Analítica14 septiembre, 20230
La burocracia en la administración pública venezolana aumentó en forma desmedida durante el Gobierno de Hugo Chávez, impulsada por el precio del petróleo y la necesidad de la fidelidad clientelar hacia su proyecto político.
Con los precios del petróleo en baja, y quebrada Pdvsa, diezmada por la corrupción y por la asignación de tareas distintas al negocio petrolero, al Estado se le hizo cuesta arriba hacer frente a los compromisos laborales existentes y por eso procedió, con la connivencia de los poderes públicos, a liquidar de facto las contrataciones colectivas, producto de largas luchas sindicales.
El inicio de un nuevo año escolar se avecina, y al clásico rosario de penas asociadas a las fallas en la infraestructura de las escuelas y liceos, hay que sumar las dificultades económicas de los educadores para poder subsistir.
Hoy en día el principal ingreso del educador es el llamado “Bono de guerra”, una asignación única del Gobierno para los trabajadores públicos, que no guarda relación con el tipo de trabajo y con el que tiene que hacer verdaderos malabares para pagar el pasaje y alimentarse.
La verdadera “gallina de los huevos de oro” que ha sido degollada en el país –como en la fábula de Esopo– no es la industria petrolera, es el talento que ha emigrado y los niños y jóvenes condenados a la pobreza ante la quiebra de la actividad educativa.
Tomada de: Analítica
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