Por El Nacional -diciembre 12, 2021 / APÓYANOS
Los que sostienen que es una buena noticia el aumento del consumo de dos kilos per cápita de carne en el país es porque no ven la foto completa. Es cierto que hay que alegrarse porque cada incremento en este sentido cuenta, pero los 8 kilos están bien lejos de los 60 que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Sobre todo si se toma en cuenta que un kilo de carne no representa la misma cantidad de proteínas, y eso lo sabe muy bien un nutricionista y cualquier médico venezolano. Si una persona apenas come medio kilo de pollo, carne de res, pescado o cerdo en promedio al mes es una cantidad ínfima de los requerimientos que necesita su cuerpo. Imagínense si hablamos de niños o ancianos.
Y si se ven estas cifras aisladas, también falta otra parte de la realidad. Este anuncio hecho por la Federación Venezolana de Ganaderos debe mirarse junto con el estudio que hicieron los economistas Luis Zambrano y Santiago Sosa, del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB. De acuerdo con sus números, el venezolano ha reducido entre 24% y 34% el gasto en alimentos.
Y no es que lo ha hecho porque esté preocupado por seguir una dieta, ni siquiera la que está de moda del ayuno intermitente, sino porque las circunstancias lo obligan. La inflación se come el salario y no queda más remedio que ajustar la compra de alimentos a lo que se gana, que es cada vez menos. El gobierno chavista ha demolido el poder adquisitivo y ha vuelto polvo cósmico el bolívar. Y desgraciadamente no todos ganan en dólares.
No solamente en la adquisición de alimentos se ve la desmejora de las condiciones de vida, sino que el venezolano ya no tiene dinero para ropa, calzado y mucho menos recreación. Pero esta situación no tiene signos de mejorar, pues los anuncios que hizo la vicepresidenta al presentar el presupuesto para 2022 son más de lo mismo. El sistema cambiario seguirá amarrado a la emisión de dinero del Banco central de Venezuela y a los antojos de Miraflores. Y aunque anuncien que van a acabar con la inflación para el año que viene, no explican cómo, con lo que siguen siendo promesas vacías.
Ya es demasiado el daño que le han hecho a la población al someterla a una reducción alimentaria tan drástica. Por esto sufrirán las consecuencias muchas generaciones, pues es bien sabido que de la desnutrición es muy difícil recuperarse. Venezuela toda está enferma, desde el productor del campo hasta el consumidor.
Esto no se repara ni con millones de bolsas CLAP sino con un cambio de rumbo y el diseño de una política económica y social que piense realmente en el ciudadano.
Tomada de: El Nacional
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