JO-ANN PEÑA ANGULO / IDEAS EN LIBERTAD 23FEB2020
Contenido de lenguaje y códigos de lectura, el cuerpo humano percibe, crea y comunica conductas, emociones y prácticas culturales asociadas a lo místico y terrenal de la política. No en vano, desde la cultura clásica, el poder político, convierte al cuerpo y a sus múltiples representaciones en mecanismo para expresar la magnanimidad para el bien, la autoridad y la tiranía.
El poder político asume así la estética y el lenguaje corporal como medios para persuadir a las masas, concientizar a los ciudadanos o imponer el miedo, el respeto y la veneración. De esta forma se establecen vínculos y rechazos entre aquellos que ejercen el poder político estatal por ejemplo y los individuos, que bajo su órbita lo perciben. Se trata entonces de una lucha entre creación y percepción visual del cuerpo en el espacio tiempo.
Ahora bien, la instrumentalización que del cuerpo humano hace y crea el poder (político, religioso, militar, familiar) debe diferenciarse de su uso innato como soporte físico, orgánico y sensorial del hombre, pues no todo el despliegue corporal que emana de este poder, ha sido intencionalmente estructurado con un fin. Sin embargo, sea en las actividades propias de la política o de las cotidianidad, el cuerpo juega un papel fundamental en el establecimiento de las funciones de poder y privilegios. La contextura física, los hombros erguidos, el tono de voz, el cabello, las manos, el rostro, entre otros, forman parte del universo corporal para la transmisión de los mensajes del poder y las emociones relacionadas a este.
De tal forma que historiar el cuerpo es remitirnos a la historia misma del hombre. En la antigua Grecia, la prosa de Herodoto narra algunas descripciones sobre la representación, la postura y la alteración corporal humana, sin intentar convertirlo en categoría de estudio. En su libro II, Euterpe, Herodoto nos dice que si los atenienses, discípulos de los pelasgos, “eran maestros en la construcción de las estatuas de Mercurio tan obscenamente representadas”[1] se debía a un fundamento simbólico. Asimismo la representación del cuerpo hecha por los egipcios en la fiesta de Dioniso, “muñecos de un codo de altura, y movibles por medio de resortes, que llevan por las calles las mujeres moviendo y agitando obscenamente un miembro casi tan grande como lo restante del cuerpo”[2] nos señala la valoración del cuerpo del hombre desnudo, personificado en lo divino y lo profano de la adoración fálica y los tiempos de fertilidad agrícola.
Por otra parte, cuando Herodoto habla de la vida cotidiana de los hombres, expresa de ellos, quienes “hilan, cosen y tejen”[3] y a la de las mujeres, “las que venden, compran y negocian públicamente, en el antiguo Egipto”[4] deja entrever –aunque no lo expresa- la relación entre cuerpo, género y sacerdocio, pues el cuerpo en reposo y la vida sedentaria del hombre parecen señalar su derecho exclusivo a ejercer el mismo, que vedado a la mujer, explica que esta tenga unas prácticas familiares distintas vinculadas al cuerpo en movimiento. Así las mujeres “orinan en pie; los hombres se sientan para ello”[5]. Se trata de expresar aquí cómo el cuerpo como soporte físico, es capaz de expresar el lenguaje del poder en las actividades cotidianas.
Herodoto ilustra con gran destreza, pasajes relacionados con el rapado del cabello, del vello del cuerpo y las alteraciones corporales como la circuncisión, señalando con estas, diferencias culturales con respecto a la percepción del cuerpo y al mensaje que se desea transmitir. Refería Herodoto:
En otras naciones dejan crecer su cabello los sacerdotes de los dioses; los de Egipto lo rapan a navaja. Señal de luto es entre los pueblos cortarse el cabello los más allegados al difunto, y entre los Egipcios, ordinariamente rapados, y lo es el cabello y barba crecida en el fallecimiento de los suyos.[6]
En cuanto a la circuncisión[7], el historiador griego expresa que son los coleos, egipcios y etíopes los que se circuncidan desde sus orígenes. Nótese en los segundos, el mensaje que transmite el cuerpo que ha sido circuncidado:
Sus vestidos son de lino y siempre recién lavados, pues que la limpieza les merece un cuidado particular, siendo también ella la que les impulsa a circuncidarse, prefiriendo ser más bien aseados que gallardos y cabales[8].
El luto y el dolor ante la muerte de los animales domésticos era manifestados también a través del cuerpo. Expresa Herodoto : “Cuando fallece algún gato de muerte natural, la gente de la casa se rapa las cejas a navaja; pero al morir un perro, se rapan la cabeza entera, y además lo restante del cuerpo”[9]
Ahora bien, la corporeidad tiene mucho que contarnos, a partir de su dimensión histórica el cuerpo se convierte en un objeto cultural de estudio. Me pregunto entonces ¿Por qué no estudiar el cuerpo humano dentro de la historiografía venezolana? Sus registros escritos y no escritos nos hablan de la otredad pero también de las manifestaciones políticas y culturales de la libertad y de la tiranía, solo por citar algunos casos de estudio. De allí que haya sido parte de la reflexión en mis clases de Historiografía Universal y Teoría de la Historia, a partir de los trabajos de la historiadora venezolana y Doctora en Antropología Elizabeth Manjarrés Ramos, profesora de la Universidad de Salamanca: “Los cuerpos en la recopilación historial de Fray Pedro de Aguado” y de su tesis doctoral “Lo que los cuerpos nos cuentan. Historias del cuerpo en el siglo XVI en Venezuela”. Recordamos así la actividad “El cuerpo como objeto de la investigación histórica”, en octubre de 2016 y el ensayo de la misma autora http://ideasenlibertad.net/cuerpo-y-libertad-parte-i/ .Valga entonces la historia del cuerpo para que no olvidemos la necesidad de acercarnos a otras posibilidades de estudio, que igual de rigurosas nos invitan a problematizar y buscar respuestas ante las interrogantes que nos hace todos los días la ciencia histórica ¿Para qué sirve la historia?
Referencias
[1]Herodoto, Euterpe, p. 37
[2]Op cit., p. 53
[3]Op cit., p. 37
[4]Op cit., p.37
[5]Herodoto, Euterpe, p. 38.
[6]Herodoto, Euterpe, p. 38.
[7]Resalta el comentario hecho por el jesuita español Bartolomé Pou, traductor de Herodoto: “Hemos observado ya que la circuncisión entre los Hebreos era una ceremonia religiosa figura del bautismo, sello de la creencia en el Mesías y de la fe de Abrahan su primer autor, y recuerdo de la mortificación de la concupiscencia, no menos que una marca política o insignia de una sociedad aislada, al paso que en los demás pueblos era un uso ordenado a la salud, limpieza y fecundidad”, Herodoto, Los Nueve Libros de la Historia. Euterpe, p.100
[8] Herodoto, Euterpe, p. 40.
[9] Herodoto, Euterpe, p. 69
Imagen: Obra “El prometido con el ramo”, de Marc Chagal
Tomada de: Ideas en Libertad
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