Por El Nacional -diciembre 2, 2021 / APÓYANOS
Por respeto a las directrices que dejara el fundador de El Nacional, Miguel Otero Silva, no se escribe en este editorial los adjetivos calificativos que en realidad merece la directiva del hospital Miguel Pérez Carreño, que se ha dedicado desde que llegó a maltratar, amenazar y perseguir a los médicos y al personal de salud de un centro asistencial tan importante para el oeste de Caracas y todo el país.
Es obvio que ante el hostigamiento muchos prefieren sacrificar años de carrera y renunciar, como lo han hecho los que estaban adscritos a la Unidad de Cuidados Intensivos. La médico jefe del Departamento de Medicina Crítica, Ingrid Von der Osten, fue jubilada antes de tiempo porque se atrevió a protestar la orden que le dieron de admitir a más pacientes en terapia intensiva cuando lo que sirven son dos respiradores.
No es que esta situación haya surgido a raíz de la pandemia de covid-19, porque el estado de este hospital es igual al de todos los demás construidos en democracia, al borde del colapso. Pero es obvio que el caos ha llegado a su máxima expresión con la cantidad de enfermos que necesitan cuidados intensivos por la enfermedad. Ya los médicos venezolanos trabajaban con las uñas antes del coronavirus y ahora es mucho peor.
Los líderes del sindicato de trabajadores del hospital, las enfermeras y todo el personal han expresado su apoyo a los médicos. Y como también han hecho carrera en el Pérez Carreño, no se cansan de denunciar que, además, no hay agua y tampoco insumos para el buen funcionamiento del centro. Esto, para que ninguno vaya a pensar que se trata de un antojo de los médicos de protestar.
Ya se sabe que estos profesionales son subpagados y que muchos tienen que redoblarse para poder sobrevivir con los sueldos de hambre que les pagan. Los médicos son seres humanos, sienten, padecen, tienen familia e hijos y arriesgan su vida diariamente para salvar la del prójimo. ¿Por qué se empeña el gobierno chavista en no remunerarlos de manera justa? Prefieren a los cubanos que no tienen ni la cuarta parte de la preparación de los venezolanos.
¿Qué va a pasar en Caracas sin la Unidad de Cuidados Intensivos del Pérez Carreño? ¿La llenarán entonces de personal militar o de la isla de Fidel? ¿Pagarán los enfermos las consecuencias de no reconocer ni tratar justamente a los profesionales venezolanos? La respuesta a la última pregunta es sí, pues nadie garantiza las credenciales del personal que ponga allí el gobierno chavista, como sí acreditan las universidades del país a los médicos que salieron de sus aulas.
Lo peor es que así como pasa en el Pérez Carreño, pasa en muchos otros hospitales en toda Venezuela. Es la consecuencia directa de la guerra que declaró Hugo Chávez desde el principio de su gobierno en contra de los médicos venezolanos, cuando le compró la misión cubana a su padre Fidel Castro.
Tomada de: El Nacional
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