Colombianizar la economía venezolana, utilizar estrategias macroeconómicas y políticas similares a las seguidas por el hermano país, pueden ser una alternativa mixta si la clase dirigente oficialista venezolana es capaz de romper con los manuales económicos de la extinta URSS, obviar los consejos del viejo Fidel y se apoyará en el pragmatismo de Raúl y los comunistas Chinos
Venezolanos serios pertenecientes a ambos sectores del espectro político polarizado del país plantean como una alternativa posible a la grave crisis estructural de la economía venezolana la necesidad de instrumentar mecanismos que permitan dolarizarla, tal vez como hicieron en Ecuador en el año 1999 ante una crisis similar en la forma, pero que en ese momento presentaba menos distorsiones y variables negativas como las existentes hoy en el Venezuela y tal vez por ser un gobierno con un presidente afín al nuestro, quizás sea buena la excusa para aplicar el purgante neoliberal en la patria de Bolívar. (¿Salvación Venezolana? http://www.taringa.net/comunidades/venezolanos/8376853/Informativo-Dolarizacion-Salvacion-Venezolana.html). Otros proponen buscar caminos menos traumáticos, en todo caso algo habrá que hacer para evitar que el agudo proceso de destrucción del aparato productivo nacional continúe y que cada vez sea menor la competitividad y capacidad de compra de la moneda oficial venezolana.
Obviamente los costos políticos de sincerar, equilibrar, racionalizar la economía venezolana son y serán muy altos, la excusa por ahora es la inminencia de una consulta electoral –parlamentarias en diciembre de este año- pero lo seguro es que las consecuencias de la economía-terapia se incrementaran de no construirse soluciones viables a corto y mediano plazo. La escasez, el desabastecimiento, el contrabando de extracción, la parálisis del aparato productivo nacional continuará y sus temidas consecuencias en las ya inmensas y permanentes colas, en un mayor desempleo e inseguridad se profundizarán de no aplicarse los correctivos que posibiliten el establecimiento de premisas, bases, opciones que permitan el retorno de la confiabilidad, la competitividad y la sustentabilidad de la economía venezolana.
Colombianizar la economía venezolana, utilizar estrategias macroeconómicas y políticas similares a las seguidas por el hermano país, pueden ser una alternativa mixta si la clase dirigente oficialista venezolana es capaz de romper con los manuales económicos de la extinta URSS, obviar los consejos del viejo Fidel y se apoyará en el pragmatismo de Raúl y los comunistas Chinos (aquello que no importa el color del gato, con tal que cace ratones). Tal vez la Propuesta de un de los golpistas del 4F Arias Cárdenas de aplicar la convertibilidad de un bolívar un peso, lo cual implicaría aplicar una devaluación menor a la que significará utilizar los consejos del temido paquete de Miguel Rodríguez. Utilizar el peso como base en la economía venezolana pueda ser una alternativa viable a corto plazo dada las venideras elecciones parlamentarias.
Pero, lo que ya debe estar suficientemente claro para todos es que el fracaso estruendoso del modelo económico impulsado por el comandante eterno imposibilita la continuación de su legado, por lo menos en el área económica.
El Muro de Berlín se derrumbó ante la imposibilidad de sostener una propuesta basada en premisas utópicas y las crecientes necesidades burocráticas y armamentistas. El voluntarismo, la improvisación y medalaganismo apoyados por la emisión permanente de dinero inorgánico sirven, si está acompañada por el uso de la fuerza y el militarismo en el corto plazo, pero no alcanza indefinidamente para comprar en el mercado real y mucho menos para garantizar los altos estándar de vida de una clase política que se apropia de las premisas de la igualdad, de un discurso aparentemente “revolucionario”, pero que pretende vivir con los placeres, opciones y ventajas que da la evolución económica y tecnológica de la humanidad.
Ángela Merkel (economía social de mercado) tiene la razón por muchos referéndums que gane Alexis Tsipras. Consejos de un pasajero al conductor de autobús.
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