jueves, 17 de marzo de 2016

Prensa masacrada/Editorial El Nacional jueves 17mar16


Lo que ha hecho este gobierno forajido con el periodismo venezolano no tiene nombre ni antecedentes en la historia de este país. Han obligado al cierre de centenares de diarios y revistas además de radioemisoras y plantas de televisión, en Caracas y en la provincia y han dejado en la calle no sólo a redactores y reporteros gráficos, sino también a empleados y obreros, a choferes y transportistas, a vendedores de suministros y a los pequeños kioscos donde se expende la prensa que, por lo demás, son manejados por modesta gente del pueblo como empresas familiares.


Este ataque o más bien esta salvajada cometida contra la prensa y los periodistas no podía venir de la mano sino de una mafiosa conjunción de civiles y militares que, para fortuna de Venezuela, sólo constituyen una minoría fascista y retardataria que utiliza el disfraz de revolucionario para cometer sus tropelías y empujar hacia sus bolsillos los dineros públicos.

Claro que a estos forajidos que lanzan estiércol sobre lo que en verdad significa ser revolucionario y trabajar por el pueblo sin volverse ladrones de tomo y lomo, no les interesa una prensa libre y mucho menos la libertad de expresión, que a final de cuentas conspira contra esta suerte de crimen organizado que se ha entronizado a lo largo de estos 17 años y que ha impuesto lo que hoy han denominado, con infinita sabiduría, los muros del miedo y del silencio.

Hoy cuando El Carabobeño circule altivo y desafiante con su última edición impresa por la región central, en especial por las calles de Valencia y sus zonas circunvecinas, no será un día triste, ni habrá luto alguno porque tenemos la certeza de que la banda de saqueadores que se ha apoderado del país tiene sus días contados. La sociedad civil esperará con optimismo, confianza y alegría ese día en que El Carabobeño regrese a las manos de sus lectores, al kiosco de la esquina o a las residencias que siempre lo acogieron.

Los bandidos de hoy serán arrastrados hacia las cloacas de la historia, sin violencia ni atropellos, pero sí con la rabia y el rechazo que este pueblo venezolano ha mostrado siempre contra los dictadores militares y sus compinches civiles. Pueden acallar a un periódico, lo pueden sacar de circulación, acosarlo e impedirle momentáneamente la circulación.

Pero estos azotes de barrio que se han instalado inescrupulosamente en el poder no morirán de un ataque de inteligencia, como ha dicho Ramos Allup, sino bajo una montaña de desprecio y vergüenza que los hará irreconocibles hasta para sus propios descendientes que, inocentes al fin, intentarán que nadie los reconozca y los vincule con sus antepasados. 

Detiene su camino El Carabobeño este gris e ingrato 17 de marzo de 2016. Lo hace luego de 82 años de ininterrumpida publicación porque una mafia artera saltó hacia su yugular y le cortó el suministro de papel periódico. La “sucialista” empresa “que monopoliza la venta de papel, el Complejo Editorial Alfredo Maneiro, no le vende la materia prima desde hace un año”. 
Fuente: El Nacional

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