RAMÓN RIVAS AGUILAR / IDEAS EN LIBERTAD 25OCT2020
Primero, un viaje por el devenir nos permitirá conocer el contexto venezolano de la época. Para esto, Arturo Uslar Pietri, un comunicado del P.D.V y el Diario Ahora
«Si lanzamos la mirada hacia atrás, hasta los orígenes históricos del hombre, nos encontramos que con los largos siglos que la historia ha recorrido , la mayoría de ellos, de los veinticuatros o veinticinco siglos de vida histórica, han sido presidido, con un nombre u otro, por el intervencionismo,… y tan solo un breve lapso, un lapso que corre desde las postrimerías del siglo XVIII hasta la mitad del siglo XIX, proclama y sustenta un ensayo de libertad económica»[1]
Comunicado del PDV
De Caracas a Mérida, 9 de enero de 1945
Directorio Seccional PDV.
Urgente.
En vista de que copartidarios diputados. Asamblea Legislativa ese estado al votar por otros candidatos que no fueron señalados en la plancha oficial de nuestro partido incurrieron en deslealtad y falta de disciplina contraria a la ética que debe regir la vida de todo partido político, les encarecemos con carácter de suma urgencia someter sin dilación a tribunal disciplinario a dichos copartidarios a los fines de su expulsión del partido no mayor de una semana. Sugerimos se le dé a este telegrama mayor publicidad posible prensa ese Estado y entre copartidarios misma Entidad Federal. El Directorio Nacional Arturo Uslar Pietri, Julio Medina, Alejandro García Medina, Pastor Oropeza, Fernando Aristiguieta, Alirio Ugarte Pelayo[2]
Señor Juan Penzini Hernández
Director Diario Ahora
Transcribole telegrama que he dirigido hoy al Ministerio de Relaciones Interiores
Denuncio ante despacho el siguiente hecho: restrictivo libertad individual lo ocurrido en Maracaibo con motivo de pronunciarse por el General Eleazar López Contreras varias personas guajiras venezolanas, fueron reducidos prisión que figuraron en dicha postulación, entre ellos José De los Santos Montiel; habiendo tenido informes que se ha ordenado arresto y se ha enviado a la Guajira por otros manifestantes, método coactivo empleado gobierno estadal viola la garantía constitucional. En nombre pro candidatura política presidencial del Estado Zulia esperamos restablezca libertad de los detenidos. El Secretario General de la agrupación. Manuel Matos Romero[3]
El gobierno coacciona para mantener adeptos. Destituye a quienes no siguen las normas fascistas[4]
Más represalias oficiales contra los pedevistas. Nuevos despidos ha hecho el MAC. La víctima esta vez es un inspector de pesca[5]
El cacique guajiro “torito” confirma su adhesión al General Eleazar López Contreras. Adhieren también otros indígenas[6]
Existe en el imaginario político del venezolano la vieja creencia que el gobierno constitucional del general Isaías Medina Angarita (1941-1945), fue el gobierno más liberal y más democrático que haya existido en la historia política de Venezuela.
Los adeptos del medinismo, los políticos e intelectuales e historiadores, enemigos del 18 de octubre de 1945, son de la misma creencia. Sin embargo, no estamos de acuerdo con esa percepción historiográfica que enaltece las bondades y las generosidades liberales y democráticas de la figura histórica del gobernante general Isaías Angarita. Y, sobre todo que apelan a un argumento tan pueril, tan simplista y tan primitivo: no hubo presos políticos en su gobierno. La teoría de Popper volvería añicos esa afirmación que tanto gusta recordar los defensores del medinismo: basta que hubiere un solo preso político para demoler esa versión que manejan con tanta certeza los historiadores que no aceptan el significado de la revolución política que produjo el 18 de octubre de 1945 en la Venezuela del siglo XX: el nacimiento de la democracia en la nación del insigne civilista Don Cecilio Acosta.
Sin negar los aportes de su gobierno al proceso de modernización política, jurídica, económica, social y cultural, también es cierto que ejerció el poder con posturas estatistas, antiliberales y antidemocráticas. Su legitimidad, como gobernante, derivó de una arquitectura institucional en la que la forma de escoger a los representantes del poder nacional se hizo mediante elecciones de segundo y tercer grado. Fue la violación institucional de los principios de la democracia establecidos en el gobierno provisional del general Juan Crisóstomo Falcón (1863-1864) hasta su recuperación histórica con el estallido y la proyección política del 18 de octubre de 1945, y su declinación política en el año de 1998.
En ese sentido, el gobierno de Isaías medina Angarita se caracterizó por asumir posturas estatista, antiliberal y antidemocrática. La fuente del ejercicio de su poder fue ilegitimo. Fue la expresión histórica de la adulteración del principio básico de la democracia: soberanía popular. Su restitución con la revolución del octubre le dio legitimidad histórica a un movimiento cívil-militar que mandó al cesto la doctrina del cesarismo democrático. Para las élites militares y política del medinismo, la esencia del poder descansaba en la institución militar que encarnaba la figura del mandón único, su continuidad y herencia para los privilegiados de la sabiduría, de los doctos de la maquinaria estatal.
No creían en la democracia. Fueron educados en la cultura del monopolio, en las ideas del libertador contra los partidos políticos que constituían los factores del caos, del desorden, y, como consecuencia, la destrucción de la unidad nacional. Solo las fuerzas armadas eran la garantía de la convivencia pacífica de los venezolanos. Para ellos, democracia era caos, izquierdismo, comunismo y doctrinas extranjeras que alteraban la estabilidad política del país. Otorgar el voto a los venezolanos era retornar a la violencia, a la barbarie, al salvajismo y al primitivismo.
Un gobierno de tal naturaleza, que concentraba el poder en la figura de Medina, significaba que él ejercía todo el poder institucional y personal para escoger con libertad el resto de los representantes del poder nacional. Con el movimiento de sus manos inclinaba sus preferencias para seleccionar a los hombres que ejercerían las funciones militares, burocráticas y administrativas. En otras palabras, no había pesos y contrapesos de los poderes nacionales. Todo se concentraba y se centralizaba desde Miraflores. Por tanto, no era un gobierno auténticamente liberal. No lo era. Esa conducta gubernamental se acentuó con la creación del Partido Democrático Venezolano, en el año de 1943.
En todo caso sería fútil negar el papel del gobierno de Medina en la profundización de la modernización del país a través de un conjunto reformas que cimentaron las bases de un régimen de legalidad a tono con los tiempos históricos. Pero, tampoco se puede negar el protagonismo del civilismo del venezolano en la vida nacional y la importancia de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) que obligaron a las élites del medinismo abrirse hacia un proceso de democratización que había nacido con la generación del 28. El historiador Manuel Caballero fue categórico al señalar en una de sus puntiagudas frases históricas: la democracia en Venezuela nació en las calles.
Los Gobiernos de López y de Medina (1936-1945) que tuvieron el control de las armas, del tesoro, de las instituciones, contaron con un aparato cultural (Las Cívicas Bolivarianas 1938-1945), un instrumento ideológico que les permitió manipular los símbolos de origen patrios para justificar la presencia de sus gobiernos como una necesidad histórica, con unas creencias que se nutrían del pensamiento político del libertador Simón Bolívar. El culto bolivariano en la imagen conceptual y doctrinal del cesarismo democrático. El sentimiento y la unidad nacional, la clave de la felicidad del país. Solo cuando los venezolanos se educaran en el ABC de la democracia, serían libres. Mientras tanto, los medinistas controlaron el poder para profundizar lo que ellos llamarían democracia evolutiva. Una forma inteligente de solapar en los nuevos tiempos el cesarismo democrático.
Dentro de ese marco histórico, el estatismo y el intervencionismo se acentuaron con la dinámica petrolera, con los bienes y servicios de las familias gomecistas que pararon a manos del poder ejecutivo, y con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Por un lado, se suspendieron las garantías económicas; por el otro, el gobierno implementó un conjunto de medidas económicas y fiscales para atacar el desequilibrio económico que provocó en el país el conflicto bélico de alcance global. Esa situación histórica agudizó el enfrentamiento entre el estatismo y las fuerzas empresariales, lo que dio origen a Fedecámaras, el 17 de julio de 1944. Estatismo e intervencionismo y planismo en las figuras políticas más destacadas del medinismo. No creían en el libre mercado. Su espíritu estuvo impregnado de prejuicios históricos contra el liberalismo que, según ellos, había generado consecuencias graves en el mundo industrial inglés y en la Venezuela del siglo xx. No cabe la menor duda, que los gobiernos de López y Medina (1936-1945) son los responsables políticos e intelectuales del nacimiento y proyección del capitalismo de Estado a lo largo del siglo XX y parte del siglo XXI.
En otros términos, un gobierno con esas características jamás se podría considerar un gobierno liberal abierto a las fuerzas del mercado. Jamás. Dejó como herencia histórica el camino para propiciar un tipo de capitalismo chimbo, de amiguismo, capitalismo corporativo, clientelar, populista y empresarial.
La expresión intelectual que revela los principios, los fundamentos y los postulados del capitalismo de Estado como el porvenir de desarrollo material y cultural de la nación, se encuentra en el libro “La libertad económica y la intervención del Estado”, un ciclo de conferencias organizado por el partido democrático venezolano, en el año de 1944. En esas páginas, se nota el fervor estatista e intervencionista de Arturo Uslar Pietri, de Rodolfo Rojas, de Alfredo Machado, J.J. González Gorrondona y Xavier López Bello. Basta señalar un párrafo de la conferencia de Arturo Uslar Pietri que denota su predilección por la cultura del estatismo:
«Allá, en una página del génesis, hermosa y conmovedora, llena de idealidad humana, está un primer ensayo de planificación económica o de new Deal»[7]
Toda esa conducta política de carácter estatista, antiliberal y antidemocrática del gobierno de Medina y sus élites, se resume en la creación del Partido Democrático Venezolano, en el año de 1943.Un partido que se creó desde el poder sin entusiasmo y fervor popular. Además, financiado con los recursos del tesoro nacional, dinero de los venezolanos. Su naturaleza como estructura política y organizativa, un adefesio jurídico, cuyas consecuencias fueron perversas y nefasta para un estado moderno. En efecto. Produjo una total confusión política y jurídica entre las funciones del Estado, del gobierno y del partido. Una Estructura similar a las organizaciones políticas de origen totalitario, guardando las comparaciones históricas. Se puede calificar un gobierno liberal y democrático con un partido político único promovido desde el poder nacional. Por supuesto, que no.
Un historiador de la importancia de Carlos Siso, con simpatía con los gobiernos de López y Medina, vio con preocupación esa decisión nefasta para el futuro del gobierno medinista:
«No se puede pretender constituir un partido único del gobierno, porque eso sería crear una clase directora escogida según los méritos y simpatía adquiridas en un círculo y no por las condiciones personales y por los servicios servidos a la patria; porque sería crear un partido presidencial, sistema que dio resultado durante el predominio del partido liberal; porque eso sería constituir una oligarquía en el gobierno de una figura política; porque eso sería crear un régimen de privilegios y de exclusivismo que alejaría al magisterio del pueblo, que le privaron del aura popular; porque eso sería en fin; crear un régimen que de por si engendraría el desprecio por todo lo que está debajo, el odio por todo aquel que no piense ni sienta de acuerdo con las ideas y sentimiento del círculo. Esa fórmula no cabe en el gobierno liberal, mucho menos en uno que no siente todavía el eco de las explosiones populares que se sucedieron al desaparecer largos periodos dictatoriales»[8].
Asimismo, una figura destacada del medinismo, el diputado Tinoco, en carta abierta al candidato oficial del PDV, Ángel Biaggini, Señaló:
«El poder del Estado y de la nación pasaron de hecho al partido que tales cosas liquida. Tal partido no puede llamarse democrático, porque es justamente contrario a la esencia de la democracia; abriga el propósito de abrigar en el seno suyo los poderes del estado; usurpa, con engaño, atribuciones que la Constitución señala a determinados organismos; exclusivistas, a extremo de distribuir honores, riquezas y cargos de la nación a sus hombres; y de aprobar la suspensión de garantías en plena paz; y, constituye, en resolución, la base no ya de una dictadura, sino de una tiranía absorbente, de un gobierno totalitario, absoluto…Nos sorprende que la soberbia apetezca tanto. Lo que por una y sonroja es que haya quien gustoso lo consienta, lo aplauda y teorice. Tal fue la sentencia de otro famoso pensador italiano cuando nació el fascismo»[9]
Un estilo de gobernar arbitrario y autoritario. Nada liberal sin ningún respeto por las instituciones del estado y de la sociedad. Se observa como el estado, el gobierno y partido de forma antidemocrática impusieron al candidato presidencial Ángel Biaggini, para las elecciones presidenciales a realizarse en el año de 1946.Estas fueron las palabras del diputado Tinoco:
«En la constitución y en la actuación del PDV, existe un elemento de inmoralidad, es decir. En el empeño de confundir la función pública con la función personal de los miembros del partido, cuya consecuencia más humana e inmediata no puede hacer otra cosa que la perpetuación, a toda costa, en el poder»[10]
Un Estado, un gobierno y un partido, una y la misma cosa. Tanta retórica historiográfica para defender un gobierno con esas notas, de una profunda inmoralidad.
El resultado final de ese proceso histórico, con ese comportamiento antiliberal y antidemocrático, se puede apreciar cuando el General Eleazar López Contreras, militante del partido conservador, decidió participar como candidato presidencial para las elecciones presidenciales, convocadas para el año de 1946.Estas fueron las generosas y bondadosas palabras del presidente constitucional General Isaías Medina Angarita:
«Con respecto al General Eleazar López Contreras, con quien me ligan nexos de amistad y de profunda gratitud, estoy dispuesto a oponerme al triunfo de su candidatura presidencial y a emplear en ese sentido de todas las fuerzas de que dispongo»[11]
Es decir, de las fuerzas del Estado, del gobierno y del partido. Vaya. Que tal el talante genuino liberal y tolerante del General Medina.
En efecto. El estado, el gobierno y el partido medinista no tuvieron compasión contra todos aquellos militantes del PDV que inclinaron sus preferencias por la candidatura presidencial del general Eleazar López Contreras. Persecución, intimidación y despido fueron las tácticas liberales y democráticas utilizadas contra aquellos que vieron con simpatía la candidatura de López. Aún más: se dieron casos insólitos de extrema gravedad para el supuesto espíritu liberal y democrático del gobierno medinista. Medidas extremas, como cárcel para personas que favorecían la figura de López como candidato presidencial. Por ejemplo, en la prensa se reseñó ese hecho que conmovió a la militancia del PDV, en Maracaibo:
«Cárcel para personas que den respaldo al General López Contreras»[12].
La tragedia histórica de un Estado, de un gobierno, de un partido, de un presidente y de unas elites militares y políticas, de una mentalidad y una praxis estatista, antiliberal y antidemocrática, cuyo resultado político desembocó en el 18 de octubre de 1945: una revolución política, jurídica, económica, social y cultural que puso fin a una era histórica negadora de un gobierno republicano, liberal y democrático.
Sin duda alguna, el 18 de octubre de 1945 representa en esencia las bases de la república, del liberalismo y de la democracia en la Provincia de Venezuela.
En consecuencia, el medinismo mantuvo en su espíritu una mentalidad y una praxis de carácter estatista, intervencionista, planista, antiliberal y antidemocrática. Por un lado, profundizó los fundamentos y la praxis de un capitalismo de Estado negador de la acción humana, de la innovación, de la creatividad y empresarialidad de los venezolanos. De igual modo, la concentración y la centralización del poder, en la figura del presidente de la república, significó la negación de un auténtico gobierno liberal. Los supuestos institucionales de pesos y contrapesos de los poderes nacionales una falacia histórica. Su figura encarnaba, en definitiva todos los poderes. Y, por el otro, fue un gobierno antidemocrático al impedir la plena soberanía a los venezolanos, precisamente para elegir libremente un gobierno auténticamente republicano, liberal y democrático. Asimismo, la creación de un partido político desde el poder, un adefesio jurídico, alimentado con la partida secreta del Ministerio de Relaciones Interiores, dinero de los venezolanos, degeneró en una organización política en manos de un Estado y de un gobierno, con privilegios, con ventajas políticas, con ventajas electorales y empresariales, que no se correspondían con el supuesto espíritu liberal y democrático que los historiadores le han asignado al gobierno de Medina. La total confusión y caótica de un Estado, de un gobierno y de partido. Una inmoralidad.
Referencias
[1] Arturo Uslar Pietri, 1944, p. 13
[2] Biblioteca Tulio Febres Cordero, Mérida, 1985
[3] Diario Ahora, Caracas 1945
[4] Ahora, 6-9-45, pág. 9
[5] Ahora, 7-9-45, p.12
[6] Ahora, 27-9-45, p.12
[7] 1944, 13
[8] Caracas, 1985,p.399
[9] Ahora, 2-10-1945).
[10] Ahora, 2-10-1945
[11] Ahora, caracas, 6-9- 1945, página. 4
[12] Ahora, 16-9-45. “Inaudito atropello hubo en Maracaibo”
Imagen: obra «Face A Face# de Georges Rouault
Tomada de: Ideas en Libertad
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