domingo, 19 de abril de 2020

Mercado y globalización en la Historia Universal: Génesis y perpectiva. Parte II

RAMÓN RIVAS AGUILAR / IDEAS EN LIBERTAD 19ABRIL2020
Continuación

Grecia,  genio del espíritu universal, emergió como potencia comercial, desplazando poco a poco a los fenicios:

Los pobladores de las colonias griegas de Asia Menor aprendieron de sus vecinos los fenicios el arte de comercias y establecieron por su cuenta relaciones mercantiles con la madre patria primero y luego con otras colonias griegas de las costas mediterráneas, y llegaron así hasta España.
La conquista por Alejandro Magno de todo el occidente de Asia, abrió las puertas y el interior de Asia a los mercaderes griegos, que llegaron así a través de la Gran Persia o Irán hasta la orilla del Indo[1].


Cártago, potencia mercantil africana, jugó un importante rol geográfico y comercial en el mundo antiguo. Su economía dependía del comercio exterior:


Importaba de Oriente y de las colonias griegas granos, vinos, aceites y cerámicas y exportaba a Oriente y a Grecia minerales de España, esclavos, dátiles, animales feroces, sal y otros productos que los comerciantes cartaginenses iban a buscar en el centro de Africa; sus naves atravesaban el estrecho de Hércules (hoy Gibraltar), y fundaron colonias mercantiles en la costa occidental del actual Marruecos[2].


Roma, la Roma de Rómulo y Remo, se convirtió en una potencia mercantil en el mundo antiguo:


El imperio romano se convirtió en una inmensa unidad comercial que extendió su actividad hasta la China, la India y el centro de Africa. Para facilitar los intercambios comerciales entre Roma y los países sometidos se abrieron grandes vías de comunicación; las numerosas calzadas o vías militares fueron transformando lentamente su función y acabaron por convertirse en vías comerciales[3].


En esta descripción sobre el auge y la expansión de la geografía y el comercio entre Oriente y Occidente en el mundo antiguo, se nota el carácter internacional, interdependiente y globalizante de tales actividades mercantiles desde la antigüedad. Con otros términos: el tema de la globalización es tan antiguo como la historia del comercio. A pesar de la expansión del comercio en el mundo antiguo en  las sociedades mencionadas, fue Fenicia quién logró su mayor esplendor en el ámbito de las actividades mercantiles.


El catedrático Pijuan, en su obra Historia del mundo, describió el rasgo resaltante de los fenicios como portadores del comercio internacional en aquella época histórica:


Sin embargo, sólo los fenicios hicieron del comercio la base de su política y con tanto se dedicaron a la navegación, que llegaron a ser considerados como los indispensables especialistas a quienes tenía que acudirse para todos los negocios marítimos. Ya hemos visto a Salomón asociado a un monarca fenicio para sus negocios con el extremo oriente. Los faraones recurrían a los fenicios para construir y organizar sus armadas, Darío y Alejandro se valieron de los marinos fenicios para sus empresas en la paz y en la guerra[4].


En ese contexto, Biblos, Sidón y Tiro fueron los puertos fundamentales para impulsar el comercio a nivel internacional:


Biblos fue el puerto más antiguo y comercial de Fenicia. Mantuvo relaciones comerciales con los mercaderes del Delta que acudían allí a buscar cobre, estaño y madera. Se enriqueció por el comercio con Chipre, Egipto y Creta. Sidón era un puerto mucho más grande y seguro que el de Biblos; y adquirió, a partir del siglo XV, la preponderancia marítima y comercial. Sus barcos comerciaron en la Cuenca Oriental del Mediterráneo con Chipre, Rodas, Asia Menor, Grecia, Isla Gea y llegaron hasta el Mar Muerto. Tiro heredó el poder sidonio. Se convirtió en el centro más activo del comercio fenicio. Los tirios recorrieron todo el Litoral del norte de Africa, de España, Sur de Italia y las Islas Occidentales (Cicilia, Malta, Córcega, Cerdeña y Baleares). Establecieron la ciudad de Gades (Cádiz) y conquistaron los territorios circundantes, muy ricos en minerales, especialmente la Plata. Fundaron la ciudad de Cartago.[5]


En consecuencia, el intercambio en las sociedades antiguas orientales y occidentales contribuyó, por un lado a expandir las fuerzas económicas en esas vastas geografías; y, por el otro, propició el intercambio de productos diversos, extraños, exóticos y curiosos para el hombre. Asimismo se puede observar esta actividad como parte de la tendencia clara a la globalización en el mundo antiguo. De igual modo, el comercio fue estimulado por el Estado, por las sociedades comerciales y los individuos.


Es posible  un retraso histórico de tal aspecto en el Medioevo; no obstante, nuevas investigaciones historiográficas están arrojando un conocimiento que pudiera superar el viejo mito de los soñadores de sociedades no mercantiles en la Edad Media. Y, por supuesto, la era moderna insertó el mercado en una nueva forma económica y política que abrió los espacios de nuevo hacia Oriente y Occidente: el capitalismo. El libre mercado  en su esplendor en sociedades abiertas  sin los mantos  del despotismo celestial y terrenal.


Pero es hoy cuando la tecnología y las innovaciones en el mundo tecno – científico están convirtiendo al planeta en un vasto mercado mundial. El mercado, acto y potencia del intercambio, es un elemento vital que va más allá de cualquier esquema utópico, edénico y tercermundista.  El mercado, la expresión más compleja y acabada del intercambio, es un factor arrollador que está en la propia naturaleza de la vida material del hombre. No es posible examinar la historia económica del hombre sin tomar en cuenta las relaciones de intercambio.


Por esto, hombres y mujeres a lo largo de la geografía política y económica del planeta  asumen  el mundo fascinante del mercado para propulsar sus vidas materiales sin estar pendientes de las necedades  de los soñadores de utopías. El mercado, además, y ahí radica uno de sus más poderosos impulsos civilizatorios, se convierte  en uno de los factores históricos que más ha contribuido al conocimiento económico y geográfico del planeta Tierra; encausando con ello el panorama de reflexión de la mente humana, pudiendo contrastarse con culturas, organizaciones sociales, economías, geografías, lenguajes y sistemas políticas diversos.


En este sentido, Octavio Paz, pensador mexicano, resalta la importancia del mercado y sus implicaciones en la vida económica y cultural del hombre:


El mercado es necesario; es el corazón de la actividad económica y es uno de los motores de la historia. El intercambio de cosas y productos es un lazo poderoso de unión entre los hombres; ha sido creador de cultura y vehículo de ideas, hombres y civilizaciones. La historia es universal, gracias, entre otras cosas, al intercambio mercantil. A veces ha sido hermano de la guerra, otras, el transmisor de ideas pacíficas e inventos benéficos[6].


Keynes y Jasper, economista y filósofo, respectivamente, dos pensadores del mundo Occidental,  sostuvieron la tesis de que el mercado fue la gran revolución mercantil que cambió la vida material del hombre en la historia. Esta reflexión de tan eminentes pensadores, proporcionan luces para explicar cómo los elementos de mercado están modificando la vida de millones de hombres y mujeres del planeta tierra, en el marco de un proceso civilizatorio de origen liberal, global, federal, etc


En el ámbito planetario se percibe la convivencia del fenómeno mercantil con las múltiples manifestaciones culturales y religiosas. Por cierto, hecho que está presente, tanto en las viejas sociedades del mundo Oriental, como en las del mundo Occidental


¿Acaso mercado, cultura, espíritu y religiosidad no serían los factores que están moviendo los resortes del nuevo milenio? ¿Acaso no se estará viviendo el tránsito de una civilización estatal, monopólica, bipolar, totalitaria, cientificista, productivista, laica y atea a una civilización liberal, mercantil, individual, comunitaria, diversa, pluralista, religiosa, espiritual y ecológica, cuyo eje es el individuo? La historia como conciencia tiene la responsabilidad, ante la mayoría de hombres y mujeres conectados al mundo del intercambio, de restituirle un pasado vivo que le dé sentido a sus vidas en el ámbito de mercado, como portador de la fuerza material y cultural.


El reto y el desafío de una nueva perspectiva historiográfica están en trazar las pautas fundamentales que están transformando la vida cotidiana de hombres y mujeres del planeta Tierra, en la esfera mercantil. El intento por descubrir el pasado para fortalecer la memoria histórica, sólo tiene sentido, siempre y cuando ésta sea capaz de desnudar, ante el presente, la trama vital del hombre en cada época histórica, sujeta a la dinámica de intercambio para producir y reproducir su vida material y cultural. La idea es: cómo conectar un pasado rico en experiencias mercantiles, con una dinámica mundial de carácter liberal y mercantil. Una de esas posibilidades historiográficas sería la de explorar la vida material de los hombres, bajo la dimensión del intercambio a lo largo del proceso histórico. En esa dirección, las ciencias culturales y sociales serían herramientas fundamentales que ayudarían a revelar en sus múltiples manifestaciones la dinámica histórica de las relaciones de intercambio. Lo que nos permitiría entender cómo las rutas, la astronomía, la cartografía, la tecnología y los centros urbanos fueron los medios básicos que estimularon la vida mercantil a lo largo de la historia del hombre. El propósito de tal pretensión histórica sobre el mercado como eje de la vida económica y cultural, es la de producir un pensamiento para la transformación de la vida cotidiana en las nuevas dimensiones mercantiles del planeta tierra.


En ese horizonte, el mercado, expresión del intercambio, hoy es una opción significativa en el planeta Tierra. Sus raíces se remontan al mundo antiguo asiático, donde su imbricación con la religiosidad fue uno de sus signos más notables. Hoy se despliega con capacidad creativa en el ámbito de la libertad. A la vez que como antes, convive con una cultura tribal, religiosa y diversa. En consecuencia, Oriente y Occidente, fuerzas históricas, geográficas y culturales están haciendo del mercado  el agente fundamental para propulsar la vida material y cultural en los nuevos tiempos.


Finalmente, la humanidad creía estar convencida sobre los beneficios del estatismo hace unos cuantos siglos, sin saber que las fuerzas del mercado eran indetenibles y que se proyectarían hacia el futuro.


Referencias    
[1] Universitas, tomo I, p. 308
[2] Ibíd.,
[3] Ibíd., p.309
[4]  Universitas, tomo I, p. 300-301
[5] Baridon, 1959, p. 153
[6] Itinerario, 1994, p. 122
Imagen. obra “The Fish Market, On The Quayside” de Dudley Hardy
Tomada de. 

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