Carlos Seijas Meneses / Publicado octubre 23, 2020
Expertos sostienen que desde el momento del anuncio se esperaba que la reconversión monetaria de agosto de 2018 fracasara por la hiperinflación, que ese año registró las tasas más altas hasta la fecha. Por ende, afirman que volver a quitarle ceros a la moneda sería inviable
Si un mexicano va a una carnicería en su país con el billete de mayor denominación, el de 1.000 pesos ($47,41), puede comprar seis kilos de bistec, que cuesta un promedio de $7,94; mientras que un argentino, pese a sufrir la segunda inflación más alta de América Latina, podrá adquirir, con el billete de 1.000 pesos ($12,88) dos kilos y medio de carne, que tiene un precio de $5,15 en promedio. En Venezuela, que atraviesa una crisis hiperinflacionaria desde 2017, el billete de mayor valor, el de 50.000 bolívares ($0,10), no compra más de 27 gramos o, lo que es igual, unas tres cucharadas de carne molida.
La familia de billetes, que alivió en buena medida la escasez de efectivo durante los primeros meses de su lanzamiento, pasó, en menos de un año, a ser disfuncional, término que, según la Real Academia Española, se refiere al «desarreglo en el funcionamiento de algo o en la función que le corresponde». Pues bien, el bolívar soberano que lanzó Nicolás Maduro en agosto de 2018 como un intento de recuperar el pulverizado valor de la moneda nacional, perdió nuevamente sus tres funciones: servir de unidad de cuenta, medio de pago y de reserva de valor.
«Ya se están manejando cifras altas, no como las que se manejaron previo a la reconversión de 2018, pero ya llegamos a los millones de bolívares, lo que significa que, en algún momento próximo, los sistemas de contabilidad empezarán nuevamente a fallar porque no pueden manejar tantas cifras«, asegura el analista financiero Henkel García, director de Econométrica. «Por otro lado, la falta de efectivo no necesariamente se debe a que no se ha reconvertido. Si el gobierno hubiese sacado billetes de 100.000 suficientes, o hasta de 500.000 bolívares, no habría escasez de efectivo al menos por los momentos».
Apenas dos años después de la reconversión monetaria anunciada orgullosamente por la televisión y la radio, y promocionada en decenas de vallas en todo el país que la lluvia se ha encargado de ir borrando, la administración de Nicolás Maduro planea emitir un nuevo billete de 100.000 bolívares. Con este dinero un trabajador no puede siquiera tomarse en la mañana un café en una panadería. Necesitaría siete u ocho billetes para pagar los 700.000 y 800.000 bolívares que cuesta en establecimientos de la Gran Caracas.
A pesar de que el bolívar claramente está cavando su propia tumba ante el importante avance de la dolarización -en el país habrá tres cajeros que dispensarán dólares a clientes de AKB Fintech-, el gobierno de Maduro no quiere renunciar a la moneda nacional y dolarizar oficialmente la economía, que es lo que han pedido trabajadores públicos y sectores de la oposición.
El mismo Banco Central de Venezuela (BCV), supeditado a las órdenes de Maduro, reconoce que los billetes perdieron dramáticamente valor. Según las estadísticas del ente emisor, desde febrero de 2020 no se ha puesto en circulación ni una pieza de las denominaciones 2, 5, 10, 20, 50, 100, 200 y 500 bolívares.
Actualmente los billetes representan apenas 3% del total de la liquidez monetaria, que es el total de efectivo y depósitos totales en el sistema bancario.
Desde enero hasta septiembre, el Banco Central emitió 33,5 millones de piezas nuevas del billete de 10.000 bolívares, 57,6 millones de piezas del de 20.000 bolívares, y 64 millones de piezas del de 50.000 bolívares, para tratar de responder al aumento de la demanda de efectivo por la hiperinflación, que en ese período registró una tasa acumulada de 844,1%, según cálculos del BCV.
Los billetes de 2 a 500 bolívares representan 94,1% del total del papel moneda en circulación, mientras que los de 10.000, 20.000 y 50.000 bolívares representan apenas el 5,8% del total de piezas del actual cono monetario en circulación.
«Cuando se tiene un millón de bolívares en una cuenta bancaria y se va al banco a retirarlo, no hay efectivo porque la hiperinflación pulverizó el cono monetario», dice el economista Jesús Casique, director de Capital Market Finance. «Ya el ritmo de incremento de billetes es extremadamente lento. Si no se resuelve el problema de la hiperinflación, no tiene sentido alguno sacar un billete de 100.000 bolívares, que equivale a, ni establecer una reconversión monetaria, además de que es inviable porque tiene un alto costo y Venezuela no tiene caja para eso«.
El experto propone inyectar una mayor cantidad de piezas al mercado de los tres billetes de mayor denominación. También sugiere que se podría agregar ceros a los billetes de 10.000, 20.000 y 50.000 para resolver el problema a corto plazo. Pero Casique sostiene que lo más importante es establecer una disciplina fiscal y monetaria y respetar el artículo 320 de la Constitución, «violada en reiteradas oportunidades por el Banco Central al monetizar el déficit fiscal, una de los principales factores que generaron la hiperinflación, además de la depreciación del tipo de cambio».
Señala que, según el Índice de Precios al Consumidor del BCV, desde que entró la reconversión hasta septiembre, que fue el último reporte, la inflación es de 3.007.112%.
Sus pares en la región
En Argentina, una persona puede comprar con el billete de 1.000 pesos argentinos, 2,5 kilos de bistec o seis paquetes de harina de maíz precocida. También se podría pagar un desayuno para dos personas con huevos revueltos, tostadas y café en una zona exclusiva. Con ese monto también se pueden adquirir en las licorerías cuatro botellas de vino económicas o una más costosa, o beber entre seis y ocho botellas de cerveza en un bar sofisticado.
En Chile, con los 20.000 pesos (25 dólares) del billete de mayor valor, una persona puede pagarse una cena sencilla o pueden hacerlo dos si van a un sitio de comida rápida. O, un chileno puede comprar un par de entradas al cine.
En México el billete de mayor valor, que es de 1.000 pesos ($47,41), alcanza para hacer un pequeño mercado (sin carnes rojas ni pescado). Con él también se puede comprar ropa en tiendas de marcas nacionales: al menos unas tres camisas y un vestido de oficina o tres camisas y un pantalón. Con los 1.000 pesos también se puede llenar el tanque de gasolina de un vehículo, como, por ejemplo, de un Chevrolet Aveo o de un Nissan March. Alcanza para que dos personas salgan a recrearse, como ir al cine con una promoción de cotufas y sobra para pagar el estacionamiento. Puede variar, por supuesto, dependiendo del sitio en el que se consuma.
En Venezuela, con el billete de 50.000 bolívares apenas se pueden poner 10 litros de gasolina en las estaciones de servicio subsidiadas, donde expenden el litro a 5.000 bolívares.
Tomada de: TalCualDigital
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