viernes, 3 de diciembre de 2021

Con una mano amarrada / Editorial El Nacional viernes 3dic2021

 

Manuel Rosales saluda a Nicolás Maduro este 30 de noviembre

Por El Nacional -diciembre 3, 2021 / APÓYANOS

Como si estuviera llegando a Miraflores, Nicolás Maduro les prometió a los tres gobernadores “opositores” que trabajará conjuntamente por el “bienestar del pueblo”. Y los mandatarios electos no tuvieron más remedio que decir “amén” porque saben que es el jefe del gobierno chavista el que tiene los cobres en la mano.


Mucha polvareda levantaron estas reuniones de Maduro con Morel Rodríguez, Manuel Rosales y Alberto Galíndez. La oposición, como siempre, a los extremos; los unos, tirando piedras y los otros apoyando ciegamente. La constante sigue siendo la falta de sinergia. Si se lanzaron como candidatos y se aguantaron todas las trampas, aceptaron las condiciones chucutas y salieron ganadores, lo más lógico es que asuman que van a tener que “cohabitar” (ellos sí) con un gobierno chavista que es el que maneja los recursos. Lo otro que pueda decirse es, además de extemporáneo, inútil.


Lo que no se puede aceptar son afirmaciones como esta: “Fueron tres útiles y fructíferas conversaciones, de entendimiento, con la idea del trabajo conjunto, con la idea de resolver los problemas del pueblo. Celebro estas reuniones. Me parecen extraordinarias. Si nosotros avanzamos en esa dirección del diálogo para la acción, vamos a poder entrar buenos frutos para la gente” (sic).


Superbigote ―así se llama él mismo, por si acaso― pensará que los venezolanos le vamos a creer ingenuamente tan repentino espíritu democrático. La población quiere menos “diálogo” y más “acción”. Y no hablamos solo de Cojedes, Nueva Esparta y el Zulia. Venezuela entera requiere de soluciones y menos blablablá.


Lo que queda claro es que para ellos nadie puede gobernar, a ningún nivel, si no es con la “venia” del Ejecutivo chavista, porque poco puede hacer un gobernador o un alcalde si no le asignan el presupuesto que le corresponde a la región. Hugo Chávez mató aquel concepto de la descentralización y Nicolás Maduro le puso la lápida. Hasta se inventó, sin ton ni son, la figura del “protector” en aquellos estados donde ganó el candidato opositor. Una de la que ahora ―¿por qué no nos sorprende?― decidió prescindir.


Pero el que haya ganado en estas elecciones, desde concejal para arriba, debe asumir que tiene que tratar con los chavistas de cada municipio, de cada estado, porque si no corre la suerte de convertirse en jarrón chino. No digan que no se les advirtió, porque tampoco es la primera vez que sucede.


Una prueba de lo que decimos es que el 23 de noviembre, apenas dos días después de los comicios, rauda y velozmente le quitaron a la Gobernación del Zulia el control de los peajes, el puente y el aeropuerto. Es triste decirlo, pero tampoco nos sorprende.


Por eso es que la conclusión es obvia. Lamentablemente los electos van a gobernar con una mano amarrada a la espalda. ¿Valió la pena legitimar al chavismo una vez más con estas elecciones?

Tomada de: El Nacional

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