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La prednisona y el cellcept -inmunosupresores que evitan el rechazo de órganos trasplantados- desaparecieron de las farmacias públicas y privadas desde comienzos de julio y durante un mes, según pacientes consultados por la AFP
AFP.- "Es humillante", dice Kevin Blanco mientras enseña la caja con las píldoras para animales a las que debió recurrir a fin de salvar un riñón trasplantado, ante una escasez cíclica de medicinas en Venezuela que ahora llega al 70% según cálculos privados.
La prednisona y el cellcept -inmunosupresores que evitan el rechazo de órganos trasplantados- desaparecieron de las farmacias públicas y privadas desde comienzos de julio y durante un mes, según pacientes consultados por la AFP.
Esto puso en situación crítica a cientos de pacientes que no pueden suspender su consumo un solo día, a riesgo de perder el riñón o el hígado por el que esperaron años.
"Cuando se acabó la (prednisona) humana, empezó todo el mundo a buscar la canina", sostiene el presidente de la Federación Farmacéutica, Freddy Ceballos.
"Se está poniendo en riesgo la vida de las personas", dice a su vez Francisco Valencia, presidente de la fundación Amigos Trasplantados, que apoya a estos pacientes a menudo regalándoles los fármacos.
Blanco, de 47 años y trasplantado hace 15, estuvo sin ambos medicamentos un mes hasta el martes pasado, cuando el seguro social se los volvió a entregar, por lo que durante ese lapso debió consumir prednisona para mascotas.
"Es humillante saber que tu vida depende de un medicamento para animales", insiste al mostrar una caja fucsia con la imagen de un perro pastor collie y un gato.
Su médico le dijo que si consumía ese fármaco sería "bajo su cuenta y riesgo", pues no podía asegurarle nada sobre posibles reacciones adversas, refiere.
Natacha Albarrán, a quien le trasplantaron un riñón hace 12 años, también apeló a esas pastillas al no recibir prednisona ni cellcept (este sólo lo tiene el seguro social por ser de alto costo) durante 23 días.
"El doctor nos indicó que fuéramos a donde venden medicamentos veterinarios, que es el mismo componente, pero (la de animales) tiene más de glucosa", cuenta Albarrán, comerciante de 44 años.
El gobierno -que no divulga cifras oficiales de escasez desde febrero de 2014- niega la falta de prednisona, indicando que en julio llegó de Cuba un lote de 1,2 millones de tabletas, y admite que está en proceso de importar otros dos fármacos para trasplantados.
"Es falso que exista una escasez. En este momento tenemos capacidad para abastecer la prednisona. Recordemos que la tasa de pacientes trasplantados en el país es de aproximadamente 2.000 al año y tenemos esta medicina para todo el 2015", aseguró esta semana el viceministro de Salud, Henry Hernández.
Según el presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera, muchos pacientes están "buscando antibióticos, esteroides y medicamentos tópicos para enfermedades de la piel en tiendas para animales".
Y aunque ni Albarrán ni Blanco reportan efectos secundarios por la prednisona animal, doctores como Alejandro Cisneros, nefrólogo experto en trasplantes, afirma que "no se debe dar ninguna medicación que no esté indicada para consumo humano".
Según Valencia, el seguro social además reduce las dosis y las restringe a trasplantados, excluyendo a enfermos de lupus y cáncer.
El desabastecimiento de medicamentos en Venezuela alcanza 70%, de acuerdo con la Federación Farmacéutica.
Detrás de todo está una sequía de divisas por la caída de los precios del petróleo, que genera 96% de los dólares de este país sometido desde hace doce años a un estricto control de cambio.
Esto ha llevado al gobierno socialista de Nicolás Maduro a escatimar la entrega de divisas a importadores, por lo que sólo el sector farmacéutico acumula deudas por 3.500 millones de dólares, según el gremio.
Aquello, sumado a la fijación de precios por parte del gobierno, origina distorsiones.
La prednisona, por ejemplo, se produce en Venezuela con materia prima importada, pero sólo la de humanos está regulada y cada píldora cuesta 0,2 bolívares. La veterinaria vale 90 veces más.
La crisis de la salud también se palpa en la falta de insumos hospitalarios -como reactivos para exámenes-, lo que ha obligado a suspender cirugías de corazón en un país donde ya se reutilizan los marcapasos.
Cort. El Nacional
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