Mamerto Proxeneto es un mecánico maracucho que montó su taller en los Valles del Tuy. Se especializa en tren delantero y dicen que en sus manos una alineación es como música y el balanceo es una oda al equilibrio, pero su fracaso es en el área de la suspensión porque aún no encuentra cómo amortiguar el hambre y mucho menos el temor.
A pesar de su lucha diaria para sobrevivir, tiene tiempo para compartir con sus pocos clientes un juguito de tamarindo y buñuelos de yuca que su dama prepara con escasos insumos pero con mucha fe. Mamerto hizo el servicio militar cuando la recluta peinaba El Saladillo regularmente lustros atrás.
—Mi papá era evangélico y me decía: “Todo reino dividido contra sí mismo no prevalecerá”, entonces entendí aquello de “Divide y vencerás”. –Masculló con la cara arrugada por el tamarindo y el corazón apreta’o por una auténtica tristeza.
—Ya sé por dónde vienes –le dije al rompe–. Te refieres a la polarización que vivimos aquí desde hace años. Sugieres que Venezuela no resiste más esta acuarela de blanco o negro.
—Esa pelea se acaba pronto, mi bachiller –contestó–. Lo que me preocupa es el otro hachazo, el de la MUD y la contra-MUD. No es mentira. Sin unión la ventaja la llevan los que conversan con el partido de gobierno a su favor, mientras nosotros nos mordemos los pescuezos y a dentelladas hacemos público el desorden. No estamos claros.
—El llamado Gran Polo Patriótico tampoco está unido, mi caballo. Allí también hay fuertes diferencias –repliqué.
—Yo no hablo de esa gente que tiene la cabeza bajo tierra y juega a montar un circo pero sin pan, mientras prende velas y a punta de brujería y billete pretendieron sacar a sus consentiditos de la trampa del narcotráfico. No. Yo hablo de los mismos que me reclutaron en Maracaibo y que ahora son beligerantes, militantes, bolivarianos, profundamente chavistas y que están enredados en toda clase de marramucias, empezando por autorizar y avalar todos los desafueros anticonstitucionales del gobierno, el TSJ y el CNE. Si es verdad que el Papa dijo que los comunistas piensan como Cristo, entonces se está dialogando con el diablo en sotana, como el gobierno colombiano con las FARC. La sociedad civil debe encontrar la manera de negociar con el verdadero poder, es decir, el partido militar. Allí está la almendra de todo el juego. El asunto dejó de ser civil hace tiempo. Llegó la hora de iluminar la oscuridad verde. La roja está sujeta a ella. Si a todo lo anterior agregamos que los colectivos exigen sumarse a la mesa de diálogo, notaremos que hay gente interesada en potenciar al partido verde oliva con el sector rojo paramilitar, lo que fortalece la idea del alejamiento de lo civil. La gente cambió, la política cambió. No somos ciudadanos, bachiller, somos rehenes y nadie lo asume.
El maracucho se zampó un guarapazo de tamarindo y devoró medio buñuelo pero no con hambre, sino con rabia. Pregunté por los amortiguadores de mi carro y se rió mientras decía: “No hay. Creo que en un mes vendrán a precio nuevo. Chinos, claro. Dos días de garantía”. Soltó una carcajada que sonó como llanto y yo me fui con mi carro sonando igualito, como una matraca. Como marcha en cadena. Como caos escarlata. Llegando a Caracas no pude evitar recordar al ministro arrodillado frente a su gran gurú. Proxeneto no está lejos de la verdad.
Fuente: El Nacional
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