Desde el comienzo del juicio contra Leopoldo López lla-mó la atención que la fiscalía buscara el auxilio de una lingüista, de una profesional que hurgara en el discurso del acusado elementos que ayudaran a su condena. Como no bastaba con los hechos, es decir, como no existían elementos concretos que condujeran a la cárcel deseada por el gobierno contra Leopoldo, se metía la mano en el universo de las palabras a ver qué se sacaba de ellas con la ayuda de una experta.
El detalle llamó la atención y no faltaron las voces que descalificaron a la especialista convocada, argumentando su impericia en el tema. Otros la señalaron de antemano como colaboradora del régimen en un proceso tendencioso y amañado.
Es muy peligroso sacar conclusiones categóricas de un llamado a concentraciones populares, se argumentó entonces, especialmente cuando la convocatoria no se caracterizó por expresiones contundentes que sirvieran como prueba para encerrar al convocante.
Las objeciones aparecieron temprano, pero se apagaron en la medida en que avanzaba un proceso lleno de pormenores sorprendentes por su parcialidad y por su encono, pero ahora es la propia lingüista quien lo pone otra vez sobre el tapete.
La profesora Rosa Amelia Azuaje, catedrática de la ULA, fue la lingüista convocada por la fiscalía, y hoy ocupa las primeras planas por un texto que redactó para el diario Panorama sobre la sentencia de la jueza Barreiros que cerró la primera instancia del mencionado caso. Escribió la profesora: "El hecho de que la jueza Barreiros haya puesto en su sentencia que yo inculpaba al ciudadano López por la quema de la sede fiscal y de los cuerpos de seguridad es una interrogante que aún me hago. (...) pues yo no tenía pruebas para afirmar ello". Y, después de esas categóricas palabras contra la autora de la sentencia, remató con una expresión de carácter general que pone en discusión su participación en el proceso y las conclusiones que se pudieron sacar de tal participación: "La lingüística no está facultada para juzgar".
La experta denuncia una evidente extralimitación de la jueza Barreiros, quien tergiversó su testimonio para lograr el objetivo oficialista de condenar al acusado. Quiere dejar claro ante la opinión pública que jamás se atrevió a asegurar que López convocara a los hechos de violencia por los cuales se le inculpaba. Nada de eso se puede deducir de sus palabras, aseguró la lingüista en el análisis de las palabras que se escriben o se pronuncian para la correspondiente divulgación.
Otro lunar en un proceso lleno de lunares, una gran objeción sobre el contenido de un proceso colmado de objeciones, una enfática refutación de una parte importante de un juicio sobre cuya descarada marcha han sobrado las críticas y las iras de propios y extraños. La jueza no dirá nada, ni el Ministerio Público ni las instancias judiciales superiores, pese a que están frente a una observación capaz de conducir a la anulación de lo que se aprecia como una atroz componenda.
Fuente: El Nacional
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