79 años (13 de septiembre de 1941)

RAMÓN RIVAS AGUILAR / IDEAS EN LIBERTAD 13SEPT2020
Acción Democrática (AD) nació un 13 de septiembre de 1941, cuando la civilización occidental estuvo al borde  del precipicio. Las fuerzas políticas y militares del totalitarismo se plantearon la destrucción de los valores de la cultura occidental: libertad, democracia, igualdad, solidaridad y justicia. Los fanáticos que se embriagaron con las ideologías del totalitarismo, intentaron mediante la acción del partido único y  la máquina del Estado construir  la vieja imagen del paraíso con el fin  de retornar  a la vida feliz de la infancia, en palabras del  amigo Freud. Los campos de concentración fueron  la evidencia histórica de una pesadilla que marcó el alma de un planeta que tuvo  fe en la bondad y la generosidad del hombre. Mientras tanto, en la Venezuela de gracia, los ideólogos bolivarianos (1936-1945) se entusiasmaron con la teoría política del cesarismo democrático. Fueron de la idea de que las muchedumbres no estaban en capacidad  de vivir dignamente  en democracia. Había que esperar mediante la educación para infundir los principios democráticos y de esa manera convertirse en auténticos ciudadanos.
 

Por lo tanto,  los gobernantes y los ilustrados (1936-1945)  disfrutaron a   plenitud la soberanía popular. El voto,  un privilegio para los sabiondos. Fue una forma inteligente de solapamiento del cesarismo democrático a través de la forma ideológica de la democracia evolutiva
 

Pues bien, AD nació para hacer historia. Fue un día radiante y hermoso. Un 13 de septiembre de 1941 emergió como fuerza histórica contra el totalitarismo, el cesarismo, la democracia evolutiva y el bolivarianismo. Ese día, AD y su liderazgo político presentaron al país su propuesta central: restituir la soberanía popular. Un desafío que, en perspectiva histórica, significó la consolidación y fortalecimiento de la cultura democrática y el bienestar material y espiritual de los venezolanos. Así, se inició el fin de la teoría cesarista y de la doctrina del ideal nacional. Al mismo tiempo, el auge de las instituciones libres y su crecimiento significativo en la era democrática 1958-1998.
 

La culminación de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) representó la muerte del totalitarismo. Europa recuperó su democracia. Nació el Estado Benefactor para favorecer material y culturalmente al mundo de los trabajadores. Es importante destacar que el milagro alemán fue el fruto de una política económica de mercado. Por otro lado, el comunismo ruso, con la hoz y el martillo, inició sistemáticamente la conquista del planeta tierra. En ese marco, emergió el mundo bipolar: capitalismo vs. Comunismo. Dentro de ese horizonte, AD, como parte de la cultura occidental,  estuvo  al lado del mundo libre. En la era democrática combatió las dictaduras, las utopías y propinó un golpe mortal al comunismo cubano que pretendió en nuestro territorio destruir en los venezolanos su espíritu republicano, civilista y democrático. Se impuso la doctrina Betancourt. Esta doctrina no compartió la conducta política de los gobernantes norteamericanos, quienes favorecieron regímenes dictatoriales para evitar caer en manos del comunismo. La doctrina Betancourt fue muy clara: sólo se comparte la democracia con gobiernos escogidos libremente.
 

La historia le dio la razón a AD, el partido político de masas más importante del siglo pasado. Hoy, no existe la utopía y  los gobiernos democráticos se irradian a lo largo y ancho del planeta. El planeta  con todos sus problemas complejos y difíciles (narcotráfico, terrorismo, estado islámico, recalentamiento global) se encamina, definitivamente, hacia la libertad, hacia la democracia y el libre mercado.
 

Por tanto, AD cumplió su ciclo histórico: la construcción del sistema democrático  y el desarrollo material y cultural de la nación, resaltando el papel  del capital humano  en el las fuerzas económicas de la geografía nacional. De igual modo, su papel estelar en la democratización  en América Latina, picoteado por el  sable y la hoz y el martillo. Asimismo, tuvo una influencia extraordinaria en el escenario  de la geopolítica petrolera  mundial con la creación de la OPEP, la nacionalización de la industria petrolera, la internacionalización y la apertura.
 

Por eso, no cabe la menor duda que el nacimiento de AD (13 de septiembre de 1941) y su proyección histórica en la vida nacional e internacional, fue fundamental para echar los cimientos de la democracia  y  defenderla dignamente en el mundo contra toda forma de autoritarismo.
 

No se puede comprender la Venezuela moderna del siglo XX sin la presencia de AD como el motor de las grandes transformaciones globales que afectaron el origen y el destino de una nación que jamás será doblegada por el totalitarismo. Hace setenta y nueve años, el más grande estadista  de la historia de contemporánea de América y Venezuela, Don Rómulo Betancourt soñó con la Venezuela civilista. Para lograr tan hermosa aspiración histórica, arraigada en el corazón de los venezolanos, forjó una organización como AD que selló su destino histórico aquel 13 de septiembre de 1941, en el Nuevo Circo, Caracas. A partir de esa fecha histórica, el  liderazgo político de AD y un colectivo se la jugaron para cimentar las bases de la sociedad civilista.
 

En los nuevos tiempos, la conciencia histórica nos pone en contacto con ese esfuerzo por construir la democracia en Venezuela. Las nuevas generaciones tendrán que renovarla, transformarla y profundizarla en correspondencia con las circunstancias históricas. Se insiste, no hay manera de que ideología alguna  de origen totalitario  doblegue el espíritu libertario de una nación que hace doscientos nueve años liquidó la doctrina del derecho divino de los reyes. De igual modo, la célebre teoría del cesarismo democrático, la ideología bolivariana, el esquema de la democracia evolutiva y la doctrina del  ideal nacional. Así, Venezuela recobró su espíritu republicano, civilista y democrático.
 

A pesar, del gigante esfuerzo de los bolivarianos y revolucionarios (1999-2020) por liquidar las instituciones libres en nuestro país;  la nación como una comunidad de hombres y mujeres lleva en su ánima los más profundos sentimientos libertarios y civilistas. La democracia como modo de vida está arraigada en el espíritu de los venezolanos. Es un valor absoluto que ninguna ideología y praxis revolucionaria y bolivariana podrá destruir. De allí, la grandeza histórica de Acción Democrática y de un liderazgo político que tuvo la capacidad de anticipar en perspectiva el fin de la historia. Hoy, la democracia y el capitalismo con toda su complejidad es una realidad planetaria. Dentro de ese orden de ideas, es vital la génesis de movimientos políticos  que presente a la nación un camino para impulsar el  progreso material y cultural desde una perspectiva republicana, civilista, federalista y de libre mercado. Es decir, AD cumplió su  ciclo  histórico y dejó como  legado  los principios, los fundamentos y la praxis  del ejercicio de la democracia. Derrotó históricamente con una teoría y una política, la vieja creencia de que los venezolanos no estaban en capacidad  de vivir en un mundo libre. Asimismo,  a  los pesimistas y etnocentristas que nos describieron como unos salvajes incivilizados. Se equivocaron. La Venezuela civilista  y republicana, en la mirada de cada venezolano, siempre han dado muestra de dignidad y coraje  a los hombres mujeres que pertenecen a la cultura occidental.
 

Así,descubrimos la república como forma política contra el imperio español y descubrimos la democracia contra el personalismo, el caudillismo, el autoritarismo, el militarismo y el totalitarismo.
 

Hoy, el reto  histórico  es construir los cimientos doctrinales del pensamiento y la praxis del liberalismo sin que ello represente una ruptura con nuestro pasado  republicano, civilista y libertario. No hay vuelta atrás.
 

Referencias
Imagen: obra «Hourglass» de Mary Morris Vaux Walcott
Tomada de: Ideas en Libertad


 

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