Espero que el ejemplo de Almagro y de Macri se extienda por todo el hemisferio y los presidentes latinoamericanos alcen la voz si los chavistas insisten en aferrarse al poder mediante el fraude
Las declaraciones del recién electo presidente de Argentina, Mauricio Macri, y las cartas de Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos sobre Venezuela hacen renacer la esperanza de que finalmente los líderes del continente defenderán sin fingimientos el sistema democrático en el hemisferio.
El triunfo de Mauricio Macri en Argentina no solo libera a sus compatriotas del populismo, la corrupción y la demagogia rampante durante los doce años que duró el Kirchnerismo sino que promete un cambio sustancial en la manera de hacer política en América Latina. Es de esperar que Macri inaugure una nueva era de presidentes demócratas que no temen denunciar públicamente a quienes violan los derechos humanos y políticos de las personas.
Durante su campaña electoral, Macri prometió que de ganar la presidencia exigiría a Nicolás Maduro la liberación inmediata del líder opositor Leopoldo López, injustamente condenado a trece años de prisión por participar en manifestaciones populares contra el gobierno. De no prosperar la exigencia, dijo Macri, reclamaría a Mercosur que aplicara a Venezuela la cláusula democrática que establece que “la plena vigencia de las instituciones democráticas y el respeto irrestricto de los derechos humanos son condiciones esenciales para la construcción de un futuro común de paz y prosperidad económica y social.”
Algo semejante ha ocurrido con la elección del uruguayo Luis Almagro a la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos, quien también se ha estrenado pisando fuerte. Después de la lamentable gestión de su predecesor, el chileno José Miguel Insulza, quien se distinguió por su falta de liderazgo, su mala administración financiera y su desastrosa indeterminación para pronunciarse políticamente, Almagro ha iniciado su gestión con fuerza e integridad.
En su afán por colaborar a la resolución de los conflictos de Venezuela visitó a los líderes de la oposición venezolana y oyó las denuncias de las esposas de algunos de los 79 presos políticos en las cárceles del país. La visita de Almagro provocó el malestar del gobierno, que prefiere lavar la ropa sucia en familia, y solícito, el ex canciller Elías Jaua le recriminó su intervención.
Almagro le respondió con una carta de antología, "Ninguna revolución, Elías, puede dejar a la gente con menos derechos de los que tenía, más pobre en valores y en principios, más desiguales en las instancias de la justicia y la representación, más discriminada dependiendo de dónde está su pensamiento o su norte político. Toda revolución significa más derechos para más gente, para más personas".
El 6 de diciembre, los venezolanos votarán para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional y las encuestas muestran que más del 60% de los venezolanos apoyan a la oposición. Un triunfo que si bien no afecta directamente a Maduro sí marcaría el principio del fin del nefasto régimen.
Almagro ofreció, en vano, enviar una misión de observación electoral de la OEA para vigilar los comicios, y el rechazo del gobierno venezolano al ofrecimiento motivó una respuesta demoledora de Almagro a la presidenta del Consejo Electoral Nacional. En su carta, Almagro le detalla con enorme lucidez por qué duda que la transparencia y la justicia electoral estén garantizadas en las próximas elecciones.
“La carta de Almagro”, me dice Peter Hakim, presidente emérito del Diálogo Inter Americano, “es enérgica, fuerte en el contenido y en su presentación, y ofrece un análisis inteligente y de enorme calidad que demuestra un muy convincente compromiso ético”.
Una opinión semejante es la del ex embajador de EE UU en Venezuela Charles Shapiro, “Almagro es un demócrata al que no le tiembla la voz al decir que las elecciones deben ser limpias y libres, algo poco común entre los líderes latinoamericanos. Fíjate”, me dice, “quienes han tenido el valor de criticar a Maduro son ex presidentes, ninguno en funciones, salvo Luis G. Solís de Costa Rica.”
Concuerdo con Hakim y Shapiro, pero espero que el ejemplo de Almagro y de Macri se extienda por todo el hemisferio y los presidentes de México, Colombia, Chile, Perú, Brasil Canadá y Estados Unidos tengan el valor de alzar la voz si Maduro y sus compinches intentan aferrarse al poder mediante el fraude.
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