NUEVA YORK.-Los sobrinos de la primera dama de Venezuela estaban terminando de almorzar en un popular restaurante en Haití cuando un agente federal estadounidense sentado en un vehículo en el estacionamiento recibió la señal.
Se volvió hacia el supervisor de la policía haitiana sentado a su lado y le informó. Pronto, tres policías haitianos enmascarados y armados con fusiles entraron al restaurante y confrontaron a Efraín Campo, de 29 años, y Francisco Flores, de 30, quienes no podían creer lo que les estaba pasando.
“Dijimos: ‘Policía, policía’ ”, dijo el jueves a un juez federal un agente encubierto haitiano que había estado trabajando con oficiales de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA). Ese policía no fue identificado al público debido a la sensibilidad del caso.
Los hombres fueron arrestados y conducidos a una estación de policía, donde los procesaron para ser entregados a las autoridades estadounidenses. El agente de la DEA, quien no había tenido contacto con los hombres, dijo que parecían “muertos de miedo”.
La historia del arresto de estos dos individuos fue el primer testimonio en un tribunal abierto que detalla cómo Campo y Flores, sobrinos de Cilia Flores, una poderosa legisladora venezolana y esposa del presidente Nicolás Maduro, se convirtieron en acusados en un encausamiento de fuerte tono político que subraya el papel de la élite gobernante de Venezuela en el tráfico de drogas.
Los dos hombres han pedido al juez que elimine las supuestas confesiones que hicieron durante el vuelo a Estados Unidos y alegan que sus declaraciones cuando estaban bajo custodia de agentes estadounidenses no son admisibles porque no les informaron de sus derechos y temían por sus vidas, pensando que los habían secuestrado.
El gobierno venezolano ha acusado a Estados Unidos de fabricar el caso en un esfuerzo por socavar la administración de Maduro y que éstos y otros encausamientos de altos funcionarios y militares venezolanos son parte de un plan que incluye el apoyo de Washington a un referendo revocatorio que pudiera poner fin a la presidencia de Maduro.
Si en definitiva el juez permite tomar en cuenta las confesiones, sería algo demoledor. Según documentos presentados al tribunal, Campo dijo que los dos planeaban comprar cocaína a rebeldes colombianos. Al preguntársele por qué participó en el trato, Flores dijo: “Para ganar dinero”, y agregó que el negocio era por $5 millones, de lo que esperaba llevarse $560,000.
Pero cada uno dijo que no coordinó nada con ningún funcionario de gobierno o militar venezolano.
“Campo agregó que no necesitaba coordinar con nadie para lograr esto”, según un informe de la DEA sobre la supuesta confesión de Campo.
El jueves por la mañana, la fiscalía llamó al policía haitiano y al agente especial de la DEA para impugnar alegaciones de la defensa de que los hombres no comprendieron bien lo que estaba pasando y que temían por sus vidas. Los abogados defensores dijeron que no estaba claro que los hombres que arrestaron a Campo y Flores eran policías, señalando que tenían máscaras y uniformes que no mostraban claramente ninguna insignia policial, y llevban fusiles de alto calibre.
También acusaron a los agentes estadounidenses de realizar una investigación que no grabó conversaciones importantes y dependió de traficantes, de los cuales al menos uno era también drogadicto, y no se debe tener confianza en él para un caso tan importante.
Por su parte, los fiscales presentaron una cronología del arresto de los dos hombres y aproximadamente las cuatro horas de vuelo a Nueva York. El agente especial Sandalio González declaró que los acusados, por voluntad propia, trataron de explicarse, se les informó debidamente de sus derechos de manera verbal y en varios momentos rieron con los agentes.
Fuente: El Nuevo Herald
No hay comentarios:
Publicar un comentario