Por Beatriz De Majo -February 17, 2021
Foto AFP
Wuhan registró su primer caso de coronavirus en más de un mes
Fue dentro de un ambiente de incredulidad en el seno de los observadores de los fenómenos globales que la misión de la OMS acudió a Wuhan con el fin de hacer luces sobre los orígenes de la pandemia que nos azota desde hace ya más de un año.
La narrativa sobre la manera en que el covid habría surgido para contaminar a la humanidad entera ha sembrado diferentes y controvertidas teorías encaminadas a demostrar que la aparición del virus fue el producto de una manipulación humana interesada. Las redes de información digital del colectivo fueron pasto fácil para estas teorías. Medios de comunicación, altos líderes de los gobiernos de unas cuantas naciones, “influencers” de las redes sociales, personeros de los medios convencionales se dieron a la tarea de desinformar y se han hecho parte de un juego peligroso en el cual estamos atrapados hoy.
Lo que a los inicios de esta debacle planetaria comenzó siendo un ejercicio de culpabilización irresponsable terminó convirtiéndose en una política de comunicación de China, primer agente señalado por muchos de activar un arma biológica de alcance impredecible. No podía ser de otro modo. Una publicación de The Associated Press, replicada por buena cantidad de medios en el planeta, asegura que “el día después de que la Organización Mundial de la Salud designara el brote de covid-19 como una pandemia, Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, publicó una serie de tuits que lanzaron lo que podría ser el primer experimento digital verdaderamente global del partido con desinformación abierta…“Podría ser el ejército estadounidense quien llevó la epidemia a Wuhan. ¡Sean transparentes! ¡Hagan públicos sus datos! ¡Estados Unidos nos debe una explicación!”. El tuit replicado ad infinitum se convirtió en tendencia en Facebook, VK, Weibo, WeChat, YouTube, Telegram y muchas otras plataformas.
Pero el pecado de la desinformación no fue solo de los asiáticos. ¿Cuántas veces Donald Trump se refirió a la infección causante de la pandemia universal como el “virus chino”?.
El mundo no tardó en reaccionar. Lo que siguió al tuit de Zhao fue una avalancha de “fake news” de parte de una sumatoria de actores empeñados en apoyar cualquiera de las dos tesis –culpabilidad americana vs culpabilidad china– por razones meramente políticas. Así fue como la difusión de una conspiración de ambos lados adquirió un tamaño tal que las encuestas de Pew Research lo reflejaron contundentemente: 34% de los americanos da crédito a la teoría conspiracional china, mientras que uno de cada cinco considera que podría haber sido un arma biológica creada en un laboratorio.
La carrera de obstáculos que tenemos enfrente para hacer llegar la inmunización a todos los recodos del planeta no ha conseguido desmontar la fábrica de noticias encaminadas a la culpabilización de los actores del inicio este episodio.
Hoy, cuando ya tenemos en las manos los resultados de la investigación de la OMS en la que la tesis central sostenida es la de que el virus no fue producto de una fabricación de laboratorio sino provino de un animal, en China ya se ha iniciado una nueva campaña mediática orientada a influir el ánimo de su población. Dos nuevas teorías circulan en las redes orquestadamente por los órganos oficiales de información: una es que los ancestros animales del virus provienen de algún lugar fuera de China y, la otra, que el virus se transmitió al mundo a través del comercio y transporte de animales salvajes congelados. Liberadas Wuhan y Pekín, pues, de toda responsabilidad.
Es que la nueva batalla es la de validar la vacuna ante todos y a cualquier precio.
Tomada de: El Nacional
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