La ONU le quedó muy grande. Tranquilo, también a Delcy. Venezuela fue mencionada muchas veces como un ejemplo de lo que no debe ser, un país en crisis con un Gobierno infame. Venezuela, le quedó muy grande al chavismo
Venezuela obtuvo significativas menciones en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. A diferencia de la versión oficial, ninguna estuvo asociada a logros sino a la preocupación común por nuestra crisis, que afecta de manera notable a los vecinos más cercanos y comienza a ser más sensible para otras naciones, hasta ahora indiferentes por el peso de una chequera que ya entró en default.
El torpe manejo de las relaciones internacionales se convirtió, después de la economía, en el ejercicio de negación más absurdo del chavismo. Tratando de convencernos del logro que representa la presidencia del Mnoal mientras los miembros fundadores del Mercosur avanzan en una nueva agenda de tratados internacionales, Venezuela se quedó sin voz ni voto, como los propios venezolanos frente al retraso que las rectoras del CNE siguen sumando al proceso del referendo revocatorio.
Venezuela es referencia de un país no democrático, de una economía quebrada a fuerza de controles y corrupción, y de una Canciller mejor habilitada para el conflicto que para los acuerdos. Fuimos mencionados como un ejemplo de lo que no debe ser y en la ecuación también incluyeron las dificultades de ayudarnos frente a la tozudez de quienes nos gobiernan, porque hasta la ayuda humanitaria es entendida como una amenaza en la extraña épica del chavismo.
Nicolás es un pésimo vocero. Es malo para relatar anécdotas y peor para inventarlas. Es débil en su puesta en escena, preocupado por imitar -mientras destroza su memoria- al que decidió ungirlo en una última prueba de soberbia y maldad. Nicolás sueña con la grandeza mientras sus pares leen su debilidad, aún prescindiendo del servicio de traducción, como el mismísimo Hasán Rouhaní lo hiciera a su lado en Margarita: ¿para qué escuchar a un mitómano sin carisma?
El reto de hablar ante la ONU le quedaba muy grande. No era un teatro de audiencia controlada, no podría cuadrar su copete en cámara, no habría militares para rendirle tributo por disciplina, ni militantes para corear consignas y aplaudir el silencio entre sus palabras. El alcance de su éxito estaba estrechamente vinculado con el acierto de su discurso y las probabilidades de lograr semejante hazaña, superaban a la baja, al reto que frente a cualquier mundial de fútbol encara nuestra selección. Al menos la Vinotinto tiene fanáticos. Nicolás tiene a Cilia, y combinados en Nueva York, serían los tíos de un par de imputados por tráfico de drogas sin nadie que controlara las preguntas del periodismo independiente.
Al igual que ha soñado con un golpe de Estado, la posibilidad de imitar a su mentor con un discurso inolvidable en un escenario internacional, quedó reducido a una isla local. Es más fácil insultar en la distancia. Es más barato prometer la refundación de la ONU desde Miraflores, hablando de la pertinencia de la paz mientras persigue disidentes. La ONU le quedó muy grande. Tranquilo, también a Delcy. Venezuela fue mencionada muchas veces como un ejemplo de lo que no debe ser, un país en crisis con un Gobierno infame. Venezuela, le quedó muy grande al chavismo.
Fuente: TalCualDigital
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