Las aguas de la MUD están encrespadas, si nos atenemos a las apreciaciones de la gente. En los comentarios habituales se habla de encuentros fuertes e innecesarios entre los líderes de la oposición, provocados por la selección de los candidatos a la AN.
Las redes sociales se llenan de preocupación, y en muchos casos de molestia, ante lo que se siente como una división estéril entre unos voceros de la colectividad que, hoy más que nunca, deben mostrar una cercanía sin fisuras, un acuerdo capaz de provocar confianza como consecuencia de unas decisiones logradas debido a una concertación mayoritaria.
La supuesta escena de fragmentación es alimentada por el oficialismo y por los medios de comunicación que lo secundan. Se frotan las manos ante los desencuentros y así lo comunican a sus seguidores y a sus usuarios, mientras proclaman la existencia de una unidad férrea en el PSUV. Es la versión que divulgan porque les conviene, pero es evidente que exageran.
Ante este panorama y estas preocupaciones, conviene advertir que en política las cosas no son tan ideales ni tan cuadradas como se pretende en las tertulias. Las cuentas relacionadas con el servicio público y con la búsqueda del poder no se parecen a las que hacemos en las charlas de sobremesa. Son más arduas y prolongadas, hasta que se llega a la conclusión deseada. Especialmente si quienes las sacan parten de lo que entienden sobre el bien común desde sus organizaciones políticas. Es decir, si se discute en democracia con la disposición de imponer unos puntos de vista, pero también con la necesidad de ceder cuando las circunstancias lo impongan.
Por consiguiente, las turbulencias de la MUD son el fruto de la democracia. Si sus voceros discuten, hacen lo que deben hacer. Cuando se enfrentan en sus reuniones, demuestran que no viven en un cuartel sino en una casa que permite la división de las opiniones y el encuentro de desenlaces que no vienen prefabricados. Las alarmas no tienen soporte, por lo tanto, a menos que se esperen respuestas mecánicas y automáticas sobre situaciones que requieren una reflexión tan diversa como variadas son las opciones que circulen en la mesa.
Como la composición de la MUD es heterogénea, se puede dar el caso de controversias que parecen interminables, pero que terminan por llegar a un desenlace compartido. Como en la MUD cada cabeza es un mundo, en ocasiones sus reuniones consisten en llenar un rompecabezas sobre cuyas casillas no se tienen respuestas inmediatas. Como el problema de las candidaturas es intrincado porque debe atender situaciones regionales y aspiraciones provenientes de todos los rincones del mapa, las decisiones no son sencillas.
Es normal que nos preocupemos por lo que parece una hostilidad creciente en un lugar que idealmente debe ser fraternal, según deseamos desde el fondo de nuestro corazón y de nuestra angustia por deshacernos de la autocracia, pero, como producto de los ejercicios propios de la democracia, la sangre no llegará al río.
Fuente: El Nacional
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