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Por El Nacional -noviembre 23, 2021 / APÓYANOS
No se puede cerrar el capítulo de las elecciones regionales sin comentar por lo menos las lecciones que deben aprenderse después de este evento, aunque sean obvias. Hay que admitir que es la manera más dolorosa y que la enseñanza no es del todo nueva, pero ha tenido que repetirse como quien repite una materia raspada porque los alumnos no han sabido (o no han querido) aprender.
Primero que nada, un CNE imparcial, un registro electoral bien auditado, unas máquinas de votación y un tarjetón adecuado, miembros de mesa debidamente entrenados, testigos bien preparados, son exigencias innegociables para cualquier evento electoral. Esto, aunque los observadores internacionales no tengan mucho que señalar en su informe e insistan en que hubo pocas irregularidades.
De que las hubo, las hubo. Muchos electores encontraron que fueron cambiados de centro, muchos centros electorales solo tenían miembros de mesa del partido oficialista, muchos cerraron muy tarde para esperar los votos del PSUV y un montón de detalles más.
Aunque todo haya salido bien, es imposible creer en los resultados. El país pintado de rojo es una mentira del tamaño de Venezuela, y lo sabe el ciudadano común, el que todavía puede ir al mercado y el que no tiene con qué comer. Y esos números son producto de lo anterior y otros temas que la oposición debería de una vez por todas entender y asumir.
El asunto de los intereses individuales es uno de ellos y quizás el más importante. Tener poder a toda costa es un defecto del que sufren muchos que se llaman opositores y que los hace incluso participar en farsas preparadas por el gobierno chavista. Allí fue cuando ocurrió la división más importante y en donde se ubica otro de los temas cardinales de esta derrota.
¿Por qué no escuchan a la gente? ¿Lo harán ahora que la abstención fue tan importante o seguirán echándole la culpa al ciudadano de que no fue a votar? Lo dijeron muchos analistas, a la gente no le interesa elegir concejales o alcaldes porque saben que eso no va a cambiar ni terminar con la tragedia que viven. Y a pesar de estar esto tan claro, el grupo que decidió participar incluso se peleó entre sí. ¡Qué espectáculo tan deprimente!
¿Qué más tiene que pasar para que los que se llaman opositores se den cuenta de que mientras el CNE esté comprometido y mientras el gobierno chavista tenga en sus manos los recursos, no habrá elecciones realmente democráticas? ¿Valió la pena el cuento de “recuperar espacios” para justificar esta comparsa electoral? Lo que se hizo al final fue atornillarlos mejor.
Ahora hay que aguantarse la risa burlona. Si tan solo los líderes de los partidos “opositores” aprendieran la lección, por lo menos se sacaría algo positivo de este desastre.
Tomada de: El Nacional
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