El Editorial30 junio, 2025
Los intentos de construir un mundo más organizado y pacífico, desde el idealismo wilsoniano (1918-1939) hasta la Pax Americana surgida tras 1945 con la creación de la ONU, los acuerdos de Bretton Woods, la OTAN y un sistema de comercio global, atraviesan hoy una profunda crisis que amenaza con desembocar en una desintegración total. Lo inquietante es que, por ahora, no está claro qué podría reemplazar ese orden.
Las opciones más probables van desde la formación de un nuevo orden bipolar, con China y Estados Unidos como polos de poder, hasta un mundo multipolar donde, además de estos, se sumen la Unión Europea y Rusia. También podría surgir un multipolarismo ampliado, incorporando a la India, Japón, Brasil, Turquía y África como actores relevantes.
O quizás, simplemente, el mundo derive en una inestabilidad crónica, dominada por nacionalismos cada vez más agresivos.
Sin embargo, cualquiera de estos escenarios suele pasar por alto la creciente relevancia de actores no estatales: las grandes corporaciones tecnológicas y de inteligencia artificial, redes criminales transnacionales, movimientos sociales y redes religiosas globales, todos ellos capaces de fragmentar aún más el poder y de impulsar una descentralización impredecible.
¿Estamos ante un ciclo histórico más, como lo que ocurrió tras la caída del Imperio Romano de Occidente, con la Peste Negra del siglo XIV, la Revolución Francesa de 1789 o el fin de la Guerra Fría?
Tal vez. Pero lo que distingue a este momento es la simultaneidad de crisis de múltiples naturalezas que se superponen y alimentan entre sí, generando un escenario tan fascinante como inquietante.
Como dirían los chinos, vivimos tiempos interesantes, pero también aterradores.
Tomada de: analitica
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