martes, 15 de noviembre de 2016

Diálogo e impaciencia/Editorial El Nacional martes 15Nov2016



El diálogo emprendido por la MUD con representantes del oficialismo topa con un gran escollo: la impaciencia de la sociedad. Muchos años de opresión y de injusticias infinitas producen la búsqueda de una salida inmediata, de un finiquito que no puede ni quiere esperar, si nos guiamos por la ansiedad de un pueblo expectante, pero la urgencia justificada no se relaciona con los detalles que deben ocupar la atención de los negociadores, con los intereses en juego, con la obligación de detenerse en miles de circunstancias cuyo desenlace no puede suceder en lo inmediato.


Hay algo muy difícil de entender: los diálogos son morosos, lentos hasta la saciedad, de acuerdo con la trascendencia de sus contenidos. Pero también se debe entender la prisa de la sociedad por salir del régimen, por acabar con una pesadilla que va para veinte años. Tremendo rompecabezas. Si en otras sociedades no han existido soluciones inmediatas para problemas semejantes o mayores, es absurda la solicitud de que las cosas se arreglen aquí en un dos por tres. Esto es cierto, pero también es cierto que una exagerada condescendencia con la opinión del adversario con quien se habla porque es una obligación, o porque no queda más remedio, puede crear justificada preocupación en torno a lo que en definitiva se persigue en las conversaciones.

¿No ha pasado así con el reciente comunicado que ha leído un representante de la MUD junto con los voceros del régimen? Un comunicado suscrito por las dos fuerzas conduce a la sensación de un grado de aquiescencia capaz de provocar dudas justificadas sobre lo que realmente se persigue cuando se buscan arreglos honrados y perentorios. Hay algo fundamental para aproximarse al entuerto: declaraciones anteriores de dirigentes de la oposición, formuladas ante los medios de comunicación y aún desde la tribuna de la AN, en las cuales se ha asegurado que el actual régimen es una dictadura.

Si es así, resulta difícil explicar que ahora la MUD suscriba un comunicado conjunto con un sistema reñido con la legalidad y dependiente de la arbitrariedad. En el texto se observan afirmaciones preocupantes, como la de excluir a propósito la existencia de presos políticos –una realidad escandalosa que se deja por fuera como si cual cosa–, y la de asegurar, sin siquiera un parpadeo, la existencia de una “guerra económica” en la cual se ha solazado el régimen para justificar su abrumadora incompetencia. Agreguemos el hecho de que la opinión internacional quedará desconcertada al ver estos complacientes acercamientos que le quitan soporte a sus apoyos, para que el panorama se convierta en desconcierto.

De allí la necesidad de considerar con mayor ponderación la impaciencia de la sociedad, pese a lo tortuosos que son habitualmente los tratos entre fuerzas políticas enfrentadas. Un documento como el que nos ocupa y unos acercamientos como los que se comentan ahora multiplican la ansiedad del pueblo, aumentan el malestar de los opositores y siembran cavilaciones en lugar de certezas. No se trata de negar la necesidad de dialogar, por supuesto, sino solo de reconocer unos requiebros y unos asentimientos que solo favorecen al régimen.
Fuente: El Nacional

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