La noticia trasmitida por los portales venezolanos y por la agencia española de noticias Efe sobresaltó a la opinión pública: Lorenzo Mendoza, presidente de la Polar, había sido retenido por las autoridades policiales en el aeropuerto de Barquisimeto, desde donde intentaba proseguir en viaje privado hacia Ecuador. En la capital ecuatoriana lo esperaban para que participara en un ciclo de conferencias organizado por la Cámara de Comercio de Quito.
Se trata de actividades normales y corrientes de un empresario venezolano a quien, por lo demás, todo el mundo conoce por su persistente empeño en sacar adelante la producción de alimentos a pesar de los obstáculos que diaria y perversamente le coloca el gobierno.
Desde luego que la opinión pública, y los sectores populares en especial, saben que trabajar en las empresas del Grupo Polar es no solo un orgullo sino también un privilegio. A la vista está la manera en que conciben y practican la solidaridad con sus trabajadores y con los sectores sociales con los cuales contribuyen más allá de lo exigido por la ley.
Esto es quizás lo que más le molesta al gobierno y de allí el permanente acoso policial y militar que sufren sus instalaciones, los controles inusuales que le imponen y la manera como tratan de desprestigiar los productos que allí se fabrican. Vano intento porque la gente no es tonta y sabe ciertamente que la fama adquirida por los productos de estas empresas es real y no un vil engaño.
Cabe preguntarse cuál es la tirria que siente este gobierno inútil y bandolero contra un empresario y el conglomerado de sus empresas, si tanto Lorenzo Mendoza como sus fábricas asociadas actúan con transparencia y dentro de la más estricta legalidad. ¿Cuántos fiscales se han enviado para topar con irregularidades en las Empresas Polar? Centenares, sin lugar a dudas, pero sin llegar jamás a toparse con una irregularidad convincente.
¿Cuántas acusaciones ha divulgado el gobierno contra ellas sin que tengan asidero en la realidad? Con mirar las páginas de la prensa independiente y compararla con los canales manejados por el oficialismo, se encontrará la evidencia de una cascada de exageraciones y de falsedades. ¿No se ha empeñado la autocracia en intervenir los sindicatos de esa famosa corporación de negocios, para provocar hostilidad interna y para entorpecer los sistemas de producción y circulación de bienes?
Pero ahora se ha llegado al ataque directo a la cabeza de la compañía, a sus familiares y a los miembros de la alta gerencia. La celebridad de las Empresas Polar proviene de una tradición de trabajo y de una presencia sostenida en todos los rincones de Venezuela.
Que la comida llegue a los hogares venezolanos siempre se ha relacionado con los productos y con los distribuidores que la compañía tiene en diversos lugares. Pero parece que trabajar y ganar dinero son un pecado capital, la peor de las máculas en la lista madurista.
Al presidente de la empresa, Lorenzo Mendoza, nadie lo ha relacionado con negocios sucios ni con nada de esa especie. Nadie lo ha visto en actividades fraudulentas ni en vagabunderías rojas rojitas.
Fuente: El Nacional
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