Gramsci explica la importancia de dar una lucha cultural para alcanzar el poder. De esa forma los movimientos sociales de corte marxista –socialista se prepararon a lo largo del siglo XX para imponer su ideología por medio de la manipulación de las masas. Su éxito ha sido incuestionable, a tal punto de que numerosos grupos hoy en día han asimilado gran parte de la retórica colectivista e igualitarista antiliberal.
El liberalismo por otro lado no ha sido tan exitoso, no es que se haya abandonado la lucha en el plano cultural, pero desde hace décadas se ha dedicado a reaccionar contra los movimientos colectivistas y no ha sido capaz de promover su propia agenda política y cultural.
Los medios de comunicación han sido prácticamente copados por la ideología de izquierda, donde constantemente se promocionan ideas dadas a lograr una mayor igualdad, y se condena a los grupos supuestamente opresores, ya sea los conformados por el llamado 1%, o aquellos sectores presuntamente privilegiados por la sociedad.
No hay duda de que tener una buena historia ayuda a convencer a las masas, desde la construcción de los estados-nación fue evidente como los gobiernos se empeñaron en promover una narrativa en común para crear una identidad, aunque sobre la base de hechos tergiversados.
Aun así se cumplió el cometido, no hay nada mejor para cohesionar un grupo que narrar una historia convincente que toque las sensibilidades de las personas. El liberalismo no ha logrado tal proeza, y eso se refleja en la poca cantidad de seguidores que tiene actualmente. La juventud parece estar ganada completamente por la retórica iliberal promovida desde las universidades y centros educativos occidentales.
Desde el famoso libro de Joseph Heath y Andrew Potter[1] muestra como el deseo de rebeldía y de cambiar el mundo es atractivo para las juventudes. Pelear contra un opresor, liberarse de las cadenas de un sistema y estar del lado de los desfavorecidos, son las retóricas que la izquierda política vende a los jóvenes con bastante éxito.
Ante esa realidad el liberalismo ha fallado indudablemente, y la autocrítica debe ser muy sincera. Lamentablemente la verdad no siempre es la mejor arma de comunicación política, la ficción es mucho más comercial. Esto no implica un llamado a la manipulación y tergiversación de hechos, pero si a mejorar considerablemente la narrativa con la cual se promueven las ideas liberales.
El intelectual liberal argentino Alberto Benegas Lynch (h) desde hace décadas viene reflexionando sobre este aspecto. De hecho, en la sección que tiene aquí en Ideas en Libertad, pueden leerse sus artículos, entre los cuales están «La autocrítica que deberíamos hacer los liberales», disponible en http://ideasenlibertad.net/3773-2/ y «La clave es la batalla cultural» http://ideasenlibertad.net/3008-2/, solo por nombrar algunos de sus escritos sobre el tema. Reconocer estos antecedentes historiográficos es importante.
Una gran historia solo puede ser reemplazada por otra igual de buena, es necesario aprender del adversario y reconocer sus méritos políticos para comunicarse adecuadamente. La interrogante qué cabe es ¿en torno a qué debe girar la narrativa liberal? Los liberales tienen un punto a su favor, se han erigido como los defensores de la libertad en la actualidad.
Sin embargo, hoy se pondera mucho más la igualdad que la libertad, por lo cual sobre esa idea no parece lograrse mayor avance para convencer a los ciudadanos. No debe ser abandonado tal ideal dentro del discurso liberal, pero es necesario buscar otros temas de mayor atractivo para las masas.
Un discurso muy académico tampoco es lo más recomendable, sobre todo los que se limitan a exponer estadísticas macroeconómicas para mostrar las ventajas del capitalismo. Nuevamente es imperioso presentar científicamente las ventajas de un sistema sobre otro, pero de manera que pueda ser asimilado por las mayorías.
Esto no implica abandonar la rigurosidad académica, ni convertir al liberalismo en otra ideología vacía de contenidos, pero sí de señalar sus debilidades para convencer al público. Hay una contradicción en los jóvenes que debe ser tomada en cuenta, a menudo alaban los regímenes comunistas, quieren la igualdad para todos, pero lo hacen muchas veces desde la comodidad del sistema capitalista.
Esto muestra incongruencia entre los ideales que dicen defender y lo estilos de vida a los cuales aspiran a tener o mejorar. Ese es uno de los puntos sobre el cual debe girar el discurso liberal, el desarrollo tecnológico para el bienestar de la sociedad es gracias al capitalismo. Las tecnologías también son utilizadas por quienes se oponen al sistema capitalista, los mismos gobernantes totalitarios las usan como medio de vigilancia hacia sus ciudadanos.
Por lo cual hay que dar la batalla a nivel de los medios de comunicación de masas, incluidas las redes sociales, porque tienen un alcance muy grande. Hay que develar los verdaderos intereses de los grupos igualitaristas, en el fondo todos buscan apoyar un modelo donde se pueda progresar, es el deseo de mejorar las condiciones materiales que ya tienen y no tanto de ser iguales a los demás.
El discurso del trabajo duro no parece ser precisamente la mejor forma de convencer a los individuos, nuevamente no puede dejarse de lado, pero se debe vender de una mejor manera. Aunque los postulados liberales son los correctos para alcanzar mayor bienestar, es su forma de trasmitir las ventajas de su modelo lo que ha fallado.
La construcción de alteridades negativas también debe hacerse apropiadamente, no se puede llamar parásitos o envidiosos a todo aquel que busque una ayuda social por parte del gobierno. Se puede cuestionar y hacer ver las consecuencias de esas aspiraciones, pero sin caer en acusaciones que producen rechazo.
Hay otros factores importantes a promocionar, vivimos en una época donde todo el mundo busca pertenecer a un grupo, pero al mismo tiempo se quiere reafirmar la imagen de individualidad y rebeldía, por lo cual sería esencial hacer énfasis en que el liberalismo actualmente es la teoría más transgresora que existe.
Logra conciliar los proyectos de vida individuales sobre el respeto de la libertad de pensamiento, y al mismo tiempo también sirve para cuestionar el actual orden social. El liberalismo permite elegir un estilo de vida autónomo al margen de lo que pueda establecer cualquier institución, siempre y cuando no dañe los derechos de terceras personas.
Igualmente es nodal construir una narrativa que explique los éxitos históricos alcanzados por el liberalismo en términos de disminuir la pobreza y garantizar bienestar social, las comparaciones con el pasado son muy útiles en ese sentido. El socialismo tiene una retórica de lucha, también es fundamental hacer que el liberalismo construya la suya en función de lograr liberar a las sociedades de la opresión de gobiernos totalitarios.
El liberalismo siempre lucha contra la opresión, busca el bienestar para todos y no solo de empresarios o clases altas, defiende a la minoría más pequeña representada por el individuo, reafirma el derecho de las personas a definir su propia identidad, respeta las libertades ajenas, y promueve la cooperación. Son esos principios que deben saberse promocionar para imponer una narrativa que haga al pensamiento liberal mucho más atractivo para los sectores sociales.
Referencias
[1] Heath, Joseph; Potter Andrew. (2005). Rebelarse vende: el negocio de la contracultura. España. Taurus.
Imagen: obra «Sunshine And Wind» de Charles Henry Sims
Tomada de: Ideas en Libertad
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