domingo, 7 de marzo de 2021

El hombre de carne y hueso. Una mirada Historiografía en perpectiva global.

 

RAMÓN RIVAS AGUILAR / IDEAS EN LIBERTAD 07MAR2021

Entre 1980 y 1998, el planeta  fue estremecido por un conjunto de factores de carácter político, ideológico, científico y cultural: la crisis del comunismo soviético; la caída del muro de Berlín; el desamor de los intelectuales por el marxismo y otras corrientes ideológicas; el fortalecimiento de los movimientos culturales y religiosos de índole nacional; la crisis del Estado benefactor; la conformación de grandes bloques económicos; el desarrollo una conciencia ecológica mundial; el proceso de descentralización y federalismo a escala internacional; la apertura del mundo hacia una economía de libre mercado y las implicaciones de una revolución técnico-científica en millones de hombres y mujeres.

En este nuevo proceso histórico se destaca un aspecto de trascendencia en el marco historiográfico: la necesidad de los estudios del proceso histórico a partir de la acción humana, de la capacidad empresarial, innovadora y creativa del hombre de carne y hueso, portador de las grandes transformaciones civilizatorias.

 


Por tanto, discernir el sentido de un nuevo ciclo histórico planetario requiere de un pensamiento abierto, innovador, audaz y antidogmático para explorar los signos de los nuevos tiempos. Una de esas dimensiones historiográficas que está en la fase de expiración, es la manera de cómo  se interpretó la historia. Hasta ayer, rescatar el pasado como memoria histórica desde el presente estuvo conectado a un discurso político que tendió a exaltar las grandes batallas sociales desde la ideología marxista, estatista y tercermundistas. Se trataba de cómo alimentar espiritualmente a hombres y mujeres con unas creencias que hicieron del pasado un baluarte para el combate social y político con proyección al futuro.

 


El marxismo, a través de la filosofía del materialismo histórico, intentó demostrar que el origen y la evolución de las sociedades humanas se regían por leyes objetivas y naturales e independientes de la conciencia. Para lo ideólogos del marxismo, la conciencia de los procesos sociales a través de la lucha de clases conduciría a las sociedades hacia estados superiores. Por lo que no era casual la utilización de una historiografía marxista que hizo del fenómeno histórico un instrumento al servicio de la revolución social.

 


Al mismo tiempo, la ideología estatista y capitalismo compiche justificó sus propuestas sociales y políticas dentro del Estado de bienestar para alcanzar sus objetivos. Es decir, la historiografía al servicio del culto al estatismo y a la utopía.

 


El tercer mundo no escapó al influjo de los ciclos políticos que se produjeron a nivel internacional en el siglo XX. Los intelectuales del tercer mundo hicieron de la historia el medio para el servicio de una corriente teórica de mucha importancia para nuestras sociedades: la teoría de la dependencia. Estos intelectuales concibieron el tercer mundo, en su historia, como el reflejo de la violencia, de la dominación, de la explotación de los recursos humanos y naturales por parte de las potencias imperiales. En consecuencia, la alternativa fue enfrentar teórica y políticamente el capitalismo dependiente para dar paso a la sociedad socialista.

 


Dentro de este panorama, Venezuela  estuvo inmersa en esa dinámica teórica y política. Desde una perspectiva intelectual se hizo del pasado un camino para cuestionar el capitalismo internacional. La historia fue objeto de estudio paras economistas y sociólogos, lo que permitió producir un pensamiento nacional contra las potencias mundiales. En esa dirección, las universidades jugaron un papel fundamental y las Escuelas de Historia de las universidades latinoamericanas se nutrieron de este proceso ideológico que se gestó en el Tercer Mundo. Nuestros catedráticos hicieron de la teoría marxista y dependentista un medio para estudiar la naturaleza de la historia universal, de América latina y de la Historia de Venezuela.

 


La muerte de la utopía y la crisis del  estatismo planetario provocaron desconcierto, angustia y desorientación en nuestras sociedades en general. ¿Qué pasó? La historia, como discurso ideológico y político, llegó a su fin. La crisis de la utopía y la del capitalismo estatal fue la crisis de una forma de examinar la historia; mas no la muerte de la misma. La historia se concibe como un proceso continuo, permanente y cambiante conectado vitalmente al drama del hombre y su mundo.

 


No hay la menor duda que existe una crisis historiográfica a nivel planetario. Hay señales de un tipo de crisis ligada a un tipo de historiografía centralista y monopolista. En el pasado este tipo de historiografía desarrolló estudios sobre los grandes relatos sin tomar en cuenta el significado del hombre y su importancia en los procesos históricos.

 


¿Qué hacer? Propulsar una historiografía que tome en cuenta los problemas materiales y espirituales del hombre concreto. Es necesario un tipo de historia que responda a los requerimientos de una sociedad para hacer de la memoria histórica un camino que valore la vida de los hombres y mujeres desde el presente con proyección hacia el futuro; Una historia que rescate la vida, la angustia, la esperanza y la problemática del hombre y su entorno vital. En esa dimensión, San Agustín privilegió la forma trascendental de la memoria como el medio vital para sintetizar el pasado y el futuro desde el presente. Para el teólogo africano, el presente del hombre es la senda para abordar el pasado y el futuro en un proceso único. De allí, existe el presente del pasado, el presente del presente y el presente del futuro (memoria, intuición y expectación).

 


En Venezuela comenzó ha desarrollarse estudios de tal naturaleza a partir del proceso post-nacionalizador. Es decir, el 1 de enero de 1976, una fecha histórica que  marca el fin del nacionalismo petrolero y, como consecuencia la crisis de la historiografía nacionalista, antiimperialista y anticapitalista. Al mismo tiempo, la génesis del pensamiento liberal  y nuevas corrientes historiográficas en torno al rol del hombre y su mundo desde una mirada plural Es importante que las futuras generaciones de historiadores impulsen iniciativas de tal naturaleza sobre el hombre como objeto de estudio en sus más diversas facetas. Hasta ahora, el proceso civilizatorio de Oriente y Occidente había desarrollado una forma de historia que privilegió a los grandes Estados, a las grandes batallas sin saber que el origen de estos procesos  era el fruto de la acción del hombre, siendo el hombre de carne y hueso su principal protagonista.

 


Referencias

Imagen: obra «Men and Women. Blue and Red, Emile Nolde

Tomada de: Ideas en Libertad

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