FREDDY NÚÑEZ @nm_freddy /TalCualDigital
La UCV, la UCAB y la universidad Simón Bolívar, realizaron un estudio en el cual documentan, cómo la pobreza en Venezuela es hoy mayor a la que existía cuando Chávez ganó las elecciones en 1.998
El chavomadurismo pasará a la historia, como una de las grandes vergüenzas de América latina. La destrucción de Venezuela es culpa de un proceso político signado por el fanatismo, el aventurerismo, la incapacidad y la corrupción. Luchando contra el cerco que le tiene este régimen a la inteligencia venezolana, la UCV, la UCAB y la universidad Simón Bolívar, realizaron un estudio en el cual documentan, cómo la pobreza en Venezuela es hoy mayor a la que existía cuando Chávez ganó las elecciones en 1.998. Gobernar no es cuestión de mentir sistemáticamente, pretendiendo que la realidad no existe, no es cuestión de discursos baratos llenos de frases huecas que ignoran la historia de la humanidad, no es cuestión de visiones primitivas que pretenden llevar a la sociedad al siglo XIX, y es menos aún perseguir y encarcelar a los ciudadanos por pensar distinto. Todo eso nutrió al fascismo y al comunismo fracasado, llevándose con ellos a los grandes sátrapas que esclavizaron a sus pueblos en nombre del socialismo y la igualdad. Da dolor recorrer las calles de Venezuela, hoy. Cuando usted circula por Caracas obtiene una visión patética y conmovedora de la ciudad. Puedo asegurar con propiedad, que en la provincia es muchas veces peor.
Uno va caminando, o en buseta, o vehículo particular y descubre que esta sin desearlo haciendo un levantamiento topográfico de la angustia que se vive en Caracas. Se circula con miedo. En muchos sitios se dispara la memoria; “aquí fue donde mataron a fulano”, “Aquí secuestraron a los X”; “Al dueño de este sitio lo secuestraron hace años y aún no se sabe nada”; “aquí le robaron el carro a tal”; “Aquí atracaron a fulano para robarle el celular, se los dio y aún así le metieron un tiro”; “Entrando a este metro, le arrancaron los zarcillos a fulana”. Y usted sigue circulando sintiendo que se le va arrugando el corazón, en una mezcla de dolor y rabia.
Colas por todas partes, a toda hora. Colas que tratan de ocultar en sótanos, de fraccionar en distintos sitios de una calle para disimular su magnitud. Colas que hay que hacer aunque no se sepa que “trae el camión”, porque la esperanza dice que pudiera aparecer café, azúcar, leche, jabón o alguna de tantas otras cosas que nunca se consiguen. Pero todo esto ocurre exclusivamente por el fanatismo de quienes están en el poder. Su inmensa irresponsabilidad, ha destruido la capacidad productiva nacional.
Estatizaron las azucareras, y no hay azúcar, el cemento y no hay, las papeleras y ya se sabe lo que ocurre, estatizaron Sidor que producía para ese momento 4 millones trescientas mil toneladas de acero por año, y hoy no produce ni un millón. Han quebrado fincas, haciendas etc, y el resultado es importar, con los dólares que podrían estimular la producción nacional, leche, queso, carne, café etc, de las empresas privadas de los países amigos del régimen. El ciudadano se convence, cada día más, con las aberraciones que le toca padecer, de que con este gobierno no hay vida. Nada bueno se puede esperar de quienes solo actúan para destruir el país.
Hay que buscar salir de este atolladero, antes de que nos toque (cosa que ya se ha visto) vivir la violencia de luchar por un pedazo de pollo o de pan. A esta gente solo le interesa el poder, conservarlo para disfrutarlo, enriquecerse. La campaña de Maduro, una especie de performance cantinflérico, lo lleva a firmar un documento de respeto a los resultados electorales del 6 de diciembre, y al rato a decir que no entregara el poder, a amenazar con violencia, muerte etc., y luego a definirse como un demócrata respetuoso de las leyes. Las amenazas de Maduro, son groseras y violentas como corresponde a un gobierno que ha hecho de la mentira y la violencia una política de estado. Pero hay que recordarle que el poder radica en el pueblo, y que la paliza electoral que recibirán impedirá cualquier maniobra que intenten, entre otras la de utilizar a la fuerza armada nacional como vulgares matones que escupan sobre la constitución y desconozcan la voluntad popular. Se anuncian nuevos tiempos para Venezuela, un país llamado a ser próspero, a entrar a la modernidad, y a dejar en la alforja de las lecciones bien aprendidas e irrepetibles, la de haber caído en manos de una cáfila de aventureros que sembraron al país de sangre, miseria y corrupción.
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