La oposición venezolana propinó el domingo una devastadora derrota al régimen de Nicolás Maduro en las elecciones parlamentarias del domingo que podrían propiciar un verdadero cambio en el país petrolero.
Al término de una jornada en la que contó con la participación de más del 74% de los electores, el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció que la oposición venezolana obtuvo al menos 99 diputados de los 167 escaños que se encontraban en disputa, mientras que el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela solo había conseguido 46 diputados.
Por definir se encontraban 22 escaños, que la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, dijo se trataban de curules donde aún no se había registrado una tendencia irreversible.
“Los venezolanos y venezolanas tomaron su decisión”, manifestó Lucena tarde en la noche del domingo al anunciar los resultados.
Maduro, por su parte, aceptó los resultados, atribuyéndolos a la “Guerra Económica”, concepto utilizado por el régimen para acusar a la oposición de los graves problemas económicos del país.
La Mesa de la Unidad, organización que aglutina los principales partidos de la oposición, celebró los resultados, calificando los comicios como el inicio del cambio en Venezuela.
“Comenzó el cambio, Venezuela, hoy tenemos razones para celebrar. El país pedía un cambio y ese cambio comienza hoy”, expresó el secretario General de la MUD, Jesús “Chuo” Torrealba, al leer el comunicado oficial emitido por la organización. “El voto logró vencer democráticamente a un gobierno que no es democrático”.
Los venezolanos esperaban ansiosamente los resultados de los comicios, en medio de señales de que la oposición había propinado un duro golpe al régimen y pedidos de líderes de la oposición al CNE de que divulgara los resultados que ellos ya manejaban.
Según sondeos de boca de urnas realizados independientemente, la oposición habría obtenido entre 97 y 103 diputados, obteniendo así el control del poder legislativo por primera vez en más de 15 años.
Pero informes obtenido por el Nuevo Herald de fuentes con acceso a la información que manejaba la oposición revelaron que la oposición había obtenido más de 110 diputados, margen que le daría a los adversarios del régimen una súper mayoría que les permitiría iniciar efectivamente el gradual desmantelamiento de la revolución bolivariana.
Si la oposición obtiene al menos dos de los 22 escaños que aún quedan por definir, pasaría a contar con el primer tramo de las mayorías calificada de 101 diputados que le daría importantes poderes para iniciar un proceso de transición.
Una victoria mayor de 111 diputados le otorgaría poderosas herramientas que le permitiría iniciar el desmantelamiento de la Revolución Bolivariana, permitiéndole, entre otras cosas, desmantelar el control del chavismo sobre el Tribunal Supremo de Justicia y sobre las autoridades electorales.
De no conseguir más diputados de los 99 anunciados por Lucena, el impacto de la victoria de la oposición sería mucho más limitado.
Contaría con suficientes votos para aprobar leyes y modificar la manera en que el régimen venía administrando las arcas del Estado, pero no estaría en condiciones de representar mayores amenazas a la permanencia en el poder de Maduro.
Situación es distinta para el actual presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien tendría que abandonar su puesto bajo una mayoría de la oposición.
En cuanto a los agudos problemas que enfrentan los venezolanos —con la escasez de productos llegando a niveles sin precedentes, y un alto índice de criminalidad que convierte al país sudamericano en uno de los más peligrosos del mundo– es muy poco lo que una mayoría de 99 diputados de la oposición podría hacer, correspondiendo esas tareas al poder ejecutivo.
De hecho es muy poco el alivio que la Asamblea podría brindar a los venezolanos si la oposición solo logra consolidar una mayoría simple, explico Diego Moya-Ocampos, analista senior para las Americas de IHS Global Insight.
“Si la oposición logra asegurar una mayoría simple poco va a ocurrir desde el punto de vista de políticas públicas. Lo que se produciría bajo esa situación es una especie de parálisis porque la oposición con una mayoría simple no va a tener los votos necesarios para limitar el rol interventor del estado en la economía, no va a poder limitar la carga regulatoria, ni va a aliviar los controles de precios y los controles de cambio que están asfixiando al sector productivo”, dijo Moya desde Londres.
“Y el gobierno no tiene capital político para tomar las medidas económicas necesarias, un programa de ajuste necesario, porque eso tendría un impacto social”, señaló.
La elección, que había transcurrió sin mayores contratiempos durante sus primeras horas, se vio ensombrecida a mediados de la tarde luego que la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) Tibisay Lucena anunciara su decisión de revocarles las credenciales de observador del ex presidente boliviano Jorge Quiroga.
Quiroga —quien meses atrás se había unido al coro de ex presidentes latinoamericanos advirtiendo sobre la falta de transparencia en los comicios venezolanos— despertó la ira del oficialismo al recordar a las autoridades que debían cumplir con la normativa legal venezolana que exige el cierre de los centros de votación a las 6 de la tarde, salvo que hubiesen personas haciendo cola para votar.
El comentario terminó siendo intolerable para el régimen.
“Hemos decidido que al señor Quiroga se le suspende irrevocablemente la credencial que se le había otorgado en horas de la mañana”, anunció Lucena, poco antes de que el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, pidiera la expulsión del país de Quiroga y de otros ex gobernantes latinoamericanos invitados por la MUD.
El secretario General de la Mesa de la Unidad Democrática, Jesús “Chuo” Torrealba, dijo que la decisión de maltratar a los ex presidentes solo significa una cosa: “Están desesperados […] No les dan las cuentas”.
Cor. El Nuevo Herald
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